Leyendo:
El Papa revolucionario: los diez años de Francisco que cambiaron la Iglesia
Artículo Completo 26 minutos de lectura

El Papa revolucionario: los diez años de Francisco que cambiaron la Iglesia

Por Gabriel Michi

– Quiero felicitarlo por todos cambios que viene haciendo en la Iglesia desde que asumió…
– Si, hasta que me den el tecito…

El diálogo ocurrió en 2013, a pocas semanas de que el argentino Jorge Bergoglio se convirtiera en el Papa Francisco. La ironía del flamante jefe de la Iglesia Católica encerraba muchas cosas. Por un lado, una impronta de cambios en la institución que ya comenzaba a registrar fuertes resistencias de los sectores más conservadores y reaccionarios. Pero por otro, el convencimiento del propio Francisco de que esas mutaciones eran tan necesarias como peligrosas y que en ellas le podía ir hasta la vida. Más allá de la leyenda que por años se extendió sobre la extraña muerte de Juan Pablo I en 1978, 33 días después de haber asumido, y donde el velo de misterio se convirtió en la sospecha de que lo habían envenenado.

El interlocutor de aquel diálogo con Francisco, un importante y reconocido sacerdote italiano, le contó al autor de estas líneas que, cuando el Papa le deslizó ese sarcasmo, lo hizo con una media sonrisa en su boca, sin dramatizar. Y esa es otra de las cualidades que muchos destacan de este hombre que hoy se convirtió en el argentino más poderoso de toda la Historia: su renovado sentido del humor desde que llegó al Vaticano.

Ese aspecto lo subraya ante Newsweek Argentina por ejemplo Emilce Cuda, la argentina que se desempeña como secretaria de la Pontificia Comisión para América Latina y la primera mujer que integra la Pontificia Academia de Ciencias Sociales, que trabaja codo a codo con Francisco: “Es una persona maravillosa que acompaña siempre, que me estimula todo el tiempo a estar alegre, a seguir adelante, me hace chistes, me pregunta cómo estoy. Eso es maravilloso, nunca trabajé con una persona tan cercana”.

El actual sentido del humor es algo que lo diferencia del gesto adusto que solía tener Jorge Bergoglio cuando era Arzobispo de Buenos Aires. “Siempre andaba con cara de velorio”, describió su sucesor porteño Mario Poli y un cura “villero” -con el que Francisco habla frecuentemente- lo graficó de forma más enfática: “tenía cara de c… todo el tiempo”. Pero pareciera que cuando el cardenal argentino fue elegido Papa su humor cambió y desde entonces se la pasa haciendo bromas con todo aquel que se le cruza.

La monja española María Luisa Berzosa (elegida por el Sumo Pontífice como asesora del Sínodo de Obispos), le dijo a Newsweek: “Su alegría es patente, su risa contagiosa; y eso sorprende mucho a quienes hemos visto su rostro más bien serio antes de ser Papa. Es como si el Espíritu Santo le hubiera regalado una visión gozosa de la vida, con rasgos de inteligente sentido del humor, con no tomarse las cosas demasiado ‘en serio’, y eso trasmite humanidad, actitudes muy normales que hacen su persona atractiva porque se pueden saltar los protocolos o no ser demasiado rígido con ellos … pero si algo no le gusta también su rostro lo muestra”.

Berzosa, considerada en España como la vanguardia de los cambios en la Iglesia Católica, cuenta que la primera vez que se vieron en el Vaticano, ella se presentó como parte de la Congregación Hijas de Jesús y que el Papa le bromeó: “Pero ¿Qué dices? Si Jesús no tuvo hijas…”.

En otra reunión donde estuvo rodeada de las sotanas oscuras de los obispos, ella le preguntó: “¿Cómo me has incluido en este grupo tan negro?” y Francisco le respondió: “para que pongas una nota de color”. Y la última vez que se vieron, como Berzosa llevaba un vestido verde, el Papa se acercó y le dijo: “¿Cuándo pensás madurar? Te veo muy verde…”.

