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El voto rebelde al líder rebelde
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El voto rebelde al líder rebelde

Por Gonzalo de Janin y Petro Antenucci (*)

Basta un análisis rasante sobre el mapa de los resultados de las elecciones para entender y explicar la consagración de Javier Milei como el candidato más votado de las PASO.

Los ciudadanos de nivel socio-económico bajo, las zonas productivas y fundamentalmente el fuerte apoyo de los jóvenes de todo el país han sido los pilares sobre los que se construyó una nueva y novedosa tribu política.

En marzo, anticipamos que Javier Milei tenía posibilidad de dar la sorpresa en las elecciones. Un estudio nacional que realizamos en Mucho en Común sobre “Los jóvenes, la democracia y las instituciones” mostraba con total nitidez la relación de apatía y desinterés de las nuevas generaciones por la política.

Así llegamos los argentinos al cuarto oscuro

Para la mayoría de los ciudadanos de 16 a 36 años, la democracia es el mejor sistema de gobierno, pero el 70% cree que la democracia funciona mal.

Los jóvenes creen que la distancia entre la política y la gente es grande. El 85% de los jóvenes no cree en ningún partido político y desconfían de que puedan resolver los problemas. Tampoco creen en ninguna institución tradicional: el Congreso, la Justicia, la Iglesia.

El éxito de Milei fue ocupar ese espacio vacío de representatividad.

El triunfo de Milei no fue el triunfo de una mayoría silenciosa; fue un triunfo anunciado que la política no quiso ver. Logró llamar la atención de un segmento al que no le importa y no cree en la política. Logró conectar los puntos: sus posiciones, sus temas y su estilo, con los temas, las preocupaciones y un estilo con el que los jóvenes se sienten más identificados y representados: “alguien está entendiendo lo que nos pasa”.

Cómo sería la Argentina de Milei

Una conexión emocional que interpeló a los jóvenes desde la agenda que más les preocupa, la económica, ofreciendo soluciones concretas con resultados incomprobables y una hoja de ruta clara en un contexto plagado por la incertidumbre y la ansiedad. Puesto en palabras de un participante de los focus groups que realizamos: “Los liberales saben qué van a hacer; del resto no sabemos nada, son los mismos de siempre y no dicen nada ¿por qué los voy a votar?”.

En un contexto en el que la vinculación afectiva de los jóvenes con las instituciones tradicionales es baja, el discurso de la defensa de las mismas se interpreta como la defensa de los privilegios de un grupo reducido que sí se beneficia de ellas y del que se sienten excluidos.

En las elecciones actuales triunfan quienes expresan la rebeldía y desencanto con la política. Cuando el descontento es grande, ganan los que se ven distintos de los políticos, no tienen su apoyo, ni el de los medios y no tienen aparato. Ganan los que están despojados de su trayectoria “contaminada”. Esto no tiene que ver con ideologías, ni propuestas, sino con diferenciarse de los “políticos de siempre” para captar la atención y usar esa plataforma para presentarse como una alternativa fresca, rebelde, capaz de dar soluciones concretas a problemas de larga data.

La única certeza, entre tanta incertidumbre es que Milei no tiene pasado. Ganó porque mostró ser distinto. Ganó siendo él mismo.

(*) Equipo Mide – Mucho en Común

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