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Milei, Massa, Demóstenes, Lacan, la negación, la vergüenza y el miedo: psicoanálisis del debate presidencial
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Milei, Massa, Demóstenes, Lacan, la negación, la vergüenza y el miedo: psicoanálisis del debate presidencial

Por Silvia Ons (*)

Una anécdota relatada por Plutarco ilustra mejor que nada lo que ocurrió este domingo por la noche en el último debate presidencial antes del ballotage. Cuenta que un hombre se acercó a Demóstenes y le relató que lo habían golpeado horriblemente. Demóstenes lo escuchó y le dijo: “Pero entonces tú no sufriste nada con lo que me cuentas”. Enojado, el hombre levantó la voz y chilló: “¡¿Que no sufrí nada?!”. Y entonces Demóstenes respondió: “Ahora sí oigo la voz de alguien que fue maltratado y sufrió”. Este relato muestra cómo el tono con que algo se dice le da veracidad. Está en el libro “La condición humana”, de Hanna Arendt.

Hasta ahora, Milei se ha constituido como líder por una cuestión muy vinculada con lo emotivo, con los afectos. Uno lo puede llamar “bronca”, “indignación”, “rechazo a la clase política”, “denuncia”. Con eso ha logrado un lugar evidentemente muy importante en cierto sector del electorado. Pero, en este debate, sin dudas aconsejado por sus asesores y también por la relación con Macri, se ha mostrado mucho más políticamente correcto que en otras oportunidades.

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Pese a que en su narrativa aparecieron palabras como “exterminar” y un habitual lenguaje bélico, su posición fue la de la corrección. Desde luego, esto lo llevó a negar aquello que antes había dicho: el recorte de los subsidios; tardó mucho en admitir lo de la dolarización; decía que muchas de sus afirmaciones había que pensarlas en relación a un contexto.

Lo cierto es que a partir de esta actitud su discurso empezó a quebrarse. Y eso le hizo perder su fuerza, esa fuerza que evidentemente atrajo a un montón de votantes. Es decir, perdió la fuerza emocional que lo ubicó hasta ahora como líder. De alguna manera se “desmileizó”.

La historia de Plutarco y también este “nuevo Milei” tienen relación la idea de Lacan de que “para que algo llegue, tiene que hacerlo desde la resonancia”. Él hace una relación entre la “raison” (“razón”, en francés) y la resonancia. Afirma que en la razón debe haber resonancia, que algo tiene que resonar en el otro, porque, si no, se vuelve una razón vacía. La palabra tiene que tocar el cuerpo para producir un efecto. Y esto tiene mucho que ver con la manera en la que ha llegado Milei, ante discursos políticos muy vacíos, separados de la realidad de los votantes.

Desde luego, con esto no alcanza. Sus propuestas son destructivas, y ese es el punto que ha generado miedo. Como señalaba, hasta ahora Milei creció y se mantuvo como líder por esa cuestión emocional que ha tocado a muchos. Incluso a pesar de sus propuestas, que uno puede pensar como “calamitosas”, pero que galvanizaron un cierto sentir popular.

Javier Milei

Estas propuestas, que tocaban los sentimientos profundos de las personas, espantaban a unos, pero también atraían a otros. Y ese atractivo se perdió en este último debate.

Vi a Milei en una posición negadora, en el sentido de que negó mucho de lo que él mismo decía. Esa negación también le quitó fuerza para poder combatir, que era su gran fuerte. Y en ese ring (porque los debates parecieran serlo), perdió la posibilidad de desestabilizar a Massa; no pudo golpear de lleno en las debilidades de su contrincante, como puede ser su condición de ministro de Economía en medio de una crisis. Al negarse a sí mismo, no tuvo la fuerza suficiente como para aprovechar esos flancos débiles.

El candidato de La Libertad Avanza mostró en el debate una propuesta “unidireccional”: mercado y crecimiento económico. Nunca se plantea cuál es el corto de todo eso. Es una apología de una libertad sin costo ni consecuencias. Y todo aquello que pudiera cuestionar esa idea unidireccional, lo perturba. Esos son «los ruidos». No puede integrar esos cuestionamientos.

Su apuesta es siempre la del mercado. Un mercado no regulado por el Estado. Es cierto que el Estado tiene déficit, y muchas de las cosas que dice son verdades que uno no puede desconocer (y por eso también atrajo a tantos votantes). Pero tiene una gran ignorancia respecto a la regulación y a la importancia que tiene el Estado en ella. Él solo ve al Estado como un lugar en el que se hacen negocios, lo que sugiere una posición reduccionista. Y habla de una libertad ilimitada del mercado que me hace pensar en la interesante posición de Freud respecto a la libertad. Freud dice que la libertad sin ningún anclaje, sin ninguna ligadura, es el nombre de la pulsión de muerte.