Así, los reflejos del humor aparecen constantes en los relatos de quienes mantienen un contacto permanente con el Sumo Pontífice. Como también sus gestos de humildad. Ni bien asumió, renunció a una serie de “honores” que todos sus antecesores habían usufructuado. Por ejemplo, desde el momento en que fue electo -el 13 de marzo de 2013- rechazó portar la famosa cruz de oro macizo y se quedó con una de madera que simboliza la imagen pastoral; además, pidió un Anillo de San Pedro que fuera “una pieza simple, austera, no ostentosa y fácil de llevar” y no de oro como los anteriores.

Otro dato que sorprendió a todos fue que prefirió ir a vivir a la residencia Santa Marta en lugar del Palacio Pontificio. Esos gestos de humildad le valieron muchos elogios, aunque también ciertas miradas recelosas. Sin embargo, quienes conocen a Francisco –o mejor dicho a “Jorge”, tal como firma cuando envía una carta a un amigo- aseguran que además de la humildad que él demuestra con el gesto de vivir en Santa Marta junto a otros curas también se esconde una razón de seguridad. Francisco se siente más protegido allí, incluso comiendo lo mismo que el resto de los prelados. Como si aquella imagen del “tecito” fuera algo más que una simple ironía.

Y es que desde el momento en que Francisco comenzó su Papado, puso en marcha -a su manera- una revolución hacia adentro de la Iglesia Católica. Desde su concepción de que los sacerdotes debían ser “pastores con olor a oveja”, ya comenzó a marcar diferencias con la cultura de ostentación y distanciamiento de los popes eclesiásticos. Y también ordenó una reestructuración de las jerarquías de la institución, además de una profunda auditoría sobre las cuentas del Vaticano, uno de los lugares más sombríos de la Iglesia Católica. Claro que eso le generó muchos enemigos, en particular de sectores conservadores fuertemente arraigados en el poder de la Santa Sede y en sus privilegios. Entonces comenzaron las purgas ordenadas por Francisco y los recelos de sus detractores. Recelos que se volcaron a operaciones, filtraciones, intrigas y todo tipo de artimañas para mancharlo y desgastarlo.

UN PAPA DIFERENTE

Desde aquel histórico 13 de marzo 2013 en que, tras la abdicación de Benedicto XVI (que llevó a la insólita convivencia de dos Papas, algo que no ocurría en siglos), el cónclave de cardenales -en su quinta votación- tomó su decisión y que, bajo sorpresa de todo el mundo, se escuchó ese “Habemus Papa” con el nombre del argentino Jorge Bergoglio, una historia totalmente distinta comenzó a escribirse. No sólo porque era el primer latinoamericano en llegar a ese sitial, sino que daba vuelta una realidad vedada hasta el momento para todo el Hemisferio Sur y, en particular, para el Tercer Mundo. Además de ser el primero con formación jesuítica en alcanzarlo. Francisco es el jefe terrenal de un credo con 1.200 millones de fieles a lo largo del Mundo, sólo superada por los musulmanes. Por eso, desde esa perspectiva, es el argentino más poderoso de la Historia a escala planetaria.

En estos 10 años de Papado, Francisco ha visitado alrededor de 60 países, la mayoría de la periferia. Esa preocupación por los excluidos también se vio reflejada en un hecho que selló el perfil de Papado: el primer viaje que realizó fuera de Roma fue, ni más ni menos, que a Lampedusa, un lugar olvidado en el extremo sur de Italia al que llegan refugiados desesperados que huyen de sus dramáticas realidades en Asia y África, en una odisea que convirtió al Mediterráneo en un cementerio ya que muchos quedan en el camino.

Su preocupación por los refugiados e inmigrantes en general, por los excluidos y caídos del sistema, por los más vulnerables desde todo punto de vista, se complementó también con su prédica a favor del medio ambiente (algo que supo vincular con la pobreza), por la paz, por la equidad, por la igualdad de las mujeres, por la construcción de “puentes” en lugar de “muros” entre los pueblos y en una misión interna –quizás la más compleja- de revolucionar la lógica del poder dentro de la Iglesia.

