Leyendo:
El fin de la mafia y el tiempo de los honestos
Artículo Completo 6 minutos de lectura

El fin de la mafia y el tiempo de los honestos

Lo único que progresa en la Argentina es la crisis y la desesperanza. El peor gobierno de la historia mira la situación y no tiene ninguna capacidad de reacción. Los ministros se esconden, los periodistas oficialistas no tienen ningún argumento para defender este descalabro. Los integrantes de La Cámpora se esconden dentro de sus despachos y los militantes kirchneristas de la cultura y del espectáculo han perdido su elocuencia.

Ya no tienen a quien poner al frente. Las últimas incorporaciones que venían a relanzar la gestión (Manzur, Scioli, Batakis), anunciados como “sangre nueva” por el inefable coro de periodistas decadentes del universo K, son hoy juguetes rotos sin ninguna capacidad de incidir en la realidad.

Fernández muestra estar ido de la realidad. Ante la violencia de la crisis, sólo se le ocurre asistir a reuniones internacionales y ofrecer desopilantes explicaciones acerca de la inflación en Europa y Estados Unidos. Dice disparates similares a cuando, tiempo atrás, mostraba filminas erróneas con datos falsos durante las largas y delirantes charlas que daba en la época de la cuarentena eterna.

Pocas veces se puede ver un escenario de una fuerza política en decadencia imparable con la certeza de que cada día será peor. El mundo ha perdido completamente el interés en Argentina, salvo para consumir esas imágenes diarias que parecen extraídas de programas de humor. El actual gobierno argentino es desopilante en las formas y genera un daño enorme en una población esquilmada y exhausta, que ve que su futuro está en manos de una mafia política, que es sumamente eficiente para robar, pero profundamente inútil a la hora de administrar el Estado.

Tienen el iceberg a 10 centímetros y anuncian medidas vacías de contenido. Batakis dice que se prohíben los ingresos de personal nuevo al Estado cuando hasta el último lumpen militante del PJ ya está adentro de la estructura del Estado luego de haber cumplido una meritoria carrera como cebador de mate en una unidad básica. Por respeto a los ciudadanos que pagan impuestos tendrían que echar a miles de militantes ñoquis y cerrar varios ministerios que no sirven para nada. Con el riesgo país en casi 2900 y el dólar rondando los 350, la impotente Batakis quiere demostrar que hace algo diciendo semejante insustancialidad.

Este gobierno aumentó un 20 por ciento el gasto estatal desde el final del gobierno de Macri. En su insignificancia, la ministra toma por idiotas a los ciudadanos.

Hay que recordarles sus dichos a todos los que vendieron la versión del “Alberto moderado” y la “CFK estadista” y a los que embellecieron este disparate, cuyo único fin fue siempre la búsqueda de la impunidad para CFK y los negocios propios. Cierto establishment argentino está hundido en un pozo de indignidad e indecencia.

CFK no dice nada de la crisis económica que está haciendo sufrir a muchos argentinos. Ese tema no le interesa en lo más mínimo. Lo que sí hace es criticar a la Corte Suprema porque sabe que su futuro judicial es negro. El patético Fernández se suma a eso. Los indigentes intelectuales esclavos de CFK mienten diciendo que miembros de esta Corte fueron nombrados por Macri, en una maniobra que marca lo desesperados que están. Solamente alcanza con revisar cómo se nombraron los ministros de la Corte: Lorenzetti fue nombrado en la época de Kirchner, Maqueda, en la de Duhalde. Mienten diciendo que a Rosatti y a Rosenkrantz los nombró Macri por decreto cuando ambos juraron sus cargos en el momento que el Senado les dio el acuerdo. En el colmo del descaro prefieren olvidar que Rosatti fue, además, el ministro de Justicia de Kirchner.

CFK no dudaría en llevarse por delante el estado de derecho con tal de evitarse una condena judicial. A ella no le importa la gente ni las instituciones. Es capaz de romper lo poco que queda en pie en su búsqueda de impunidad. Pero está débil y asustada, y es justamente esa debilidad y ese pavor lo que la hace tan destructiva y dañina.

La oposición no desestabiliza y eso es lo correcto, lo cual deja en evidencia que los únicos golpistas que sacan gente a la calle para voltear gobiernos son los que están al mando ahora. Son esos mismos que voltearon el gobierno de De la Rúa. Los que intentaron, sin lograrlo, hacer los mismo con el de Macri. La oposición debe seguir en este camino y recordar que siempre estarán a disposición para sesionar en el Congreso. El gobierno es del Frente de Todos y ellos tienen que tomar las decisiones que crean convenientes.

El patetismo infinito de la Argentina lleva a escenas como la del otro día cuando Juan Grabois dijo: “Estamos dispuestos a dejar nuestra sangre en la calle”. Grabois pertenece al Frente de Todos y es también asesor del Papa Francisco en el Consejo Pontificio de Justicia y Paz. Habría que preguntarle a Bergoglio qué opina de esos discursos setentistas, ya que fue él quien le dio un cargo.

No existe un futuro mientras haya una mafia que maneja la vida de la gente honesta. Ojalá que esta crisis traiga el tiempo de los honestos y un inclemente final para esta mafia política que se robó el futuro de todos. Que el padecimiento y sacrificio de tantos sirva para que estos crápulas kirchneristas no tengan nunca más un rol en la Argentina de la decencia.

Gracias a un texto de Fernando Savater descubrí una frase de Edgar Quinet (1803-1875) que parece hecha para este momento de la Argentina: “El exilio no es abandonar su país, sino vivir en él sin poder reconocer nada de lo que nos hacía amarlo”.

Ingresa las palabras claves y pulsa enter.