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Civilización o barbarie: una batalla cultural
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Civilización o barbarie: una batalla cultural

La actuación de la fiscalía en la Causa Vialidad muestra, cada vez de manera más rotunda, lo que todos ya sabíamos de antemano: el carácter delincuencial de la familia Kirchner y de muchos de sus colaboradores y testaferros.

Los políticos y regímenes autoritarios tienen una característica dominante, y es que en su ocaso siguen comportándose como en los momentos en los que cuentan con mucho poder. Hay algo en la psicología de esos personajes que no les permite darse cuenta de que ya están en el declive.

El 21 de diciembre de 1989, el tirano Ceaucescu, uno de los más crueles tiranos de la historia, debía hablar en un acto en el centro de Bucarest. El acto parecía un típico acto de dictador comunista, con la plaza llena y con banderas y militantes de esa fuerza. Ceaucescu empieza a hablar, con saludos y agradecimientos, y al rato percibe los abucheos provenientes de la multitud. Su cara muestra la incomprensión más absoluta. En su cabeza, era un día como cualquier otro donde todo acaecía con normalidad. No comprende lo que sucede a su alrededor. Los colaboradores se inquietan y el dictador anuncia un aumento de salarios esperando que lo ovacionen. Siguen los abucheos. Cuatro días después fusilan al tirano y a su esposa . El 21 de diciembre, el dictador y sus secuaces creyeron que sería un típico acto de dictadura comunista con aplausos y ovaciones. Los tiempos habían cambiado y ellos no se habían enterado. No adaptarse a los cambios es muy peligroso en cuestiones políticas.

CFK, que es estructuralmente autoritaria, ve cómo la Causa Vialidad está poniendo en evidencia los desfalcos de su familia. No comprende que eso le pueda pasar a ella y reacciona de manera patética, mostrando que sus reflejos políticos están muertos. Con la pólvora mojada, le encarga a un diario del régimen (Página 12) que publique unas fotos de funcionarios judiciales posando luego de un partido de fútbol, esperando que el país se paralice por esa “revelación”. Cree que eso le alcanza para desacreditar a la justicia. Cree, además, que ella marca la agenda. A nadie le importa lo que publica Página 12, dado que la decadencia de las fuerzas políticas se lleva a la rastra a sus medios de prensa.

CFK hace el ridículo haciéndose eco de esas publicaciones y logra el efecto contrario: que cada vez más la gente se da cuenta de lo burdo de la situación y de la desesperación de la Vice. Son tan rotundas las revelaciones de la fiscalía que CFK sólo hace el ridículo con el tema del fútbol. Ante el intento de recusación, la respuesta de la Fiscalía ha sido tajante y clara. CFK no entiende que los tiempos cambiaron.

Estamos asistiendo a uno de los espectáculos de decadencia más rotunda de la historia. CFK terminará condenada y desesperada buscando un cargo con fueros. No hay otro futuro político para la señora que nominó al Presidente dormilón y que es la gran responsable política de un gobierno que tiene una inflación desbocada (7,4 % en julio).

Algunos sectores de la oposición se dieron cuenta de golpe que cambiaron los tiempos. Ante un piquete que cortaba la Av. 9 de Julio, un ciudadano (seguramente harto, con motivos) quiso pasar igual, haciendo valer sus derechos. La policía lo detuvo y lo esposó.

Siempre pensé que una de las barbaridades que suceden en Argentina es que, cuando hay un piquete que no permite circular a los ciudadanos, se está vulnerando el derecho de todos aquellos que no participan del piquete y que quieren trabajar, pasear, visitar a alguien o cualquiera de las razones que un ciudadano pueda tener para pasar por un sitio. Los piquetes son autoritarios y la política hace años que protege esos actos autoritarios perpetrados por gerentes de la pobreza, a quien nadie eligió y que distribuyen los planes sociales que la gente debería cobrar de manera directa. Esos gerentes oportunistas se quedan con un porcentaje de los planes y obligan a los pobres a cortar avenidas. Los pobres no son más que víctimas de la inescrupulosidad política.

En ninguna ciudad importante del mundo se permite semejante acto de barbarie. El sentido común está alterado en Argentina. Como mucha gente se horrorizó por la humillación a la que fue sometido el ciudadano que quiso defender su derecho a circular, desde el Gobierno de la Ciudad (el ministro de Seguridad y el mismo Horacio Rodríguez Larreta) salieron a decir que iban a sumariar al comisario. Hicieron eso a raíz de que el tema había explotado en redes sociales. Pero los atropellos se permitieron durante muchos años.

Es muy bueno que haya pasado lo que pasó. También es importante que la oposición reflexione acerca de cómo muchos sectores, como el Gobierno de la Ciudad, contribuyeron, varias veces, a crear un sentido común en el cual se humilla a los ciudadanos que trabajan y se permiten prácticas extorsivas a costa de personas que quieren vivir y circular en paz. Hace años que se permite que las minorías sometan a las mayorías. El episodio del automovilista debe mostrarles a esos sectores que, sin lugar a dudas, los tiempos cambiaron y que muchos ciudadanos esperan que la oposición se comprometa en cambios políticos de fondo. Es, una vez más, civilización o barbarie.

El camino de cambio es con inteligencia y con agallas. Muchas agallas. Y la batalla cultural es imprescindible.

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