Según Emilce Cuda, “el principal logro del Papa Francisco es la reforma de la Iglesia. Una reforma que no tiene que ver con un organigrama porque no estamos hablando de una empresa. Sino que tiene que ver con una reforma interna, una conversión en las relaciones de un pueblo que es la Iglesia. Esa reforma ya está en marcha”.

La monja María Luisa Berzosa entiende que en el Papado de Francisco “uno de los puntos clave esté siendo la reforma de la Curia Vaticana. Es un proceso largo y complicado, pero tal y como aparece en el documento ‘Praedicate Evangelium’ y los pasos que se van dando, será uno de los resultados de su pontificado más relevante. Otro, continuar con el tema de los abusos en la Iglesia que tanto daño está causando y que ya se inició con Benedicto XVI. Tema también muy duro, muy complejo, pero al que se están poniendo medios”.

En ese sentido, la periodista y editora argentina Virginia Bonard, quien forjó un vínculo muy estrecho con Bergoglio cuando era Arzobispo de Buenos Aires, también marca ante Newsweek Argentina lo doloroso y central que resulta para el Papa el tema de los abusos sexuales dentro de la Iglesia y sostiene que esa es una de las grandes dificultades que debió afrontar en su Pontificado: “Imagino las enormes desazones y profundas tristezas que deben ahogarlo cuando, ante investigaciones serias, saltan aquí y allá todo tipo de abusos por parte del clero tanto a menores como a mayores y desde hace tantos años. Habiendo puesto muchísimo empeño y acciones concretas para erradicar esa maldad tan despreciable (puso en remojo a todas las conferencias episcopales para que miren hacia adentro y se animen a abismarse a esas monstruosidades, blanquearlas y resolver con justicia ante las víctimas), todo pareciera poco”.

Sin embargo y a pesar de que el tema de los abusos sexuales por parte de sacerdotes y el encubrimiento posterior de sus superiores es algo por lo que Francisco ha pedido perdón en más de una oportunidad, hay muchas personas –incluso víctimas directas de esos hechos aberrantes- que han criticado al Papa por “no haber hecho lo suficiente”.

Y, en algunos casos, porque la Iglesia en la “Era Francisco” hasta promovió ascensos o traslados de prelados cuestionados. Dentro de ese abanico de acusaciones hay quienes señalan que no avanzaron las investigaciones internas sobre algunos de esos curas denunciados por estos crímenes. El último de los casos conocidos fue el del cardenal canadiense Marc Ouellet -que en 2013 fue uno de los favoritos para llegar a ser Papa- y que quedó envuelto en un escándalo porque una catequista lo denunció por abuso. Pero la investigación ordenada por el Vaticano se cerró a fines del año pasado diciendo que no había pruebas de ese presunto delito.

Para Gustavo Vera, titular de la ONG de lucha contra la trata de personas “La Alameda” y amigo personal de Bergoglio, su pelea contra la corrupción en la Santa Sede es fundamental: “Puertas para adentro, Francisco impulsó una profunda reforma económica que transparentó las finanzas del Vaticano, promoviendo el cierre de miles de cuentas de la banca vaticana, el control y ordenamiento de organismos claves como el Óbolo de San Pedro y la Congregación de Los Santos y respaldo las denuncias y el combate a la pedofilia en la iglesia a escala global”. Vera, que se ha reunido decenas de veces desde que el Francisco es Papa y con quien intercambia cartas una vez por semana, expresa a Newsweek Argentina: “Naturalmente, los grupos concentrados, particularmente aquellos que se basan en el complejo militar industrial y las compañías petroleras, quienes defienden al sistema y status quo y los sectores religiosos infectados de mundanidad fueron y son sus principales detractores dentro y fuera de la Iglesia”.

Otro amigo personal de Bergoglio es el diputado Eduardo Valdés, quien señala a Newsweek Argentina: “En estos 10 años del Papado de Francisco lo que es claro es que es una voz de lenguaje muy latinoamericano. Es un Papa que piensa el mundo desde el sur. No es eurocéntrico. Y eso le trae bastantes problemas con los cardenales vaticanos. Y por eso vemos que todos sus viajes son a la periferia –salvo cuando viajó a Washington porque tenía que ir a la ONU-. Y eso tiene todo un sentido.

