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Hernán Lacunza: «Con las actuales reglas de juego, no se va a poder generar empleo»
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Hernán Lacunza: «Con las actuales reglas de juego, no se va a poder generar empleo»

(Entrevista realizada por Liliana Franco, Editora de Economía de Newsweek, para la edición impresa).

El ex titular del Palacio de Hacienda cree que para salir del estancamiento se necesita aumentar las exportaciones y generar empleo ofreciendo algo que nunca hizo la Argentina: robustez fiscal. Tanto la dirigencia pública como la privada tienen que dejar de jugar al Antón Pirulero, asegura.

N: ¿Por qué Argentina, a pesar de las oportunidades que tiene, acumula fracasos?

-Argentina perdió su patrón de desarrollo a mediados de los años 70, hace casi 50 años. Durante los años previos tuvo dos modelos distintos. Uno durante 1880-1930, que dio buenos resultados en materia de crecimiento, pero no de equidad. Después tuvo un segundo patrón, entre 1945 -1975, con otros fundamentos, que hizo más hincapié en el consumo interno, la sustitución de importaciones y el rol del Estado. Este modelo se vio agotado a mediados de la década del 70. Desde entonces el país alternó distintos enfoques sin solución de continuidad, más bien con el clásico péndulo en las políticas. Este péndulo últimamente se transformó en volantazos, cada vez duran menos los ciclos. Y los resultados son paupérrimos: en las últimas cinco décadas estamos retrocediendo.

Básicamente, el rasgo en común que tuvieron esos intentos -desde la democracia hacia nuestros días- es que ninguno de ellos tuvo consistencia fiscal. Todos incurrieron en déficits persistentes, a veces financiados con emisión monetaria -que trajo más inflación- y otras financiado con crédito -que trajo problemas de deuda-. Y todos -los regímenes monetarios asociados desde la convertibilidad, las metas de inflación o la emisión descontrolada que tenemos ahora- naufragan a la luz de la inconsistencia fiscal.

Obviamente, esta situación inhibe un proceso de desarrollo continuo y se produce un deterioro en el bienestar y las condiciones de vida. Como consecuencia, desde 1983 a nuestros días la pobreza promedio es 36% y la inflación promedio 70%. Y no es un atribuible a un enfoque en particular, sino a la ausencia de un patrón de desarrollo con consistencia fiscal de los últimos cincuenta años.

N: ¿Qué necesitamos para quebrar décadas de estancamiento y frustración? ¿Un acuerdo político?

-Por supuesto que los acuerdos políticos son condición necesaria, no suficiente. Tienen que ser sobre bases económicas sólidas y consistentes. Tenemos que ponernos de acuerdo en tres pilares centrales: no se puede gastar todo el tiempo más de lo que ingresa, la “maquinita de la felicidad” del Banco Central no existe y hay que vivir integrado al mundo. Entonces, para exportar hay que importar y tener crédito es bueno y hay que usarlo con responsabilidad.

N: Defina las políticas centrales que usted implementaría para salir del estancamiento.

-El punto de partida es el trípode que definí antes sobre el cual asentar un programa económico. Los objetivos instrumentales de un programa económico deberían ser aumentar las exportaciones y el empleo. El primer punto para poder superar la asfixia de divisas que suelen hacer naufragar todos los procesos de crecimiento, incluso los más saludables para el país. Esto solo se podrá superar con un aumento persistente de las exportaciones, lo que obviamente está asociado a la competitividad. En cuanto al empleo, ningún programa económico podrá ser sustentable sin cohesión social y el gran articulador social es el empleo privado. Todo lo demás, los programas, los planes, son transitorios, son paliativos.

Con las actuales reglas de juego en el mercado de trabajo, está demostrado que no se va a poder generar empleo de manera continua e importante. En estas cinco décadas de estancamiento, con ciclos de auge y depresión, sistemáticamente tenemos problemas para generar empleo. De hecho, la cantidad de empleo privado de hoy creció bastante menos que la población en estos 50 años, es decir ha perdido participación relativa. Las reglas de juegos actuales, con contratos de trabajo que son muy caros de contratación y muy conflictivos en su recisión, son el combo perfecto para que un empresario piense cuatro veces antes de contratar a un empleado nuevo.

