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Realineamientos antes de la batalla final
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Realineamientos antes de la batalla final

La de Juntos por el Cambio es una división que pendula entre los mismos polos que pendula el poder. Y tendrá definición final cuando se defina el poder, es decir, cuando se defina quién será el nuevo presidente.

El loteo de la coalición PRO-UCR que quedó en el centro del espectro entre Massa y Milei era algo que no sólo ellos tensionaban buscando dividirlos, sino que ya existía internamente por diferencias ideológicas. Hoy son como un matrimonio que mantiene las formas para no formalizar el divorcio.

¿Una nueva coalición de centroderecha?

Aquella foto de Sergio Massa en la que, increíblemente, en plena campaña, aparecieron los gobernadores Gerardo Morales y Gustavo Valdez, ya anticipaba lo que algunos ven hoy como el comienzo de la traición a Patricia.

La otra confirmación vino del propio Massa, con la zanahoria del gobierno de unidad nacional. El que sepa leer, que lea: la unidad nacional es convocar a opositores. Y esos opositores son los radicales que simpatizan con Massa. Hay quienes ya hablan de radicales M como hubo radicales K.

Algunos parecieron autoconvocarse: el apoyo legislativo de Emiliano Yacobitti a algunas iniciativas de Massa, también anticipaba la predisposición. En estas horas, el diputado radical dio a entender que votará por Sergio Massa.

La traición radical

Pero si el apoyo de Bullrich a Milei pareció rápido, qué decir de lo que pasó en el bunker de Juntos por el Cambio el domingo a la noche cuando ni siquiera se había reconocido la derrota. En un momento, los radicales Gerardo Morales y Martín Lousteau según una dirigente que estaba allí, “arrinconaron” a Patricia y la conminaron: “Macri no va más”, le dijeron.

No sólo eso, buscaban también moldear el tono del mensaje que daría la candidata, intentando evitar que incluyera un apoyo a La Libertad Avanza. Ya en el escenario, donde no subieron ni Morales ni Lousteau ella fustigó sólo a Sergio Massa.

Mauricio Macri se enteró al instante el planteo del jujeño: “Te quieren afuera”, le dijo Bullrich. En ese momento Macri ni respondió. Apenas musitó, “Ay, Morales”, pero supo que había que moverse rápido.

La sintonía ideológica entre Patricia y Mauricio siempre fue clara. Lo que había abierto cierta tensión entre ellos era que, al ser la candidata, le correspondía a ella asumir el liderazgo. Y que los coqueteos de él con Javier Milei, restaron más que sumar durante la campaña.

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Ahora, los une de nuevo un objetivo común: el cambio versus la continuidad kirchnerista y evitar que Massa llegue al poder. Ambos supieron que, si no marcaban posición antes, los iban a primerear con llamados a la neutralidad, que para Macri y Bullrich son lo mismo que apoyar a Massa. Por eso la rapidez y el shock que en todo el arco político provocó la conferencia urdida en una reunión de medianoche en la que Patricia Bullrich y Javier Milei se encontraron cara a cara por primera vez luego de la elección.

El segundo encuentro iba a producirse anoche en el programa «A Dos Voces» por TN donde se abrazaron y se fotografiaron con el meme de un león y un pato que había posteado Milei. “¡Qué revolución hicimos!, le dijo él con micrófono abierto. Un Milei aislado luego de salir segundo era la apuesta de Sergio Massa.

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Ahora el partido vuelve a estar más nivelado. En estas horas Federico Pinedo admitió que las conversaciones con Milei, incluyen esquemas de cogobernabilidad. Y otros dirigentes de PRO también remarcan que el espacio puede proveerle experiencia, técnicos y moderación institucional para contener las tendencias más extremas.

Del lado de Massa, el ministro candidato, fortalecido por su triunfo a pesar del desastre económico, buscará consolidar el apoyo de gobernadores, sindicalistas y sumar a sectores radicales.

Otra de las claves de su campaña será volver a ser al menos en apariencias, aquel Massa de 2015, que ofrecía la ancha avenida del medio. En apariencias, porque en bambalinas está Cristina Kirchner y un peronismo bonaerense voraz y embravecido que le responde.

Algunos dicen que secretamente, ella preferiría que Massa no gane y que la renovación quede en manos de su favorito: Axel Kicillof. El problema de esto es su horizonte judicial. Ayer el guiño del Presidente de la Corte a un gobierno de unidad nacional que es lo que pregona Massa, se leyó con distintas resonancias.

Javier Milei y Patricia Bullrich. Foto: captura de video

¿Es un mensaje de tregua para la vice? ¿O deberá preocuparse por esa inclinación irresistible a la traición de Sergio Tomás Massa? Nadie puede negarle la brillantez de su jugada electoral y el milagro de imponerse con el desastre que es el país bajo su conducción económica. En el peronismo, traidor es el que pierde. Y Massa no perdió.

La batalla final acaba de comenzar.

Massa apostará a los votos de centro, a promover la abstención con medidas como mantener el feriado, a la debilidad de Milei en la fiscalización y a cosechar votos radicales con el guiño de gobernadores supuestamente neutrales. Por todo esto, ya se ve ganador.

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Javier Milei, dependerá de sí mismo para conquistar a los que no lo votaron, deberá hacer un trabajo intensivo para buscar fiscales, y avanzar en la construcción de músculo político. Hoy Luis Barrionuevo le retiró su apoyo por acercarse a Macri y Bullrich. ¿Le quitó un apoyo que nunca le dio? ¿Dónde estaban los 200.000 fiscales el domingo pasado? Al final Barrionuevo era un viejo meado.

Algunos de los seguidores de Milei se ilusionan casi místicamente con la ley contradictoria de los favoritos que viene mostrando este proceso electoral. En la PASO, el favorito era Juntos por el Cambio y perdió. En la primera vuelta el favorito era Milei y salió segundo. Ahora el favorito es Massa. Si la regla se cumple, Massa no debería ganar como le pasó a Scioli frente a Macri en 2015 a pesar de salir primero en la primera vuelta. “Elijo creer”, dicen. Del otro lado, un candidato como Massa que desafía lo imposible sin ningún escrúpulo buscará llegar a un objetivo que persigue desde hace diez años, cuando traicionó a Cristina Kirchner por primera vez: ser presidente.

 

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