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Llegó la hora de barajar y dar de nuevo en los medios públicos
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Llegó la hora de barajar y dar de nuevo en los medios públicos

En una de las primeras apariciones mediáticas que hizo el presidente electo Javier Milei luego de ganar las elecciones, volvió a decir que quiere privatizar los medios públicos de comunicación (Télam, TV Pública, Radio Nacional y la empresa Contenidos Públicos Sociedad del Estado). Se refirió a esa intención con la frase “quiero privatizar los medios públicos porque no soy partidario de tener un ministerio de propaganda encubierto”.

Por supuesto, ya empezaron a escucharse manifestaciones de algunos de los vividores kirchneristas acerca de asambleas, planes de lucha y todas las terminologías que usan cuando ven amenazados algunos de sus feudos.

El acierto de la declaración de Milei se basa en poner de manifiesto algo que es obvio para cualquiera que conozca lo que ha pasado en esos lugares en los últimos años y en qué los ha convertido el kirchnerismo. Los medios públicos en Argentina no brindan ningún servicio y sólo sirven para hacer proselitismo kirchnerista y dedicarse a difamar a los opositores de los k.

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Son estructuras enormes que pierden una cantidad extraordinaria de dinero (más de 15.000 millones en un semestre) en los que trabajan, mayoritariamente, militantes políticos (en su gran mayoría peronistas) y que no brindan ningún servicio real a la población. Tienen ínfimas audiencias y cuando se investigan sus contenidos se comprueba, una vez más, que no tienen ninguna pluralidad.

En la última campaña electoral fue escandaloso comprobar cómo la mayoría de la información política estaba claramente inclinada a apoyar a Sergio Massa y a criticar a sus rivales.

Que en un país con 42 por ciento de pobres los ciudadanos paguen impuestos para mantener medios de comunicación que se dedican a la propaganda partidaria es inmoral. Hay que privatizarlos para achicar el déficit y porque su funcionamiento es mafioso. Hay cuestiones económicas y morales para defender esa posición.

Por lo demás, el tema está en discusión en muchos lugares. El avance tecnológico y la proliferación de medios de comunicación hace que las audiencias de los medios públicos estén en mínimos históricos en todo el mundo. ¿De qué sirve tener canales como Paka Paka pagados por los contribuyentes cuando hoy se puede acceder a cantidades extraordinarias de contenidos sólo teniendo conexión a internet? Con esa misma conexión a internet se puede acceder, también, a información de todo el mundo. Los defensores de la TV Pública siguen hablando como si hubiera solo 3 canales de TV y no hubiera internet. Defienden sus privilegios con discursos que atrasan 50 años.

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Otra comprobación del avance tecnológico es que hoy los medios de comunicación no necesitan de cantidades estrafalarias de empleados que tienen los medios públicos en el mundo y tampoco se necesitan instalaciones enormes como, por ejemplo, la de la TV Pública argentina. Si se privatizaran, el Estado ahorraría dinero y los empleados que cumplen bien su función podrían trabajar para el nuevo dueño.

Los que generaran buenos contenidos, serían rápidamente requeridos por los privados. Los que cobran para militar políticamente, no tienen por qué ser financiados por los ciudadanos que, con muchísimo esfuerzo, pagan impuestos exagerados en Argentina.

Es muy importante que este tema tenga apoyo en la política y la sociedad porque estas reformas sientan un precedente y son las que ponen a prueba a los gobiernos reformistas. Si el tema se instala y se logra el objetivo, el camino para reformas de más calado estará más despejado.

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Si las mafias políticas o sindicales ganan la disputa, dejarán un camino minado para cualquiera que quiera tocar un privilegio en la Argentina.

Los medios públicos en Argentina son un fracaso de audiencia, un quebranto económico permanente y son lugares de adoctrinamiento y de corrupción. La manera de defender estas reformas es instalando estos temas para que empiecen a tener consenso social.

Argentina necesita salud, educación, seguridad y tranquilidad económica. Los medios públicos sólo les sirven a los militantes políticos que trabajan ahí. Es importante entender que ellos están financiados por todos los argentinos.

Eso es, esencialmente, injusto.

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