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La negación, en términos psicoanalíticos, es una forma de autorrepresión. Y la represión no contempla qué es lo que se reprime: cuando se reprime, se reprime todo. Al reprimir ese discurso encendido, reprimió también la fuerza que puede tener en otros aspectos. Y por eso pareció sumamente debilitado.

Lo que Milei argumentó a la mañana siguiente sobre “las toses” en el escenario del debate es algo que el candidato ya venía mostrando: el tema de “los ruidos”. No quiero forzar un análisis ni hablar de patologías, pero es un tema recurrente. Si llegara a ser presidente, habrá muchas cosas que hagan ruido; y si él concentra su atención en los ruidos y se le dificulta seguir con una idea, el resultado evidentemente no será el mejor. Creo que Milei no tiene aptitud para ser presidente. Y no es algo que solamente yo diga.

LA EVITACIÓN DE MASSA Y LA DEFENSA DE “LA PATRIA”

Por el contrario, Massa se ha plantado este domingo como un líder que se nota que ha tenido gestión. Sin embargo, su posición ha sido la de “evitar”. Si Milei es la negación, Massa es la evitación. Hablo de eludir los punto débiles que ha tenido en su gestión.

Massa tiene propuestas, muchas de ellas muy interesantes. Quizás falta saber cómo las va a implementar, y probablemente eso es lo que están requiriendo los ciudadanos: quieren saber cómo van a hacer lo que dicen los candidatos.

El candidato de Unión por la Patria apela mucho a sus antecedentes, propone dejar atrás las grietas en favor de una unidad y defiende la democracia. Todos defendemos la democracia, pero es cierto que este sistema tiene muchas falencias, allí es donde crece Milei, porque las señala. Cuando Milei empezó a mencionarlas, que para mí es cuando mejor estuvo (es un análisis, no un pronunciamiento), Massa bajó la cabeza. Siempre es interesante observar los gestos. Tras el debate anterior, por ejemplo, habíamos visto también al ministro con un rostro enrojecido (sea por el sol, las luces o lo que fuera), pero que transmitía “vergüenza”, mientras señalaban la crisis económica bajo su gestión.

Como ocurrió en el primer debate, Massa sigue en un discurso de desmentida: el “ya lo sé, pero aún así”, como se lo conoce en el psicoanálisis. No sé si logra generar empatía, pero su capacidad discursiva es importante, y las propuestas son claras e interesantes.

Por ejemplo, hizo una defensa de “la Patria”, ausente en la propuesta de Milei. Y esa Patria estuvo representada por la bandera argentina que él tenía en su traje. Los trajes eran más o menos idénticos, excepto por la mencionada bandera. La defensa de la Patria que hace Massa lo posiciona como ganador. Por el contrario, Milei pareció ir contra sí mismo, porque el tema Malvinas nos toca a todos. Probablemente ese haya sido uno de sus mayores errores.

Silvia Ons

También es interesante observar la dinámica que se produjo entre los dos candidatos. Massa a la ofensiva, incluso excediendo esa superioridad. Por caso, me pareció un golpe bajo apelar a una pasantía de Milei en el Banco Central, algo que suena a espionaje, y con lo que no estoy de acuerdo, porque creo que deben debatirse más las ideas y no la inspección de los secretos del otro. Mientras tanto, un Milei que se doblega en pos de negarse a sí mismo. Probablemente lo hizo por temor a que lo acusen, como de hecho lo han hecho y lo hacen, de irreverente, de no poder dialogar. Pero este doblegamiento justamente lo muestra debilitado, sin fuerza. Esto quedó en evidencia en el debate anterior, cuando Massa le pide que le pida disculpas al Papa, y lo hace; y ahora, cuando le pide que responsa por sí o por no, y también lo hace.

Finalmente, hubo una palabra que no pasó desapercibida: el “miedo”. Milei cierra el debate mencionándola y admitiendo que en la sociedad existe el “miedo” (cuando llama a votarlo “sin miedo”. Y termina así mostrando una gran debilidad como potencial presidente, porque recoge lo que le puede decir el atacante. Está siempre a la defensiva y, sin dudas, eso es un problema.

(*) Psicoanalista, miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis

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