Desde su primera salida que fue ir a Lampedusa a recibir y visibilizar al mundo el drama de los que querían ingresar a Europa producto de la destrucción que Occidente había hecho en Siria, Libia, Irak, hasta el último viaje que hizo a Sudán y Congo en África, siempre va por esos lugares a los que nadie quiere ir para mostrárselos al mundo”.

Y continúa: “para mí es el Papa de los puentes frente a un mundo amurallado que quiere cerrarse en los nacionalismos, el Papa de la cultura del encuentro frente a la cultura del descarte. Y de la fraternidad: cuánto hace que no encontramos que se use esa palabra frente a la especulación, el mundo financiero, el mundo de la destrucción. Eso es lo que fundamentalmente valoro de estos 10 años”.

Gustavo Vera enfatiza en que, además de todo eso, el Papa Francisco tuvo un rol central en la política internacional: “Intervino directamente en numerosos conflictos armados y tensiones entre países logrando acuerdos, las mesas de diálogo y reducción de tensiones en Colombia, la República Centroafricana, entre EEUU y Cuba, Armenia y Arzebaiyán, EEUU e Irán, el conflicto en Siria, entra tantos otras regiones de tensión global”. Y continúa: “Fomentó la fraternidad impulsando el diálogo de todas las religiones del planeta, generando una agenda común en defensa de La Paz, la hermandad, la protección de los migrantes, la lucha contra la trata de personas y en defensa y cuidado del ambiente. La encíclica ‘Fratelli Tutti’ fue inspirada en ese diálogo y caminar en común”.

EL LEGADO DE FRANCISCO
Durante los 10 años de Papado, Francisco promulgó 3 encíclicas (documentos que se establecen en una suerte de doctrina para la Iglesia): “Lumen fidei” (“La luz de la fe”), en 2013, que gira en torno justamente a la fe; “Laudato Si” (“Alabado seas) que apunta a la conservación del medio ambiente y el desarrollo sostenible; y “Fratelli tutti” (“Hermanos todos”) que se centra en la fraternidad, la igualdad y los puentes sociales. Desde el punto de vista eclesiástico esas encíclicas (junto a otros documentos) pueden ser entendidas como parte del legado que dejará el Papa argentino en su Historia. Sin embargo, la cosa va mucho más allá.

La religiosa española María Luisa Berzosa sostiene que “su mejor legado se podría establecer a partir de los temas que trata: cambio de época, periferias, misericordia, creyentes y no creyentes, niños y ancianos, mujeres, migrantes y refugiados, descartados, paz, rigidez, pobres, discernimiento, cultura de los abusos, economía, pacto educativo global, oración … Todos ellos y más tienen su expresión radical en los documentos que nos ha ido regalando: ‘Evangeli Gaudium’, ‘Fratelli Tutti’, ‘Laudato Si’, ‘Amoris Laetitia’, ‘Gaudete et Exultate’, ‘Christus Vivit’, ‘Querida Amazonía’, ‘Praedicate Evangelium’”. Berzosa subraya la elección de la defensa de los marginados que hace Francisco y concluye: “Es un líder espiritual hoy en nuestro mundo, para toda persona, creyente o no”.

Papa

Foto: Télam

Para Gustavo Vera: “Francisco nos llama a reconstruir las tres relaciones rotas, con Dios, con la naturaleza (la Casa Común) y entre nosotros mismos (fraternidad) como bases indispensables para una sociedad que nos incluya a todos y detener el daño inevitable en el planeta. Denuncia que el sistema actual ‘no se aguanta más’, es una fábrica de descarte y consumismo desenfrenado que tiene como ‘Dios’ a la máxima ganancia y que en su dinámica, aumenta la pobreza, el daño irreparable a la ‘Casa Común’ y edifica una torre de Babel donde cada vez hay menos incluidos y más excluidos. Un sistema así solo nos puede llevar a guerras más despiadadas por los mercados, a la destrucción planetaria y a un gigantesco descarte humano”.

