Leyendo:
¿Una nueva normalidad? Un cambio de época en la política argentina
Artículo Completo 5 minutos de lectura

¿Una nueva normalidad? Un cambio de época en la política argentina

Por Carlos Fara (*)

El viejo tema de Vox Dei rezaba “todo concluye al fin, nada puede escapar, todo tiene un final, todo termina; tengo que comprender, no es eterna la vida”. Ya no importa cuánto obtendrá Milei en octubre, o si llegará a competir en un balotaje. Lo sustantivo es una ola que está más allá de la mirada superficial de los porcentajes de las fuerzas políticas.

Cuando parecía que el sistema político argentino post 2001 había encontrado una “nueva normalidad” a través de la alternancia previsible entre dos grandes coaliciones, la sociedad vino a recordarle a la política que las cosas no son tan sencillas, que tiende a sentirse más cómoda con tres opciones, como ya había ocurrido en 2015.

El radicalismo ya había sufrido varias crisis existenciales –de las cuales se recuperó razonablemente- y que lo obligó a hacer coalición con el PRO y otros, o corría el riesgo de quedarse como una federación de partidos provinciales y locales.

Cuando pase el temblor

El peronismo había tenido situaciones mejores o peores, relegando a veces segmentos blandos, pero nunca había tenido un competidor franco e inesperado en su base social dura. Ahora lo tiene, sin estructura territorial, sin clientelismo y con muchísimos menos recursos.

Por primera vez en 80 años, alguien se le planta en los barrios más populares y le disputa voto a voto con mucho carisma y actitud irreverente (¿como Perón en su momento, pero sin Estado?). ¿Eso ya es estructural? No se sabe, pero la filtración de humedad en la pared es muy palpable.

“A todo chancho le llega su San Martín”, dice el viejo refrán. Todos los movimientos populares en América Latina que tuvieron su apogeo en algún momento del siglo XX, finalmente decayeron dando lugar a otras expresiones que absorbieron buena parte de su base. Le sucedió al MNR en Bolivia, al APRA en Perú, a ADECO en Venezuela, al Partido Colorado en Uruguay, al velasquismo en Ecuador, al varguismo en Brasil y le está sucediendo al PRI en México. Con los resultados electorales de 2021 y 2023 en la mano, el peronismo entró en zona de riesgo.

Veamos cómo funcionaría la fórmula de reemplazo estructural: a) fracaso gubernamental que produce grave crisis + b) liderazgo central desgastado + c) masas cansadas, ergo disponibles para algo nuevo + d) liderazgo carismático alternativo disruptivo + e) algunas ayudas empresariales / mediáticas. Los tres primeros factores son de exclusiva responsabilidad del statu quo y el quinto factor aparece en escena si existe un prospecto que convoque, ya que nadie hace apuestas por puro voluntarismo.

La Revolución de Milei

El punto no es que haya aparecido Milei, sino que haya un “alguien” que produzca el proceso de síntesis. A partir de ahí puede haber más de un “aspirante a héroe” que se anime a reproducir el fenómeno en el patio de su casa. El éxito de algo es el mejor catalizador para que una tendencia se acelere exponencialmente. Ni hablar si llega a repetirse en octubre, o en noviembre aún no ganando.

Debe tenerse en cuenta además que Milei no es un hecho aislado. Estamos transitando un año en que se van cayendo varias dinastías. Los Kirchner en Santa Cruz, renovación en el MPN neuquino, Alberto Rodríguez Saá en San Luis, Uñac y Gioja en San Juan, los Posse en San Isidro, el PJ en Chubut y quizá el peronismo en Entre Ríos y Chaco. Todas hegemonías políticas que parecían inexpugnables por décadas, en un momento sucumben como un castillo de naipes.

Para considerar la profundidad del terremoto obsérvese que incluso las marcas registradas más nuevas entraron en cuestionamiento. Si no, ¿cómo se explica que tres territorios cambiemitas como Mendoza, Córdoba y Santa Fe hayan decidido desplazar sus preferencias por el candidato libertario? “La docta” se había convertido en el gran tanque de reserva desde que Macri ganó en 2015: el domingo 13 Juntos salió tercero.

La sumatoria de tres gobiernos nacionales que concluyen con balance negativo, donde cada uno ha concluido con una crisis económica más grave que la que recibió, dejando a la mayoría social desahuciada, ha generado las condiciones de la tormenta perfecta.

El estado del peronismo, 50 años después

Porque el próximo presidente o presidenta no solo deberá hacer reformas antipáticas para salir del desastre, sino que además transitará una crisis de representatividad como nunca se ha visto, ya que “el nuevo tercero” no es un integrante del sistema político –como Massa en 2015- sino que viene desde afuera a revolucionarlo. Esa característica hace más imprevisible el resultado final.

Todos los actores políticos preexistentes entrarán en una fase de profunda reflexión –y ojalá autocrítica- respecto de cuánta radicalización / agresividad / moderación eran necesarias en la etapa concluida. No tienen más que pocas semanas para probar una fórmula alternativa a la que ya implementaron, ya que el escenario es muy diferente al esperado.

La estructura viene avisando hace varios años que hay fatiga de materiales, y un día se rompió. Pero las deficiencias políticas no se resuelven “atando con alambre”.

(*) Consultor político y titular de Carlos Fara & Asociados

Ingresa las palabras claves y pulsa enter.