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No se trata solo de votos: para derrotar al populismo hay que ganar también la batalla cultural
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No se trata solo de votos: para derrotar al populismo hay que ganar también la batalla cultural

El episodio Schiaretti terminó sin pena y sin ninguna gloria. Más allá de la opinión que tenga cada uno sobre el ingreso de gente que hasta hace 10 minutos le votaba leyes nefastas al kirchnerismo, salta a la luz que el intento nació fracasado porque al poco tiempo de enterarnos de la maniobra la gran mayoría se dio cuenta de que, de concretarse, el gran beneficiado serían Schiaretti y su grupo peronista, y los damnificados, como lo han manifestado, los candidatos de Juntos por el Cambio en Córdoba.

De haberse concretado, nos hubiéramos encontrado con una desopilante escena: Schiaretti adversario de JxC en Córdoba y amigo en el resto del país. No se pueden discutir razones cuando hay un fallo tan burdo en el análisis de la oportunidad.

Larreta cometió dos errores en esa línea: el desdoblamiento de las elecciones en CABA (que beneficia a Lousteau) y el intento de integrar a Schiaretti y su grupo peronista.

Las dos acciones son discutibles, pero cuando se toman en medio del proceso electoral, cambiando las reglas, muestran un sistema peligroso: las decisiones se toman sólo por conveniencia electoral. Eso es una muestra de precariedad en la acción política. 

No hay esperanza para la Argentina si la oposición ofrece más peronismo

Muchos periodistas están escribiendo acerca de la crisis de JxC. Es menester aclarar algo: el sistema electoral tiene a las PASO como modo de definir las candidaturas. Para elegir candidatos se hace una elección nacional, a diferencia de otros países, donde los candidatos se eligen por elecciones internas o por congresos partidarios. El sistema de PASO amplifica las discusiones por su característica de elección nacional, mucho más cuando las opciones electorales representan modelos claramente opuestos.

Es mucho lo que se está jugando en JxC. Se trata de saldar las discusiones que quedaron latentes luego del gobierno de Macri. 

Una opción (Larreta) plantea que hay que arreglar con mucha gente, aunque  mucha de esa gente tenga responsabilidad en el desastre que es la Argentina de hoy. Sindicatos, políticos, empresarios prebendarios. “Buscar mayorías para sacar leyes que permitan salir del desastre”, dicen.

Ese tipo de acuerdos implica, siempre, la conservación de los privilegios de los que los suscriben. Nadie hace un acuerdo para perder sus privilegios. Esos son los acuerdos corporativos. Y, cuando los dueños de privilegios se juntan, siempre dejan un espacio libre para que crezcan fuerzas políticas que representen el enojo ciudadano frente a esa situación

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La otra opción (Bullrich) plantea que, para ganar, hay que tener una identidad reformista y ganar las elecciones. No se puede seguir manteniendo un Estado que beneficia a los políticos, a los empresarios corruptos y a los sindicalistas antes que a los ciudadanos. El Estado le da a los ciudadanos unos servicios malísimos y caros. Las mayorías se construyen con políticas, no con amontonamientos de dirigentes.

A los peronistas que se arrepientan de haber hecho seguidismo de los K, primero se los derrota. Luego, se puede buscar acuerdos legislativos con ellos. Esta es la idea de que el cambio en la Argentina debe ser total y duradero.

Hay gente valiosa de ambos lados, pero hoy se trata de dejar en claro cuál de los modelos es el que va a servir como identidad de JxC. Esa coalición necesita una refundación y esa refundación va a ser posible de acuerdo al resultado de las PASO.

Un problema de los partidos políticos es que en algún momento dejan de representar a sus electores. La manera de evitar ese problema es teniendo perfiles claros y que la gente opte por uno de esos perfiles. Lo que no puede pasar es que la gente piense una cosa y que los dirigentes, que dicen representar a esa gente, se dediquen a otra cosa.

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El proceso está siendo difícil porque es difícil definir una identidad. Es de esperar que estas tensiones de hoy se conviertan en una oposición fuerte que llegue al gobierno con espalda para arreglar la calamidad que años de peronismo han dejado.

La mayoría de la gente que vota a JxC está harta de los peronistas y de sus juegos  que les permiten estar siempre en el poder. Es menester que todos los dirigentes de JxC vean esa realidad. A partir de ahí la disputa por el modelo de país es bienvenida. 

En otro orden de cosas, Elisa Carrió dijo que Bullrich y Macri van a hacer “un ajuste brutal” y que, para imponerlo, están dispuestos a “reprimir hasta matar”. Ese tipo de declaraciones son las que una fuerza política seria no puede permitirse. Inventar barbaridades no es hacer política seriamente. Una tilinguería más de Carrió que muestra cierta deriva intelectual y que es completamente funcional al PJ. 

Foto: NA/ Damián Damián

Donde sí es peligrosa la interna es en el PJ. Ahí sí están jugando con fuego porque ellos deben gobernar hasta diciembre en un país que está estallado por la inseguridad y la inflación, entre miles de calamidades. Juegan a la interna con la economía estallada.

En el PJ no hay palomas ni halcones. Hay, por el contrario, gente desesperada por conservar el poder y los negocios, y capaz de tomar acciones que produzcan más sufrimiento a la población por esa lógica enferma.

Cecilia Moreau habló en nombre de Massa y dijo que no descartaba que el ministro renunciase, que tenía un “nivel de hartazgo importante”, dando así un claro mensaje a la interna. Están tan desquiciados que usan la economía para hacer política. Lo mismo hacen CFK y el cadáver político llamado Alberto Fernández. Lo de JxC es un juego de niños al lado de la peligrosidad de las acciones de esta gente.

El futuro radica en un gobierno venidero que rompa todos los entramados de corrupción, ineficiencia y privilegios que destrozaron las expectativas de progreso. La pelea se debe dar en la dureza de la lucha contra las corporaciones, que trabajan para mantener privilegios, y también en el terreno simbólico.

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Esta semana nos enteramos de que JxC ganó las elecciones en una localidad cordobesa llamada Anisacate. La ganadora se llama Natalia Contini, quien manifestó que quitará una estatua de Néstor Kirchner, que está allí desde 2011 (la localidad está gobernada por el peronismo hace 30 años), y que pondrá en su lugar una de René Favaloro. La medida es extraordinaria. Contini entiende que hay que gobernar bien y que hay que dar la batalla cultural. La explicación que dio es muy solida: “Cuando planteamos remover la estatua de Néstor Kirchner fue porque los vecinos nos pidieron eso, lo manifestaron en ese diagnóstico. Propusimos removerla y cambiarla por algo que nos represente en valores, trabajo, en esfuerzo, pero, sobre todo, en un legado para la comunidad, como fue el trabajo de René Favaloro”.

Se trata de eso: de dar la batalla cultural y de representar a los electores. La única lealtad de los políticos debe ser con los ciudadanos. Mensaje inspirador el de Anisacate para los que estén en el próximo gobierno. Al populismo se lo derrota de manera rotunda.

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