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La pizzería chilena que es ejemplo de inclusión: «Lo malo que pasamos lo transformamos para hacer un aporte social»
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La pizzería chilena que es ejemplo de inclusión: «Lo malo que pasamos lo transformamos para hacer un aporte social»

En la ciudad de Los Ángeles, en Chile, se encuentra una pizzería que es mucho más que un lugar para comer. Creada por una familia conformada por cuatro mujeres, lograron transformar una dura historia de vida en un espacio que se convirtió en ejemplo de inclusión en todas sus formas.

De Mi Tierra Pizzas” nació en el 2013. Lilian y Marianela Sáez son las dos hermanas que están al frente de este restaurante, que poco a poco fue creciendo hasta consolidarse dentro de su ciudad.

Lilian y Marianela, junto a parte de su equipo. (Foto: Newsweek Argentina)

 

Cuando eran chicas sufrieron la dolorosa pérdida de su papá, y su madre tuvo que afrontar sola la crianza de tres hijas (tienen otra hermana llamada Jimena). De grandes, ambas partieron hacia Santiago, la capital de Chile, para estudiar. Pero con el correr del tiempo, decidieron volver a su Los Ángeles natal para estar más cerca de su mamá.

Fue así que surgió la posibilidad de comenzar con este emprendimiento, que partió de su difícil historia de vida. “Nos encontramos con una idea que nace de algo muy sencillo: hacer pizzas, que era lo único que sabíamos hacer y con lo que nos dábamos un gusto de muy chicas. Pensamos que podía ser un negocio si aprendíamos a hacer algo bueno y sencillo”, contó Lilian a Newsweek Argentina.

Desde el comienzo, decidieron darle a su restaurante una impronta que reconozca la cultura mapuche, los sabores locales y el cuidado por el medioambiente. “Fue un acierto. No pensábamos que a la gente le iba a gustar el mismo sabor que a nosotras, porque nuestro producto no es la pizza italiana sino que rescata los ingredientes del campo, de la cordillera, de la cultura mapuche y toda esa memoria que no la tenemos de manera consiente pero si en nuestra genética”, expresó.

Sin embargo, no se detuvieron allí y decidieron avanzar para que el local sea un espacio que incluya a toda la sociedad. Así fue como con pequeños cambios, lograron crear un espacio inclusivo en todas sus formas.

Una de sus mesas fue adaptada para personas con discapacidad visual. (Foto: Newsweek Argentina)

Comenzaron por implementar la hora silenciosa: todos los días, de 16 a 17:30, el local apaga la música, baja las luces y otorga audífonos aisladores de ruido para que las personas con TEA, autismo o sensibles a los sonidos fuertes puedan tener un espacio tolerable, amable y tranquilo.

A eso le siguió implementar un espacio para las mujeres que necesiten amamantar a su bebé, a quienes se les otorga una infusión gratuita para que estén cómodas; baños inclusivos para todos los géneros; una mesa especial con una carta escrita en braille para las personas con visión reducida; regalo de almohadones para mujeres recién operadas de cáncer de mama; y comederos y bebederos para ser un lugar pet friendly.

Tuvimos eventos muy duros, fue tan difícil todo, nos cerraron tantas puertas, estuvimos tan solas, que queríamos que cuando pudiéramos estar bien, todos se subieran a este barco. Quería que cuando yo llegue, sume a más personas; que si yo disfruto, todos disfruten conmigo. Tuvimos malos jefes y ese fue un motor para tener un buen ambiente laboral. Nos sentimos excluidas, y ahora queremos incluir. Todo lo malo lo reciclamos y lo transformamos para poder hacer un aporte social. Por eso este lugar es más que un restaurante: es un concepto, una idea, una forma de ver la vida”, resaltó Lilian.

A esto, se suma que “De Mi Tierra Pizzas” es un centro de prácticas de una escuela para chicos con discapacidad intelectual, como síndrome de down, quienes trabajan como anfitriones.

“La escuela especial nos aporta mucho. Ellos nos vienen a capacitar, nos dan charlas de inclusión para estar conectados, vienen a acompañar a los chicos para que ellos estén más cómodos los primeros días hasta que se adapten. Es algo super lindo. Los chicos son incluidos, tienen nuevos temas de conversación, las profesoras nos cuentan que llegan al colegio y se creen rockstars porque vienen del trabajo. Realmente les cambia la vida a ellos y a todo su entorno: a esa mamá que creía que su hijo no iba a tener un espacio en la vida, a los otros hijos y niños que ven a los chicos acá y se inspiran”, relató Lilian.

“Siempre va a quedar algo por hacer, y estamos orgullosas de eso. Cuando dicen ‘esto si es inclusión’… Ojo con esa palabra, porque todo es inclusión. No es que en braille sí y las mujeres no; que el TEA si y las personas LBGTQ+ no. Todo es inclusión, y si somos exclusivos con la inclusión, entonces el trabajo está perdido”, remarcó Sáez.

Actualmente, la pizzería cuenta con cuatro sucursales, en la que se emplea a 95 personas, de las cuales 74 son mujeres. También forma parte del proyecto Felipe, el marido de Lilian; y Marco, su cuñado, quienes cumplen distintos roles, manteniendo el origen familiar.

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