La teóloga Emilce Cuda está convencida de que “el gran legado del Papa Francisco es la defensa de la vida. La vida había salido de la agenda política, de la agenda secular y de la agenda incluso de la Iglesia. Sólo se debatía por la vida en sectores ultraconservadores, considerando que la única vida válida es el momento del nacimiento o el momento de la muerte. Reduciendo todo a aborto o eutanasia, o identidad de género. Eso es hoy el único tema que aparece en las campañas presidenciales. Y el legado de Francisco es la defensa de toda la vida. No solamente el nacimiento y la muerte, sino todo lo que pasa en el medio”. Para Cuda “el Papa es un líder mundial de la Paz, porque él dice que no hay una guerra, hay muchísimas guerras. La guerra de la trata, la guerra de los migrantes, la guerra del desempleo, la guerra del narcotráfico. Entonces, todas esas guerras matan. Un sistema que mata. Y frente a eso el Papa Francisco defiende la vida”.

Cuda también cree que “el Papa Francisco está haciendo el gran gesto del reconocimiento a la dignidad humana que es la participación. La dignidad humana es reconocer a cada persona como sujeto jurídico, es decir, con capacidad de discernimiento; de diferenciar y elegir entre lo bueno y lo malo. Eso es la dignidad humana, reconocer en el otro la capacidad jurídica. Y eso es la participación. Y eso es la política”.

Virginia Bonard expresa que “el papado de Francisco es tan revolucionario como puede ser en el mundo eclesial volver a las fuentes, a los tiempos de los primeros cristianos, de aquellos que fundaron la fe después de haber vivido junto al Maestro y fueron encontrando maneras al estilo de Jesús para expresarse tanto en ritos como en la vida cotidiana”. Y concluye: “Como logros veo en primer plano su presencia ante la opinión pública mundial como un líder que busca la paz incluso en medio de las tormentas más terribles. Otro gran logro que aparece es su cercanía natural y explícita con las personas que más sufren sea por lo que sea en cualquier punto del globo: esa empatía que encuentra palabras, gestos y circunstancias para hacerse evidente también lo hacen un líder que está a la altura de la hora”.

¿EL FINAL?

En más de una ocasión el Papa Francisco ha despertado todas las alertas cuando insinuó que quizás no terminaría su mandato. Entonces los rumores de una posible abdicación –con el antecedente de Benedicto XVI- empezó a circular por distintos ámbitos, muchos de ellos potenciados por los enemigos internos que el propio Sumo Pontífice tiene puertas adentro del Vaticano. Esos rumores cobraron más fuerza cuando Francisco empezó a usar en forma constante una silla de ruedas por el problema de artritis que lo tiene a mal traer con un fuerte dolor en sus rodillas. Y también por la operación de colon a la que debió ser sometido de urgencia en 2021 y por la que debió pasar 10 días internado. Toda esa situación y sus 86 años despiertan las dudas sobre su continuidad.

“No creo que Francisco vaya abdicar. Creo que va a ejercer el Papado hasta que le corresponda”, señala Eduardo Valdés.

Gustavo Vera piensa diferente: “El Papa Francisco seguirá ejerciendo su magisterio mientras considere que puede discernir y decidir. Lo dijo muchas veces, que el día que sienta que no puede decidir y discernir, dará un paso al costado. Nada indica que sea pronto porque está muy lúcido y además ya tiene planificados oficialmente viajes en el 2024”.

En tanto su amiga argentina Virgina Bonard, autora del libro “Nuestra fe es revolucionaria. Bergoglio-Francisco” (Editorial Planeta) sostiene: “Imagino a un Bergoglio que lo dará todo como Papa —como lo hace cada día, superando las pocas enfermedades y dolencias que lo han aquejado del 2013 hasta ahora— mientras sus fuerzas físicas y mentales lo acompañen con la vitalidad y claridad necesarias para gobernar desde un liderazgo sólido y coherente. No lo hago renunciando porque ‘está cansado’, nunca. Es un gran luchador”.

