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Chouza: “El nuevo presidente va a tener que implementar un programa de estabilización con foco en la inflación”
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Chouza: “El nuevo presidente va a tener que implementar un programa de estabilización con foco en la inflación”

La economía ha jugado un rol clave en estas elecciones presidenciales de 2023 y probablemente también lo sean en el ballotage de este 19 de noviembre. De hecho, uno de los candidatos, Sergio Massa, es el ministro de Economía; y su rival, Javier Milei, es un economista liberal cuyo programa está centrado en el ideario libertario.

Pero, ¿cuáles son los desafíos centrales que le esperan a quien gane este domingo? ¿Qué medidas urgentes deben encarar para mitigar esta crisis y, especialmente, llevar algo de orden a esta situación caótica plagada de distorsiones en los precios, el tipo de cambio y también las regulaciones? ¿Es viable un programa de estabilización sin un elevado costo social?

Para analizar estos temas, Newsweek Argentina conversó con Sergio Chouza, economista y titular de la Consultora Sarandí.

Los principales desafíos económicos del próximo presidente argentino

¿Con qué escenario político, en relación a su capacidad de liderar la economía, se va a encontrar el próximo presidente?
– El escenario político que va a dejar esta elección es de oportunidad porque, con la legitimidad de las urnas, el elegido va a tener por lo menos la mitad más uno de los votos. Eso te da una legitimidad y un espaldarazo, como para poder tomar decisiones de gobierno. No digo llevarte todo puesto, pero sí establecer un programa en el sentido de lo que fueron las promesas electorales o la cosmovisión que transmite su fuerza política.

¿Y el escenario económico? ¿Cuál es el diagnóstico y cuál el sendero a transitar, no desde el 11 de diciembre, sino desde el 20 de noviembre?
– Desde el punto de vista económico, Argentina es una máquina muy dañada, muy debilitada, y la cantidad de desafíos que va a tener la nueva gestión desde el vamos es enorme. Principalmente, el nuevo presidente va a tener que implementar un programa de estabilización, lógicamente con foco en la inflación, desarrollando un plan antiinflacionario.

Tenés que ir a un programa integral con el centro puesto en el combate contra la inflación. Junto con eso vas a tener que hacer una reformulación, un reseteo de la política cambiaria y una modificación de algunos aspectos institucionales que hoy están bastante rotos.

Me refiero al funcionamiento de algunos mercados, trabas y regulaciones que tienen algunos de ellos y que fueron puestas en formato ´parche’ para suplir una situación de emergencia desde lo político, en la que el reloj de arena de había dado vuelta y tenías muy poco tiempo. Ya fuera del marco de emergencia tenés que ir normalizándolo y sincerándolo.

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¿Qué debería priorizar quien gane para resolver en el corto plazo?
– La principal es darle un tratamiento al mercado de cambios. En Argentina, con este grado de distorsión por el cepo estricto, se ha llegado a un punto límite sobre la disfuncionalidad de este esquema y su imposibilidad de que sea permanente, más allá de la urgencia electoral. El nuevo presidente tiene que generar un esquema de salida del cepo, que desde mi valoración subjetiva no significa necesariamente algo compulsivo, automático o espasmódico de liberalizar todo, como ocurrió desde diciembre de 2015. Pero sí puede darte un horizonte a partir de una programación, la fijación de metas, transmitir con mucha precisión las políticas económicas y las efectividades conducentes como para ir normalizando el mercado e ir dándole armonía a su funcionamiento. Y eso te va a dar previsibilidad.

Eso a nivel macro. ¿Y para la economía de impacto directo en la calle?
– El segundo desafío es trabajar sobre los precios relativos, y es otro de los tópicos que tiene que tener sí o sí ese programa de estabilización. Hay que adecuar algunos precios relativos que hoy están rotos: no hay referencias de precios. Para simplificar, se puede decir que los servicios están muy baratos y los bienes están muy caros; los salarios están muy atrasados y el dólar muy adelantado. Se necesita ir sincerando y equilibrando algunas variables. Y hay que dejar de apelar a algunas regulaciones, en varios casos absurdas, por lo cual terminan siendo contraproducentes. Y todo eso lo hacés con un conjunto de políticas que te sostengan el poder de compra del salario, que ya viene muy dañado desde hace años.

