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Magdalena, un faro para el periodismo
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Magdalena, un faro para el periodismo

Un perturbador silencio en la radio. Una inconmensurable ausencia en la tele. Un enorme dolor en el corazón. Un desgarrador vacío en la memoria. En la búsqueda permanente por la verdad, por más incómoda que resulte. Un vacío que se proyecta sobre el periodismo y la Argentina toda. La muerte de Magdalena Ruiz Guiñazú, la entrañable “Magda” para quienes tuvimos el placer de tratarla, representa un mojón de dolor imborrable para la prensa. Porque ella era (es) insustituible.

Magdalena tuvo la valentía de preguntarle a los genocidas de la dictadura militar por los desaparecidos cuando aún usurpaban el poder; les dio micrófono a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo en aquellos años de terror en los que nadie se animaba a correr ese riesgo; y después, ya en democracia, integró la CONADEP que dio cuenta de las atrocidades cometidas por los militares en esa noche de sangre y plomo. Esa también fue Magdalena, además de una gigante periodista que todas las mañana acompañó nuestras vidas con sus entrevistas y con información seria y rigurosa. Un sello indeleble. La palabra justa.

En tiempos en donde el periodismo, lamentablemente, ha dejado de ser esa referencia ineludible a la hora de buscar el dato preciso (por errores propios, ajenos y de época), Magdalena seguía siendo un faro para muchos de nosotros. Un faro que nos iluminaba qué mares surcar para no perder la noción del rol que los periodistas debemos cumplir. Un faro que hoy se apagó pero que dejó su estela de luz incandescente para seguir guiándonos.

Pero además de ser una referencia ineludible como profesional, era también admirable en cuanto a su calidad como persona. Su humanidad y su sensibilidad, como también su elegante sentido del humor, fueron algunos de los sellos que también la definían. Como también su enorme generosidad, con sus compañeros, con sus colegas y hasta con los estudiantes de periodismo. Siempre tenía el “sí” a flor de piel para cualquier convocatoria que tuvieran que ver con este maravilloso oficio que supo defender como nadie.

En mi caso personal también puedo dar cuenta del incansable y permanente compromiso que “Magda” siempre tuvo en la lucha por el esclarecimiento del crimen de mi compañero José Luis Cabezas, el reportero gráfico de la revista Noticias, asesinado el 25 de enero de 1997. Tanto participando activamente de las marchas por su memoria como en sus espacios en los medios. Así era (es) ella. Sinónimo de periodismo. Del bueno. Del verdadero. Por eso, se la va a extrañar tanto. Y porque la prensa deberá seguir transitando por mares turbulentos sin ese faro que nos ilumine. Gracias por tanto, querida Magda.

(*) Gabriel Michi es periodista y editor de Política de Newsweek Argentina

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