Con casi 4 millones de votos escrutados (más del 80%), Benjamín Netanyahu está muy cerca de poder formar gobierno en Israel y convertirse nuevamente en primer ministro, con el apoyo de los partidos de ultraderecha y los ultraortodoxos.
Al momento de la publicación de este artículo, el Comité Electoral Central había informado que más de 3,8 millones de votos emitidos en los comicios de este martes fueron contabilizados, y el Likud, partido de derecha del ex primer ministro, lograba 31 asientos.
Con los 14 del Sionismo Religioso y los 20 de dos bancadas ultraortodoxas, llegaría a los 65, es decir, una amplia mayoría sobre los 120 que hay en total.
En tanto, Yesh Atid, el partido de centroizquierda del actual primer ministro Yair Lapid quedaría como segunda fuerza, con unos 50 escaños. Sin embargo, estos números podrían empezar a moverse en uno u otro sentido cuando se publiquen los resultados en localidades de mayoría liberal o en aquellas con mayor influencia árabe.
Meretz, la formación de izquierda, no alcanzaría el mínimo para tener representación (3,25%), lo que le sacaría bancas a las posiciones anti-Netayahu. Pero Balad, partido árabe, sí está cerca de superarlo, y eso volvería a equiparar las fuerzas.
Desde Lapid pidieron anoche cautela y esperar a que se termine de contar “hasta la última papeleta”, mientras que en Likud de Netanyahu el clima era de optimismo y señalaron que estaban «al borde de una gran victoria». El propio Netanyahu afirmó que el país le estaba dando un «enorme voto de confianza»
Durante su campaña, el ex primer ministro había prometido un «Gobierno estable y nacional» y sin “aventuras innecesarias”, pero su alianza con la ultraderecha y los ortodoxos extremos genera inquietud en Palestina e incluso en sus aliados, como EEUU, que ven allí la posibilidad de un nuevo frente militar en medio de un mundo convulsionado por la guerra en Ucrania y las tensiones en Oriente.
