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Cinco definiciones de Lula, que se consolida como principal candidato en Brasil
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Cinco definiciones de Lula, que se consolida como principal candidato en Brasil

El grupo Globo, el multimedios más poderoso de Brasil, apoyó y fue una pieza clave en la investigación judicial conocida mundialmente como Lava Jato, que denunciaba los vínculos de corrupción en la obra pública, entre el Poder y la empresa Odebrecht, y también en un episodio presuntamente vinculado, que llevó a la cárcel a Luiz Inácio Lula Da Silva.

Durante el extenso juicio, los debates sobre su inhabilitación para participar en las elecciones presidenciales, su tiempo en prisión y las discusiones sobre su liberación y la posibilidad de una nueva candidatura, Globo fue sumamente crítico del exmandatario.

Pero este jueves, Lula tuvo la oportunidad de expresarlo por la pantalla de TV Globo, en el noticiero de mayor audiencia de Brasil, “Jornal Nacional”. «Fui masacrado aquí por cinco años consecutivos», aseguró durante la primera entrevista que le concedió luego de años de enfrentamientos y también la primera nota extensa que da a los medios en el marco de su campaña presidencial.

La entrevista de Globo a Lula duró más de 40 minutos y marcó 31, 2 puntos de rating, una semana después de que Jair Bolsonaro registrara 32 puntos, un récord para la emisora, aunque el actual mandatario no salió tan bien parado como el candidato del PT, que sigue liderando las encuestas e imponiéndose en primera vuelta. Ciro Gomes sigue tercero, muy lejos de ambos y también fue al canal, pero su participación no movió el amperímetro político.

Lula volvió a darle una entrevista al grupo Globo, que fue uno de los principales impulsores mediáticos del Lava Jato, que lo llevó a la cárcel (Foto: REUTERS/Pilar Olivares )

La presencia de Lula en la tele, en una entrevista en vivo, fue un verdadero show nacional. Las imágenes registradas por Reuters dan cuenta de eso: la gente en las calles siguiendo en vivo las alternativas de la nota en televisores o desde sus dispositivos móviles, y grandes actos a favor o en contra en distintas ciudades.

Es una campaña caliente en términos discursivos, e incluso con altos niveles de violencia. Ambos postulantes han denunciado atentados contra sus actos, e incluso Lula salió a uno de ellos en Río de Janeiro portando chaleco antibalas debajo de su guayabera blanca. Pero aún así Lula pudo dejar al menos cinco importantes definiciones para entender por quiere volver a ser presidente y, sobre todo, qué va a hacer.

CORRUPCIÓN Y JUSTICIA
Dados los antecedente de la relación de Lula con Globo por el Lava Jato, ese fue uno de los primeros ejes en discusión. Y el expresidente les dijo a los periodistas William Bonner y Renata Vasconcelos que la causa había “arrojado lodo” no sólo sobre él, sino también sobre toda la Justicia, y en especial sobre el Ministerio Púbico Fiscal.

«El Lava Jato llegó del Poder Judicial a la política con el objetivo de detener a Lula», aseveró.

Pero, de cara al futuro, aseguró que no busca revancha y prometió no nombrar ningún fiscal general que le responda, como tampoco jefes de la Policía Federal. “Si hay una denuncia de corrupción, que se investigue”, sostuvo sobre su posible Gobierno.

De hecho, Lula admitió que hubo corrupción durante su Gobierno. «Uno no puede decir que no hubo corrupción si hubo gente que confesó, pero la delación premiada hizo que muchos que admitieron que robaron se hicieron más ricos», afirmó sobre los presuntos contratos irregulares con Petrobras.

GOBERNABILIDAD
Si finalmente Lula se impone el 2 de octubre (Datafolha le da una ventaja de 15 puntos sobre Bolsonaro), se encontrará con un escenario complejo: una crisis internacional grave en términos económicos y políticos, y la paradoja nacional de una economía en alza y con deflación, mientras que se baten récords históricos de hambre y crece el descontento social.

En ese marco, garantizar la gobernabilidad no parece una tarea sencilla, y Lula asegura que, de hecho, no lo está siendo para Bolsonaro, a quien calificó como un «bobo de la corte», expresión local que significa que tiene el cargo pero no el poder. De acuerdo al líder del PT, el presidente ya no gobierna, sino que las decisiones pasan hoy por el titular de Diputados, Arthur Lira, quien maneja el llamado “presupuesto secreto” (un escándalo tras la denuncia de que se aprobó una partida especial para los propios diputados sin pasar por el ejecutivo).

«Bolsonaro no puede ocuparse del presupuesto; los ministros lo llaman a Lira. Hay que terminar con este semipresidencialismo», afirmó.

