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Europa: unida o complicada
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Europa: unida o complicada

Por Lic. Alexis Chaves (*)

En la última reunión de los eurodiputados, hablar de los problemas actuales de la Unión les planteó la necesidad de contextualizar el debate acerca de si los países que la integran tienen una responsabilidad intrínseca que vaya más allá de sus territorios.

Hace algunos días, el canciller alemán Olaf Scholz, señaló que: “En primer lugar, el futuro de Europa está en nuestras manos. En segundo lugar, cuanto más unida esté Europa, más fácil será asegurarnos un buen futuro. Y, en tercer lugar, no menos sino más apertura y más cooperación están a la orden del día”.

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El Viejo Continente ha sido el referente innegable de las ideas de libertad y prosperidad. La unidad europea fue concebida, más allá de una suma de intereses estaduales, como un ideal político que partía de la unidad cultural y el espíritu democrático, con la pretensión fallida de aspirar a la creación de un orden global capaz de garantizar estabilidad internacional y desarrollo económico.

Esa visión es la que señala Scholz que se encuentra en crisis y debe ser resignificada para hacerle frente a los problemas en los que nos encontramos inmersos.

Crear un futuro más sustentable exige redefinir las herramientas e institutos del crecimiento para abordar las nuevas amenazas globales. La capacidad de respuesta de los estados nacionales y la cooperación internacional importan más que nunca.

Los desafíos que, por su naturaleza, son esencialmente transnacionales están impulsando cambios filosóficos e instrumentales en la política, ya que, una planificación cuidadosa es requisito sine qua non para garantizar la resiliencia a largo plazo, sin olvidar que, además de mayores recursos, el mundo del mañana exige que se fomente la creatividad intergubernamental y la cultura del intercambio de conocimientos para que los países puedan aprender de las experiencias de los demás y tomen mejores decisiones en una comunidad internacional plagada de incertidumbre.

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La pandemia, la guerra Rusia-Ucrania, el devenir de los problemas sociales y políticos en Francia, las preocupantes cuestiones migratorias, la necesidad de trabajo y de mano de obra calificada, así tantos otros ejemplos son los que nos deben hacer reflexionar al resto de los países, acerca de este mundo multipolar al que hay que empezar a ordenar dando los debates parlamentarios necesarios y alzando la voz para cimentar bases y ejes temáticos globales.

Se hace evidente que Europa deberá establecer criterios y prioridades, para asegurar antes que nada la estabilidad alimentaria, junto a la reducción de la pobreza y no dejar de lado la protección del medio ambiente y sus factores climáticos. Y es en este sentido que resulto novedoso que algunos solicitaron trabajar mancomunadamente en una nueva legislación que garantice “justicia social”.

Cada conflicto en eurozona, tiene necesariamente un efecto dominó que produce una fuerza centrípeta en los estados de la UE, lo que los obliga a fijar posición y mantenerse unidos en ejes centrales que son discutidos en profundidad.

La síntesis del debate en el parlamento europeo puede consistir en la reafirmación de que el mundo necesita de una UE que pueda pensarse a sí misma como parte de los fenómenos sociales que en sus diferentes sociedades van ocurriendo, que ponga el foco en la pobreza y progreso limpio.

El éxito o fracaso del reto que se les presenta requiere traducir los principios y la voluntad transformadora de la Europa occidental en hechos concretos que reestablezcan la cohesión social, si no lo hace, el proyecto europeo corre el riesgo de quedar reducido a un conjunto de buenas intenciones inmersas en una enorme caja de resonancia de su propia retórica.

(*) Politólogo y analista parlamentario

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