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Matar a los padres: ¿Qué hay en la mente de un parricida?
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Matar a los padres: ¿Qué hay en la mente de un parricida?

¿Cualquiera puede matar? Es una pregunta difícil de responder. ¿Cualquiera puede matar a sus padres? La respuesta es: de ninguna manera.

La psicología se ocupa desde hace bastante tiempo del parricidio, es decir, del asesinato de un padre, una madre o de ambos, como en el caso que está impactando en la agenda de todos los medios nacionales.

Freud utiliza el mito de Edipo para formular un concepto central para el psicoanálisis, ya que explica parte del funcionamiento psíquico y la estructuración de la personalidad. El complejo edípico, en términos generales, se trata del deseo inconsciente de tener una relación sexual con el progenitor del sexo opuesto (incesto) y de matar al padre del mismo sexo (parricidio). Pero entre el inconsciente y la realidad de llevar el acto a cabo hay una gran distancia.

En la clínica es central el complejo de Edipo, ya que va a determinar dependiendo de su desarrollo y resolución, la estructura de personalidad, de acuerdo a como sea la resolución del conflicto edípico surgirá como emergente la estructura psicológica, ya sea neurosis, psicosis o perversión.

Desde la perspectiva edípica el parricidio podría ser el crimen imaginado inconsciente por todos; no obstante, solo algunas estructuras de personalidad pueden llevarlo a la realidad. Si bien el complejo de Edipo puede permitirnos comprender un parricidio, no permite explicarlo en su totalidad y menos aún anticiparlo.

Desde la psicopatología lo que se sabe es que no existe la persona “normal”, el universo de estudio, está dividido entre neuróticos, psicóticos y perversos. La mayoría de nosotros, que vivimos adaptados a la sociedad, entraríamos en el registro de los neuróticos, es decir aquellos que padecen, sufren y gozan por sus realidad psíquica. Luego esta el grupo de los psicóticos, principalmente las paranoias y esquizofrenias, cuyo padecimiento está en relación a las dificultades con la realidad externa, entonces escuchan voces, tienen alucinaciones, etc., cuya vida en sociedad les resulta mas compleja.

En el tercer grupo tenemos a los perversos que son aquellos que no se reprimen y en eso se diferencian fuertemente de los neuróticos, ya que los perversos llevan adelante lo que los neuróticos fantasean, y es por esto que los violadores, parricidas, asesinos seriales, suelen estar mayormente en este grupo. Es decir, para el perverso no hay moral, ni ley. El perverso es su propia ley.

Los perversos pueden disfrazarse para su objetivos de seres simpáticos, entradores, manipuladores, muy sociales, hasta inteligentes, pero carecen de empatía. El otro no les importa, son solo un instrumento, un objeto para sus fines.

Si bien puede haber un asesino que sea neurótico, psicótico o perverso, es más frecuente que el parricidio sea llevado a cabo por un perverso. Al poder disfrazarse o manipular a los otros a su gusto, muchas veces, los allegados se sorprenden y no comprenden como han vivido engañados tanto tiempo, pero lamentablemente, cuando la máscara cae, ya es tarde.

UNA RAZÓN PARA MATAR

Las razones para matar son variadas, una emoción violenta, en defensa propia, de modo accidental, etc. En cambio, cuando se decide matar a los padres las razones cambian: aparecen cuestiones que están asociadas al vinculo primario, de índole más psicológica de la trama familiar.

Por ejemplo, el poder vencer al padre, en la trama edípica antes mencionada, pero también se pueden agregar cuestiones tales como venganzas infantiles, una reacción frente a algún abuso sexual, o bien razones económicas, de herencia, de apoderamiento de empresas o bienes. En este último caso se trata habitualmente de algo que es preparado, un plan pergeñado, que desde la perspectiva legal, pone en juego la premeditación del acto delictivo. Aunque no faltan aquellos asesinos parricidas, que matan por placer o para ejercer un poder sobre la victima.

Como decíamos anteriormente se trata en términos generales, de una estructura psíquica perversa que no demuestra remordimiento, tampoco empatía y menos aun culpa por el acto cometido.

LA «NOVELA FAMILIAR» DEL PARRICIDA

Es habitual que en los casos donde se produce un parricidio, haya una “novela familiar” que permita entender la situación. Desde la perspectiva de la psicología forense se trata de un hilo que permite hacer el perfil del asesino que surge de una trama vincular propia de ese entorno y que explica la situación desencadenada.

Como decía Freud, en nosotros coexiste la pulsión de vida y la pulsión de muerte, y parte de esos impulsos pulsionales, son sublimados o reprimidos para vivir en sociedad, pero tanto el amor con el odio conviven en nosotros, y el homicidio, lamentablemente, es parte de nuestra humanidad y tiene una raíz psicológica, que hay que desentrañar.

En el año 1928, Freud escribió un texto llamado: “Dostoievski y el parricidio”. En él sostiene que el parricidio es el crimen principal y primordial tanto de la humanidad como del individuo. Se trata siempre de un crimen violento, no por la forma, sino por el vínculo y lo que representa la víctima o las víctimas. Rompe el pacto de social que sostiene a la familia como centro de nuestra vida en sociedad y mucho más aún, rompe con violencia el mandamiento bíblico que dice “honraras a tu padre y a tu madre”.

Diego Quindimil es psicólogo, speaker y profesor de la UBA, la UTDT y la UMAI.
Es autor del libro “Mundo Post Covid: La psicología del trabajo tras la pandemia”, de Ediciones Granica. Ig: @diego.quindimil

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