UN PAPA BIEN ARGENTINO
Francisco sigue con algunas costumbres bien argentinas. El mate es una de ellas. Como por ejemplo el que le regaló Virginia Bonard ni bien asumió. En un contexto donde había 6.000 periodistas de todo el mundo, en su primer encuentro con ellos, ella le obsequió el primero de su Papado. Al flamante Sumo Pontífice le vino bárbaro porque en los apuros para concurrir al Cónclave de Cardenales se había dejado el suyo en Buenos Aires. Cuando Bonard le entregó ese curioso objeto ante los ojos del mundo, todos se empezaron a preguntar qué era eso. Y el “mate del Papa” fue tapa de varios diarios internacionales, tres días después de la “fumata blanca” de los purpurados.

Luego se sucedería que cada miércoles, en las audiencias generales, donde había un apartado para los argentinos que llegaban hasta el Vaticano. Allí, en un costado de la Plaza de San Pedro, conseguían un lugar privilegiado los compatriotas para saludarlo y obtener su bendición. Por eso es que en las redes sociales de los argentinos también se ven tantas fotos en primer plano con el Papa y sólo separados por un vallado.

Quien tiene un rol clave dentro del equipo de ceremonial del Papa es el sacerdote argentino Guillermo Karcher, hombre muy cercano a Francisco. Su imagen quedó grabada en la memoria de todos cuando sostuvo el micrófono del flamante Sumo Pontífice en el momento de su elección y de sus primeras palabras: “Vengo del fin del mundo” y su sello para siempre, “recen por mí”.

Karcher no es el único argentino que, además del Papa, cumple un rol importante en el Vaticano. También tienen un papel trascendente en la agenda pontificia los profesores argentinos José María del Corral y Enrique Palmeyro, quienes están a cargo de un proyecto al que Francisco le presta mucha atención: Scholas Ocurrentes. A poco de asumir, el Papa designó a esta iniciativa como “Organización Internacional de Derecho Pontificio”. Y sus responsables son asesores del Vaticano en temas educativos.

El Papa Francisco, junto a Emilio Pérsico y Juan Grabois (Foto: NA)

Al dirigente social Juan Grabois, Francisco lo nombró consultor en el Pontificio Consejo para la Justicia y la Paz. Se trata de una entidad que pertenece a la Curia Romana que aborda temas relacionados con los Derechos Humanos, la situación de los migrantes y refugiados, la paz, la Justicia, entre otros aspectos sociales que se encuentran entre las prioridades centrales del jefe de la Iglesia Católica.

En cuanto a la comunicación vaticana hay otro argentino que cumple un rol muy trascendente: monseñor Lucio Adrián Ruiz, quien además de estar especializado en temas relacionados con las nuevas tecnología –a tal punto de haber tenido bajo su responsabilidad de los servicios de Internet del Vaticano- es teólogo, biomédico y profesor. Y colabora con la Sacra Congregación para el Clero.

Pese a que todavía hay un reclamo muy fuerte para que la Iglesia se abra mucho más a la participación de las mujeres, esa es una enorme deuda pendiente. Es cierto que Francisco ha buscado zanjar parte de esa injusticia nombrando mujeres en lugares importantes. Y, en algunos casos, esas mujeres son argentinas. En el Dicasterio para los Obispos figura, por ejemplo, la laica María Lía Zervino, presidenta de la Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas. El lugar que ocupa, junto a otras dos mujeres es clave en la preselección de quienes pueden ser designados obispos.

Y otro nombramiento de una mujer argentina en el Vaticano es la mencionada teóloga Emilce Cuda quien, como se dijo, ejerce como actual jefa de oficina de la Pontificia Comisión para América Latina, organismo de la Curia Romana cuya misión es asesorar y colaborar con las Iglesias particulares de Latinoamérica.

La argentinidad del Papa Francisco también quedó patentada en varios de sus discursos o respuestas en español, donde los modismos de su tierra se hacen presente una y otra vez. Y también en hechos concretos: 8 de l5 beatos argentinos que la Iglesia Católica reconoció como tales llegaron a ese lugar durante el Papado de Francisco: Fueron Enrique Angelelli, Carlos de Dios Murias, Gabriel Longueville, Wenceslao Pedernera, María Antonia de Paz y Figueroa (Mama Antula), Catalina María de Rodríguez, Gregorio Martos Muñoz y Fray Mamerto Esquiú. También se reconoció a un santo (hay tres argentinos): José Gabriel del Rosario Brochero.

