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Nir Oz: el kibutz que se convirtió en infierno para los argentinos
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Nir Oz: el kibutz que se convirtió en infierno para los argentinos

En ese lugar el Hamás secuestró a la mitad de los connacionales que están desaparecidos. Otros fueron asesinados. Una recorrida por el horror con el hijo de una de las raptadas.

Por Gabriel Michi (*)

Cada paso es un horror. Cada imagen, una pesadilla. Cada casa, un infierno. Cada rincón, una tragedia. Cada recuerdo, un desgarro. Lo que se ve, lo que se siente, lo que se huele, en el kibutz Nir Oz, a tan sólo 1,5 km de la Franja de Gaza sólo puede representarse en el espectro más lacerante en la escala del dolor. Se percibe el sufrimiento, la muerte, la brutalidad.

Los vestigios de aquel siniestro 7 de octubre están allí, exudando su cara más terrible. Hay hogares quemados, viviendas que son sólo escombros, restos de sangre y marcas de disparos por donde se mire.

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En una recorrida junto al equipo de C5N (con el camarógrafo Ezequiel Pizzuto y el fixer local Shlomo Slutzsky) pudimos registrar cada uno de esas postales de destrucción y muerte. En ese tránsito fuimos acompañados por el argentino Pablo Roitman, quien está reclamando por la devolución con vida de su madre Ofelia, quien fue brutalmente secuestrada por Hamás aquella mañana. En la casa destruida de su familia, se pueden observar las manchas de sangre de su mamá que llegó a refugiarse en la habitación segura pero que fue alcanzada por los perdigones de la escopeta Kalashnikov que perforaron la puerta blindada. Así, herida, los terroristas de Hamás se llevaron a Ofelia, una docente jubilada de 77 años que hace décadas vive el ese kibutz donde secuestraron a la mitad de los 21 argentinos que hoy permanecen en condición de «desaparecidos» y que fueron llevados por ese grupo hacia la Franja de Gaza aquel 7 de octubre.

Nir Oz es considerado uno de los kibutz con más latinos. Ellos representan un alto porcentaje de sus pocos más de 300 habitantes. Por su cercanía con la frontera (de hecho sus campos terminan en el límite mismo) hay muchos habitantes de la Franja que diariamente llegaban a lugar para trabajar.

Había una enorme y pacífica consciencia entre israelíes y palestinos. Incluso la misma filosofía de vida de este kibutz (una especie de comunidad con ciertos conceptos extraídos del socialismo) buscaba la construcción de puentes entre ambos pueblos y la paz. Sin embargo fueron arrasados por el accionar criminal de los terroristas de Hamás ese sábado 7 de octubre.

Esas horas de terror en Nir Oz dejaron 76 personas secuestradas (dos de ellas, Nurit Cooper y Yocheved Lifshitz, lograron ser liberadas), lo que representa a casi un tercio del total de raptados, y 26 asesinados. Aquella mañana los residentes lucharon desesperadamente pero finalmente, después de más de diez horas sin defensa externa, sucumbieron ante el ataque terrorista.

Pero no sólo fueron esos milicianos con sed de sangre los que arrasaron con todo. Después de la embestida asesina, centenares de personas (entre ellas mujeres y niños de la Franja de Gaza), saquearon y destrozaron casas, dejando al desnudo las enormes diferencias que dividen la frontera.

Con ese cuadro se encontró Pablo Roitman cuando después de varios días logró finalmente ingresar a la casa de donde se llevaron a su mamá Ofelia. Su padre, Héctor Roitman, se salvó de milagro porque en esos días permanecía internado en un hospital cercano ya que lo habían operado de cadera tras una caída en Cracovia, Polonia. Esa circunstancia salvó su vida y evitó que él también corra la misma suerte que su esposa Ofelia. «Mi papá está en rehabilitación y eso es lo que le salvó la vida. Pensábamos que tuvo mala suerte (por la caída), pero esa mala suerte después de ese sábado lo cambiamos por buena suerte, ¿no? De no haber estado acá mi papá, una persona enferma, seguramente no hubiese sobrevivido al ataque», explica Pablo. Hoy Héctor, al que entrevistamos en el hospital, también ruega desesperadamente que le devuelvan a Ofelia, su compañera de toda la vida. Esta mujer se convirtió en una de las caras más visibles de los secuestrados argentinos ya que su sobrino, el periodista deportivo Hernán Feler, organizó una campaña con personalidades muy reconocidas reclamando por su liberación y la del resto de los rehenes en manos del Hamás en la Franja de Gaza.

Con Pablo recorrimos esas imágenes de terror mientras lo entrevistábamos. «Estamos esperando saber algo. Sabemos que está herida, pero no tenemos más información. Por supuesto, necesitamos cómo está», cuenta mientras señala «los tiros que ellos tiraron porque seguramente mi mamá sostuvo cerrada la puerta del cuarto de seguridad, balearon esa zona, la hirieron. Pero nosotros pensamos, según las fuentes, que ella pudo salir a pie, herida, pero salió a pie y la tomaron (como rehén)».

Según relata Pablo Roitman, todas las casas en estos lugares tienen estas habitaciones de seguridad pero que son «cuartos antimisiles, no son para cerrar herméticamente contra gente que viene a robar, saquear o matar.

