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La lapicera da vueltas en el aire
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La lapicera da vueltas en el aire

Tanto por lo que explicitó en su carta de despedida como por lo que deslizó su entorno en “off the record”, Martín Guzmán dejó claro que para timonear esta tormenta económica hace falta un control centralizado de las palancas del poder, con el apoyo consensuado de toda la coalición oficialista. De lo contrario, solo queda la renuncia, para dar paso a una figura que sí logre ese consenso de emergencia.

El razonamiento del ministro saliente suena sensato y lógico. Y en circunstancias políticas mínimamente normales, su paso al costado podría ayudar a descomprimir la tensión de un escenario financiero y monetario volátil. El problema es que si el algoritmo de Guzmán, que vincula su renuncia con la falta de apoyo unificado del Frente de Todos, se aplica a la Casa Rosada en su conjunto, entonces la propia estabilidad del cargo de Alberto Fernández queda peligrosamente cuestionada.

No hay duda de que, más allá de los quebradizos fundamentos de la economía nacional actual, la crisis inflacionaria tiene un fuerte componente político. La falta de confianza en el Gobierno bloquea cualquier medida estabilizadora. Y en ese sentido, queda demostrada la capacidad de Cristina Fernández para esmerilar rápidamente la base de sustentación de su Presidente designado. Lo que no resulta tan evidente es el control que conserva la Vicepresidenta sobre la dinámica de la crisis de gobernabilidad que aqueja al albertismo.

Sería interesante conocer si esta velocidad de desempoderamiento de Alberto Fernández es tan vertiginosa como planeaba Cristina o si, por el contrario, el ritmo del derrumbe se le está yendo de las manos. Solo sabemos que este fin de semana se aceleró todo. Pero aún desconocemos si, en estas horas, ella está pisando el acelerador o si busca nerviosamente el freno.

Recordemos que, formalmente, el límite de un vaciamiento extremo de poder del Presidente podría derivar institucionalmente en su remplazo por la propia Vicepresidenta. ¿Querrá ella tomar el timón del Gobierno de una vez por todas? ¿Le convendrá? Y si no se trata de voltear a Alberto, sino de reformular radicalmente el esquema de poder apuntalando al Presidente con un staff económico y un Gabinete totalmente ajeno al albertismo, ¿se quedaría tranquila Cristina con el avance de, por ejemplo, Sergio Massa o de funcionarios económicos confiables para los mercados, los sindicatos y los formadores de precios?

La famosa “lapicera” -una metáfora fálica que sonrojaría al mismísimo Freud- quedó dando vueltas en el aire durante este fin de semana, salpicando a todos con la mancha de la incertidumbre. Pero todo lo que sube baja. El lunes, cuando abran los mercados y los bancos, esa lapicera podría caer de punta. Y sobre la cabeza de alguno, de alguna o de algunes. Tengamos cuidado.

 

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