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Vivir bajo cero: cómo es la Antártida, el extremo más austral de la Argentina
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Vivir bajo cero: cómo es la Antártida, el extremo más austral de la Argentina

6 grados bajo cero de temperatura real y 15 bajo cero de térmica. Es octubre, y el abrigo proporcionado a la delegación por el Cocoantar (Comando Conjunto Antártico) insensibiliza contra el frío. Campera, pantalón, botas, gorro, guantes y antiparras. En líneas generales no se sufre, pero al descubrirse las manos para la obligatoria selfie los dedos amagan con congelarse con velocidad.

Es la Base Marambio, último confín del mundo, en la Antártida. Ese pedacito de tierra de 1.2 kilómetros de longitud que se yergue sobre el gélido océano Atlántico también es Argentina. Tanto como el Obelisco o las Cataratas.

Marambio está de fiesta. El avión Hércules de la Fuerza Aérea aterriza con 75 personas a bordo. Entre ellas tres ministros, periodistas, científicos y educadores que se llegan hasta el continente blanco para participar de una sesión del CICyT (Consejo Interinstitucional de Ciencia y Tecnología). Los directores de los 17 organismos que encabezan la ciencia en Argentina se reúnen en un acto de alto contenido político bajo el lema “Ciencia es Soberanía”.

La base se erige en una meseta que está situada 200 metros de altura sobre el nivel del mar y a ella solo se accede de dos maneras: por mar o por aire. Por el agua en el rompehielos Almirante Irízar; por aire a bordo del Hércules, que despega desde Río Gallegos y vuela 3 horas hasta pisar suelo antártico, una tarea nada simple por las condiciones climáticas.

Una vez sorteado este inconveniente (que se zanja a fuerza de estudios proporcionados minuto a minuto por el Servicio Meteorológico Nacional) hay otro: aterrizar el avión en la pista de permafrost, una mezcla natural de tierra congelada, hielo y piedra que se consolida y forma un material más duro que el cemento.

Fabián Bruneta, el piloto a cargo, realiza estos vuelos desde hace más de 20 años. Y se permite bromear: “Esperemos que funcionen los frenos”. Hasta confirmar que se trata de un chiste, los pasajeros se aterran.

PRIMAVERA CERO
Es octubre, una época “agradable” para los cánones antárticos. En invierno el termómetro puede llegar a 52 grados bajo cero. Al trasponer la puerta de la base, lo primero que se ve es una pantalla de televisión que indica la temperatura y la cantidad de minutos de exposición al aire libre.

Ante este clima primaveral el cartel indica: “Exposición libre”, y eso indica que se puede andar libremente por la isla. En invierno las restricciones son inviolables. Hay días en los que solo se puede permanecer al aire libre durante 10 minutos. A cronometrar relojes y volver adentro antes de que suene la alarma.

El jefe del Estado Mayor Conjunto de las FFAA, Juan Martín Paleo; junto al jefe del Comando Conjunto Antártico (Cocoantar), Edgar caladin

Facundo Negri es soldado y justo el día en que visitamos Marambio cumple 11 meses allí. Asegura que exponerse a 52 grados bajo cero es una misión imposible. “Duele la cara y el cuerpo, es como apretar un hielo y que te empiece a quemar la piel”, grafica, y agrega: “Un mate o una bebida que te olvidás afuera se congela en segundos”.

En la base hay tres generadores eléctricos que funcionan a gasoil, porque el desabastecimiento de luz sería el fin. Con cañerías congeladas y sin calefacción la supervivencia sería más que difícil. Para mover los tanques de combustible es indispensable el uso de los dos helicópteros Bell 212 con capacidad para transportar 13 personas o 1.000 kilos de carga. En ellos también viajan los científicos, que se distribuyen entre las 13 bases que Argentina tiene en la Antártida.

Franco Saravalli pertenece a la Fuerza Aérea y es uno de los pilotos encargados de tripularlos. Está aquí hace 3 meses, y define el día a día como “muy rutinario pero un honor muy grande”. Explica que su misión también es mover provisiones o auxiliar heridos. “El helicóptero tiene una base de flotación para evitar el congelamiento. Y si no puede descender subimos a la persona con una grúa”, informa.