Son para explosiones y la seguridad de cerrarla (por dentro) no se tiene porque la idea es que, si pasa algo, pueden entrar de afuera para rescatar a la gente afectada por esos misiles. Hubo gente que pudo mantenerlas cerradas, que tuvo suficiente fuerza y las balas no accedieron adentro, y que por eso se pudo salvar». Es decir , las casa en estos kibutz cuentan con esas habitaciones de seguridad que están preparadas para las caídas de bombas pero no para la incursión de personas armadas como ocurrió en ese día.

Ofelia Felel y Héctor Roitman se mudaron al kibutz Nir Or en 1985. Y allí permanecieron durante todos estos años. «Casi toda una vida, digamos. Llegaron acá a los treinta y tantos años con pequeños hijos», entre ellos Pablo.

¿Cómo era la vida previo a esta locura?
– Tranquila, siempre que pensamos e hicimos balances fue positivo. Mis padres eran muy cercanos a la ideología de un kibutz, una comunidad comunitaria, social, una vida completa, vida entera, vida feliz.

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«Sé que el nombre de mi mamá se escucha mucho en Argentina y lo mismo le pedimos al gobierno argentino. En este kibutz solamente hay diez argentinos desaparecidos, secuestrados, y creemos necesario que el gobierno argentino, con sus contactos con países como Qatar, como Turquía, como Egipto, ponga ahí todo el peso para liberar ciudadanos argentinos de doble nacionalidad», plantea Pablo que, junto a un pequeño grupo de familiares de secuestrados mantuvo un zoom con el presidente Alberto Fernández en el que se comprometió a que el gobierno iba a hacer todo lo posible para recuperar a los rehenes.

Mientras muestra los vestigios de la barbarie que los terroristas dejaron en la casa de sus padres, Pablo Roitman sostiene que actuarlo con «total salvajismo; fue una masacre genocida, no se puede llamar de otra manera porque acá no hubo resistencia, no hubo soldados israelíes para dar combate. Se encontraron con gente, con niños, con ancianos, y vinieron a hacer salvajismo como ustedes pueden ver».

Frente al patio de la casa de los Roitman hay un alambrado que separa de los campos que el kibutz cultiva hasta la frontera. Es 1,5 km hasta la propia Franja de Gaza, cuya silueta separatoria se la ve a simple vista. De hecho, cuando nos asomamos allí el propio Pablo nos recomienda tomar recaudos porque quedamos a tiro de los francotiradores o de los lanzamientos de cohetes antitanques provenientes de Gaza. «Tengamos cuidado porque no estamos exentos de algún ataque», nos dice.

¿Previo a todo esto, no era un peligro para ellos estar tan cerca de la Franja de Gaza?
– Al fin y al cabo representaba un peligro ahora que lo sabemos, pero la percepción o el sentir anterior nunca fue de peligro. Siempre hubo una seguridad que finalmente no existió.

Si quisieras mandarle un mensaje a tu mamá e incluso a los captores, ¿qué le dirías?
– Que quiero saber que está bien… exijo que la liberen, que liberen a todos los secuestrados, y tenerla nuevamente con nosotros.

LAS OTRAS VÍCTIMAS ARGENTINAS

Según los datos oficiales en Nir Oz, más allá de las dos personas que habían sido secuestradas y fueron liberadas (Nurit Cooper y Yocheved Lifshitz), otras 76 permanecen desaparecidas, además de las 26 que fueron asesinadas por Hamás aquel siniestro 7 de octubre. Entre los secuestrados argentinos (y sus familias) en Nir Oz figuran los hermanos Yair y Eitan Horn (a su padre Itzik lo entrevistamos en Askelón), la cordobesa Karina Engelbert (que fue raptada junto a su marido Ronen y dos de sus hijos, Mika (19) y Yuval (11), y de quien supimos la historia por su hermana Romina), la familia Bibas/Silberman (Ron, Shiri, Ariel, Kfir -de apenas 9 meses, el rehén más pequeño), la familia Cunio (los hermanos Ariel y David, y su esposa Sharon, y sus hijas Julie y Emma) y los Aloni (Danielle y Emilia).

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En tanto, entre los asesinados figura José Luis Silberman, de 67 años, quien en principio fue secuestrado por los terroristas junto a su esposa peruana Margit, su hija Shiri, su yerno Yaden y sus nietos Ariel, de tres años, y Kfir, el bebé mencionado de 9 meses.

En tanto, Nir Oz no fue el único kibutz donde hubo secuestros de argentinos. En Nir Yitzhak, secuestraron a Clara Marman (63), su pareja, Luis Har (70); su hermano, Fernando Marman (60) y su hermana, Gabriela Leimberg (59) y su sobrina Mia Leimberg (17). En ese mismo lugar fue llevado como rehén Lior Rudaeff (61), un argentino que estaba a cargo de la seguridad del kibutz junto a otras personas cuando se produjo el ataque. A eso hay que agregar el secuestro del joven Ron Sherman, sobrino de León Gieco, que fue raptado cuando estaba en una base donde realizaba el Servicio Militar Obligatorio. En total se habla de 21 argentinos que se encuentran como rehenes (casi el 10% del total de secuestrados, sin contar sus familiares directos que están en esa misma condición) y 9 que fueron asesinados: Matías Burstein (41 años), Rodolfo Fabián Skariszewski (56), Ronit Rudman (55), Roland Sultán, Abi Korin, Silvia Mirensky (80), Tair Bira, Tahel Bira, Laura Jazmín Kofman y el mencionado José Luis Silberman (67).

(*) Editor de Política de Newsweek Argentina y enviado especial de C5N a Israel

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