En esto hay que ser muy claro: para que cualquier reforma tenga efecto tiene que ser creíble y no reversible en el tiempo, apenas cambie el gobierno. De ahí la necesidad de que sea económicamente sustentable y políticamente consensuada, porque si siempre está sometida a que el nuevo que venga haga todo lo contrario, nadie va a contratar a nadie.

N: Hace décadas que los argentinos atesoran dólares. ¿Se debe implementar la bimonetización?

-Pensamos en dólares porque el peso no brinda reserva de valor, solo por eso. No es que genéticamente seamos distintos al resto del mundo. Muchos países latinoamericanos tenían el problema de bimonetarismo y lo fueron resolviendo con una inflación baja y persistente a lo largo de las décadas como, por ejemplo, Perú y Uruguay. Lo que hay que descartar son las fórmulas mágicas, que a través de una ley va a cambiar una costumbre.

No sé bien que significa el bimonetarismo, ya existe. No creo que aparezca una oferta voluntaria de dólares porque le demos curso legal. Va a aparecer una demanda genuina de pesos si bajamos la inflación y tenemos que tener en claro que para reconstruir la demanda de dinero local y el que el dinero recobre sus funciones de reserva de valor y unidad de cuenta que -está bastante deteriorado-, no existen soluciones mágicas, hay que bajar la inflación. El otro extremo es el gobierno actual que pretende inducir la demanda de pesos de manera compulsiva, esto va a ser contraproducente.

N: ¿Se debe dolarizar la economía?

-Lo veo mal. Es una propuesta inconducente. Además, esta propuesta tiene que sincerar a la población que en realidad se necesita una licuación de los pesos en circulación, lo cual me parece un atajo inconducente del cual, luego, es muy difícil salir.

N: ¿Cuál es la mayor dificultad para que Argentina pueda entrar en una economía estable?

-Para conseguir la estabilidad tiene que haber un ancla fiscal. La verdadera reforma monetaria es que el Tesoro le deje de pedir pesos al Banco Central. Si hacemos eso, hay varios regímenes monetarios que pueden funcionar pero, si no lo hacemos, ninguno va a funcionar. Así que hay que hacer lo que nunca hizo la Argentina: ofrecer una robustez fiscal.

Todos estamos de acuerdo en recortar gastos pero, claro, que recorte el otro. Todos somos conscientes que hay que hacer una cirugía, pero que se la hagan al otro. Creo que la inflación al 90% anualizada que tenemos hoy es un gran concientizador de que así no podemos seguir con este gasto. No dijo si es alto o bajo, pero lo que no se puede es gastar 40 y recaudar 30 todo el tiempo como pretendemos hacer nosotros. Este gasto no es financiable.

En esto la dirigencia, tanto pública como privada, tiene que dirigir (el ajuste) y dejar de jugar al Antón Pirulero donde cada uno atiende su juego. Si la dirigencia pública tira del mantel para ver quien se lleva la mayor porción sin mirar al conjunto, va a ser muy difícil. Si la dirigencia privada se queja del nivel de impuestos pero después los sectores de ingresos altos piden tasas subsidiadas; los de ingresos medios piden tarifas subsidiadas y los de ingresos bajos piden planes sin contraprestación, entonces somos adictos al déficit. Tenemos que empezar por el consenso de la dirigencia pública y privada.

N: El gasto público es otro de los grandes problemas de la Argentina. ¿Qué haría con los planes sociales y las jubilaciones?

-El sistema previsional tiene un déficit de 3 puntos del PIB, la mitad de los jubilados actuales entraron por la moratoria sin los aportes correspondientes. Es muy simpático hacer moratorias, pero después nos quejamos porque las jubilaciones son bajas. El 55% de los jubilados pertenece a un régimen especial, hay 207 regímenes especiales. Este sistema previsional es inviable.

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