Dispersos a lo largo de la isla hay refugios para guarecerse en caso de temporal. En la Antártida el clima puede variar bruscamente de un momento a otro. La visibilidad se reduce tanto que no se ve a un metro de distancia y no se puede avanzar porque el viento alcanza los 150 km/h.

BASE INDOOR
Facundo Negri comparte su habitación con otro compañero de expedición. Es chica, tiene dos camas de una plaza, una tele y estantes en donde se guarda la ropa y los efectos de limpieza. El baño es compartido entre 3 o 4 habitaciones dobles. Todo es ordenado y pulcro.

Un largo pasillo comunica las habitaciones, el comedor, el salón de convenciones, la barbería y el gimnasio, un lugar completamente equipado para realizar actividad física. Bolsa de boxeo, cintas para correr, equipos de musculación. En la pared, una camiseta de Los Pumas firmada por el plantel. Todos coinciden en que durante el crudo invierno, cuando hay apenas 5 horas de luz natural, el deporte es salud.

En la cocina, “El Oso” se da maña para mantener los estómagos llenos. “En invierno le damos de comer a 75 personas, en verano –cuando llegan los científicos- se calcula 150”. ¿Cómo es darle de comer a tanta gente? “Simple –responde- organización y maña”. Con jornada laboral que puede alcanzar las 15 o 16 horas continuas, acá más que nunca: panza llena, corazón contento.

Juan Cruz Scatuerchio es el encargado del laboratorio de la Base Marambio. Oriundo de 25 de mayo –provincia de Buenos Aires- es civil y se anotó en una convocatoria abierta realizada por el Comando Antártico. Atravesó varios filtros y entrevistas para quedar seleccionado. En el camino, dilemas, como por ejemplo qué hacer si algún pariente sufre alguna enfermedad grave a la distancia. No es simple.

Su trabajo es, junto a otros tres ingenieros electrónicos, mantener los equipos del laboratorio, una estructura externa que queda a 100 metros de la base y a la que puede accederse a través de una pasarela de madera o atravesando la nieve. “No me quiero ir. Me encanta estar acá y disfruto mucho de la tranquilidad. Es un lugar mágico por donde lo mires”, asegura. Y hay que creerle.

Jorge Taiana, ministro de Defensa, destaca la importancia de la Argentina bicontinental: “Tenemos presencia en la Antártida desde 1904 y estamos construyendo la base Petrel, que se quemó en 1977 y desde entonces funciona como base de verano. Va a tener acceso a través del mar; es un gran impulso a la ciencia”. Daniel Filmus, ministro de Ciencia y Tecnología, agrega: “La agenda pasa por estudiar el cambio climático y la Antártida es única en recursos ictícolas y como reservorio de agua”.

LO INESPERADO
El domingo 16 de octubre una noticia sacudió la Base Marambio por inusual y por cruel. Un suboficial perteneciente al Ejército le pegó tres martillazos en la cara a un oficial de la Fuerza Aérea.

Una bronca arrastrada durante meses, una discusión y un acto bestial que no fue tragedia de milagro. Gustavo Echenique, responsable de la base, resultó herido y recibió 8 puntos de sutura en la cara. Su agresor, cuya identidad no fue proporcionada, será sometido a un tribunal militar y probablemente será destituido de la fuerza.

Ejercicios del Comando Conjunto Antártico

El origen de la pelea no está claro. Hay quienes dicen que Echenique le ordenó que se fuera a dormir después de ver un partido de River por televisión; hay quien asegura que se produjo una discusión salarial. Puede ser eso y más. “Se les fue todo de las manos”, refieren desde la isla, y agregan: “Entró mientras el otro dormía y le tiró tres martillazos al tun tun. Por suerte estaban todas las luces apagadas si no lo mataba ahí nomás. Lo sacaron enseguida de la habitación”.

Pero lo que en el continente se resuelve de una manera, en Marambio no. Atacante y atacado debieron convivir 48 horas más hasta que el Hércules los retiró de la isla. Si bien el avión estaba listo para recogerlos desde el lunes, fue recién el miércoles que logró vencer los obstáculos climáticos y llegarse hasta la Antártida. El agredido fue trasladado a un centro de mayor complejidad, donde le realizaron una tomografía y descartaron riesgos mayores, y el agresor se encamina a un proceso de sanciones.

Frío, soledad, camaradería, sacrificio, honor, orgullo, patriotismo. Todo eso y más en un viaje al último confín del mundo.

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