Foto: REUTERS/Guglielmo Mangiapane

Además, Francisco mostró esa veta “argenta” en el fútbol, con referencias permanentes a su amado San Lorenzo. Y, a veces, hasta a la Selección nacional. Y mantuvo encuentros memorables. Uno de ellos, con Diego Armando Maradona. Quien organizó esa “cumbre” fue Eduardo Valdés –en esos tiempos como embajador ante el Vaticano- y lo recuerda así: “El encuentro entre el Papa y Maradona, que no se conocían, fue increíble. Francisco quería que Diego juegue un partido del Mundial de la Paz. Entonces organizamos una reunión como de dos horas y media. Fue conmovedor cuando Maradona me abrazó y me dijo: ‘sentí que estaba con mi mamá en el cielo y con él (Francisco) en la Tierra. Este hombre es distinto’. Después tuvieron varias reuniones durante el Papado y construyeron una relación muy linda. Por lo que significan ellos dos en la Argentina, fue una reunión muy importante”.

LA VISITA MÁS ESPERADA
Pese a haber recorrido miles de kilómetros y haber visitado más de 60 países (entre ellos varios de América Latina como Brasil, Ecuador, Bolivia, Paraguay, Cuba, México, Colombia, Chile, Perú y Panamá) aún no ha viajado a su propia tierra, la Argentina. Y, por ahora, no hay planes sobre eso. Más allá de que cuando hace un tiempo le preguntaron cómo se imaginaba su muerte, Francisco respondió: “Siendo Papa, ya sea en ejercicio o emérito. Y en Roma. A la Argentina no vuelvo”, el tema es por qué aún no puso los pies en su tierra.

Y ahí aparece una respuesta: la “grieta” y el clima de división política interno, sumado a los tironeos que pueda generar su figura, alejan esa posibilidad. De hecho, los cuestionamientos que recibe Francisco en su propia tierra son un fenómeno único, ya que en ningún otro país ocurre. Es más, es una figura querida y admirada en todo el resto del mundo.

“Ojalá venga a la Argentina. Pero él va a venir si es símbolo de unidad, no de división. Eso es algo muy feo, que lo pongan al frente de la grieta. El viene si puede ser valor de unidad en la Argentina. Y no que lo pongan en un lado u otro”, asegura su amigo el diputado Eduardo Valdés.

Y ese parece ser el tema en cuestión. Un Papa, con toda la identidad argentina a flor de piel, no puede quedar ajeno a la omnipresente “grieta”. Francisco, quien es reconocido a nivel mundial como un líder indiscutido y quien es admirado en cada rincón del planeta, es tironeado y bastardeado por las mezquindades en su propia casa.

Foto: Abaca Press / Reuters

Pero hay una puerta de esperanza que se abrió con el adelanto del libro “El pastor” (Ediciones B) de los periodistas Sergio Rubin y Francesca Ambrogetti, en el que Bergoglio les señaló: “El propósito de viajar a la Argentina sigue vigente. Es injusto decir que no quiero ir”. Allí también aclaró: «En la Argentina viví 76 años. Pero no estoy lejano, me siento cercano. Estoy siempre en contacto con muchos compatriotas amigos”. Antes de desmentir que haya sido militante del peronismo, que haya integrado la organización de ultraderecha Guardia de Hierro, o que tenga pensamientos comunistas o anti-capitalistas. Todo eso forma parte del repertorio que sus detractores blandean contra él en la Argentina. Y que quizás lo mantengan tan alejado.

A 10 años del Papado de Francisco, el argentino más poderoso de la Historia, el que gobierna a un pueblo de 1.200 millones de fieles en todo el mundo, el que revolucionó a la Iglesia, aún sigue en puja el reencuentro con sus connacionales. “Nadie es profeta en su tierra”, decía el refrán. Y pareciera que ahora “Nadie es Papa en su tierra”.

(Fotos: Reuters)

Ingresa las palabras claves y pulsa enter.