¿Es posible hoy pensar en políticas económicas de mediano o incluso largo plazo?
– Argentina tiene que darse una política de desarrollo y, para eso, la previsibilidad y establecer reglas de juego claras, a partir de la reformulación del marco jurídico, es fundamental. Para eso, obviamente, vas a necesitar leyes, acuerdos legislativos, institucionales, mucho diálogo con las provincias y el resto de las fuerzas políticas, independientemente de quién gane. De esa forma, no solo se podrá dar un horizonte jurídico más estable a mediano plazo, sino también garantizarle al sector privado que puede haber cambios profundos que excedan a una administración.

Massa adelantó que su ministro de Economía será de otra fuerza política

Me parece que, en ese sentido, hay algunas señales positivas en el mensaje de Sergio Massa porque, por ejemplo, está diciendo ‘yo le voy a dar la mitad del Banco Central a la oposición’, también la Oficina Anticorrupción. Parece una idea de dar transversalidad a un eventual gobierno, de modo que no haya un poder totalizante, sino controles cruzados.

Si eso se extrapola a otros aspectos de la economía, podría dar mayor solidez. Hablo de la economía, del sector del conocimiento, el de los hidrocarburos, el off shore, el litio. Tenés que seguir trabajando en acuerdos para actualizar la legislación y dar mejores condiciones para la producción, para alentar las inversiones y promover el empleo de una manera un poco más fluida que ahora, dado que la decisión de emplear parece bastante trabada.

Ahora, ¿es posible llevar ese plan de estabilización -que seguramente implicará un ajuste- partiendo de bases tan altas de pobreza, inflación y endeudamiento? ¿Cómo hacerlo sin generar una crisis social de gran escala?
– Obviamente no tengo la fórmula mágica. Pienso, desde mi percepción personal, que debería ser más un trabajo de orfebrería que de carnicería. En el marco de ese trabajo de orfebrería tenés que cuidar mucho el gradualismo, el timing de la implementación de medidas; priorizando, manteniendo la premisa de que tiene que ser una normalización secuencial, y que hay algunos rasgos y algunos factores de ese proceso de estabilización que no responden de un día para el otro. Hay que entender también que el proceso no es lineal, que puede haber marchas y contramarchas, que tenés que darte un sendero, un horizonte. En ese sentido, me parece que la credibilidad de un programa atada a la comunicación será clave: tiene que estar bien comunicado. Durante este año y monedas de Massa como ministro no lo pudiste lograr porque, aunque Massa transmite bien la economía, no es un técnico avezado en la materia que te pueda dar una conferencia de prensa con especialistas, sacarte todas las dudas o ir al detalle fino.

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Tenés que priorizar, y para mí la priorización implica dar un sendero para la normalización del mercado de cambio, hacer un diseño del programa financiero 2024 que sea consistente. Argentina no tiene uno consistente y creíble tal vez desde 2017. Fue el último. Después, o no hubo o fueron inverosímiles.

Tenés que presentar un programa financiero con hipótesis, con funciones de reacción, con contingencias ante casos de desvíos y, a partir de eso, trazar objetivos de cómo vas a ir flexibilizando el mercado de cambio, cómo vas a ir de a poco aliviando el cepo estricto.

¿Todo esto puede tranquilizar al mercado, llevarle certezas?
– Obviamente, pensarlo y elucubrarlo de forma teórica es siempre más fácil que implementarlo. Para eso necesitás, además de meterle cabeza, tener buenos ejecutores, que tengan también una carta blanca de credibilidad como capital preliminar. Por eso me parece que es clave esta idea de que el próximo presidente ceda la jefatura económica a alguien validado por el mercado y por el Círculo Rojo. No que ponga un economista militante, sino a un economista de la disciplina y que no tenga una impugnación automática por parte de esos actores del mercado.

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