Pero sobre Lula y el PT sobrevuela el fantasma del impeachment que destituyó a Dilma Rouseff. El candidato sugirió que eso a él no le pasará. «A Dilma la oposición en el Congreso no la dejó tomar las medidas para salir de la crisis«, señaló, y anticipó: «Quiero volver para ser mejor de lo que fueron mis ocho años de gobierno. Quiero volver porque quiero hacer las cosas que debería haber hecho pero no sabía que era posible hacer».

Para hacerlo, deberá gestionar un escenario político de atomización legislativa pero de fuerte polarización social. «La polarización es buena en una democracia; no hay polarización en el Partido Comunista de China y el Partido Comunista de Cuba», opinó, y adelantó que su gobierno apostará a una “pacificación” en contra del “odio diseminado” por las facciones de ultraderecha, que se reflejan claramente en los discursos de Bolsonaro.

De las palabras de Lula, se desprenden dos estrategias para enfrentar este problema. El primero de ellos es la conformación de una alianza que no sólo tenga fines electorales, sino también programáticos. Durante la nota con Globo, elogió a su actual compañero de fórmula, Geraldo Ackmin, un conservador del Partido Socialista Brasileño que se enfrentó fuertemente a Lula en el pasado.

El otro eje es la economía con perfil social.

LA VUELTA DE LA FELICIDAD
En una breve frase, Lula dio otra pista sobre el perfil económico que viene dando a conocer a cuentagotas en sus discursos y a través de sus voceros: “La gente volverá a ser feliz, con mejor calidad de vida”.

En los últimos días, había anticipado que no mantendrá el techo de gasto establecido por Bolsonaro, asegurando que no dejará en manos del Congreso la potestad de llevar adelante el Gobierno. Y también prometió, en esa línea, que no serán necesarios los planes sociales coyunturales, ya que avanzará rápidamente en una redistribución, descongelando las paritarias.

Respecto a la energía, la bancada de Lula votó a favor de los subsidios a los combustibles, pero su propuesta para una eventual presidencia es de más largo plazo: sostener a Petrobras como empresa estatal (Bolsonaro la quiere privatizar) e incluso realizar una mayor inversión, adquiriendo más refinerías y multiplicando los recursos para la exploración de pozos.

En ese aspecto, le preguntaron cuáles fueron sus errores durante su gestión o, mejor dicho, cuáles son los que no debería volver a cometer, y Lula destacó el haber intervenido artificialmente en el precio de los combustibles y haber dado beneficios fiscales a largo plazo mientras los precios de las materia primas exportables bajaban.

EL CAMPO EN ARMAS
Como en buena parte de América Latina, la disyuntiva entre el avance de la agroindustria y la sostenibilidad ambiental atraviesa un momento clave. El cambio climático está golpeando duramente ahora al hemisferio norte, pero el caso de los desmontes en el Amazonas da la vuelta al mundo.

Países como Francia acusan al Gobierno de Bolsonaro de promover la deforestación indiscriminada en favor de las empresas agrícolas que van expandiendo sus fronteras en base a “ecocidios” permanentes. Y ese campo es actualmente una fuerte base de apoyo para el presidente.

Durante la entrevista, Lula defendió al Movimiento Sin Tierra, el grupo de campesinos que lo respalda, el cual es criminalizado por Bolsonaro. De hecho, denunció que el mandatario está favoreciendo que sus seguidores se armen y tomen actitudes violentas.

Pese a ello, buscó transmitir un mensaje conciliador, diferenciando «entre el agronegocio que es serio y cumple normas ambientales para exportar a China y a la Unión Europea» y los bolsonaristas, a quienes consideró una minoría.

BRASIL Y EL MUNDO
Durante su gestión, Lula fue también uno de los líderes del movimiento de presidentes “progresistas” latinoamericanos, junto a Hugo Chávez, y también tuvo un diálogo cercano con Cuba. Pero, ¿qué va a hacer ahora frente a Maduro, Ortega (Nicaragua) y otros gobiernos considerados “autoritarios”?

“Precisamos respetar la autodeterminación de los pueblos, cada país debe cuidar de su nariz», respondió. Y concluyó: «Si ganamos las elecciones habrá una marea de amigos de Brasil que están desaparecidos y que van a volver a visitar Brasil porque será amigo de todo el mundo. Brasil no tiene conflictos internacionales».

Pese a esta tibia definición, sí fue claro en otras oportunidades sobre su interés en potenciar el Mercosur, hoy al borde de la ruptura. Inclusive propuso la creación de una moneda común, llamada “Sur”, que permitiría romper la histórica dependencia del dólar, en tiempos de grandes fluctuaciones y con la latente amenaza de una tercera guerra mundial.

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