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Mientras el peronismo pelea por negocios, la oposición discute modelos de país
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Mientras el peronismo pelea por negocios, la oposición discute modelos de país

“La Argentina tiene que abandonar la etapa de derechos humanos”, decía en 2014 Sergio Massa criticando el discurso setentista de los K. Criticaba al gobierno de CFK porque decía que se había olvidado que había nuevas demandas de derechos humanos como los de “las víctimas de la inseguridad” o los de “los chicos que sufren adicciones”.

Lo decía cuando era un fervoroso anti K. Hoy en día, Massa se sienta junto a CFK en un acto en el que anuncian que el Estado ha comprado un avión que fue utilizado para arrojar al agua a víctimas de la dictadura. Son tan ruines que hasta utilizan los recuerdos más trágicos para hacer campaña electoral. Imposible caer más bajo.

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Dicho sea de paso, a los miembros de organismos de DDHH que asistieron a ese acto me gustaría recordarles que en Chaco hay una desaparecida, ya que se les olvidó pronunciarse.

Volviendo a Massa, en 2014 decía que había que terminar con el discurso setentista, pero ahora lanza su campaña presidencial hablando de los años ‘70.

Son conmovedoras las cabriolas de Sergio para seguir teniendo poder y negocios. Massa es ministro de Economía y, como tal, no tenía nada que hacer en ese evento. La miserabilidad moral del kirchnerismo es cada vez mayor.

En el acto, CFK no se privó de humillarlo y le recordó al ministro de Economía que su candidato era Wado De Pedro. Massa se dejó humillar como se dejó humillar Alberto Fernández durante estos casi cuatro años. Los peronistas no tienen dignidad ni vergüenza. Si pierden el poder, pierden los negocios, que es su razón de existir.

En llamas: el fenómeno Bullrich

Massa es la esperanza del alicaído círculo rojo argentino. Por él suspiran los sindicalistas que defienden negocios, los empresarios prebendarios y todo aquel que quiere defender este estado de cosas que llevó a la Argentina a su mayor decadencia histórica.

 

La oposición debe arrasar con toda esta gentuza. No suscribo las quejas de algunos comunicadores que plantean que la interna está muy violenta en JxC. Las primarias en países como EEUU son así de duras. En JxC se está dando un proceso duro porque se necesita mucha nitidez y una claridad muy grande en la oferta que presentará esta organización política a partir del 13 de agosto, día de las PASO.

Una opción (Larreta) dice que hay que juntar un 70 por ciento de la actual estructura política argentina para tener gobernabilidad. La otra opción (Bullrich) cree que hay que dar una pelea muy fuerte contra el statu quo argentino, responsable del fracaso argentino. Es una discusión importante y fascinante. Está muy bien que se discuta fuerte porque son modelos de gobierno muy distintos.

Por otro lado, en el peronismo están viendo cómo hacer para conservar poder para así seguir teniendo influencia y negocios.

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La oposición está discutiendo si tendrá una agenda de permanencia de los poderes establecidos o si tendrá una opción de reformas profundas. Cuando hay un plan de reformas profundas se tocan intereses. Argentina está llena de políticos que defienden intereses y es menester dejar en claro este asunto.

A mí me parece que es muy importante que JxC defina qué tipo de fuerza política quiere ser. No hay que dramatizar las peleas de la oposición.

Lo que no puede hacer la oposición es usar argumentos banales. Para banalidad, ya está el peronismo.

Elisa Carrió es una de las personas que está banalizando discusiones o debates importantes. Esta semana se burló de Luis Brandoni por su edad y lo ninguneó. Brandoni está en la lista de Bullrich y Carrió, en la de Larreta. La decadencia intelectual de Carrió es enorme si puede pronunciar semejante idiotez. Brandoni es una persona que ha tenido una carrera profesional exitosa y que siempre ha defendido un modelo de sociedad democrática, incluso enfrentándose a la dictadura.

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La discusión debe ser de ideas y de modelos. Descalificar personas es propio de los populismos y Carrió hace tiempo que sostiene manifestaciones de descalificación de miembros de su propia fuerza con el objetivo de sacar ventaja en la interna.

También dijo esta semana que Macri interpreta un modelo que dice que “hay que ajustar todo. Y no se puede ajustar una sociedad ajustada”. Más allá de la obsesión de Carrió con Macri, que no es candidato, es menester plantear con seriedad el tema del ajuste y no banalizarlo.

El Estado en la Argentina es una lápida sobre la clase media y la lista de cosa disparatadas dentro del mismo es enorme. Es un Estado que exprime y roba a los ciudadanos para mantener un sistema que los somete. A la vez, es un Estado que enriquece a empresarios amigos del poder, a mafias sindicales y a mafias políticas.

La clase media sufre porque el Estado le saca su dinero para mantener estructuras políticas. En Argentina hay muchas empresas públicas que cuestan carísimo y que sólo sirven para aplastar a los privados y para hacer crecer la caja de los políticos. En la Argentina hay 13 provincias que tienen más empleo público que privado. Además, hay áreas del Estado colonizadas por organizaciones políticas.

No hay esperanza para la Argentina si la oposición ofrece más peronismo

Cada vez es más difícil poner un negocio en la Argentina porque el riesgo económico es gigante por la industria del juicio y los chantajes sindicales. El Estado argentino es un elefante que cuesta carísimo y que, para colmo, da servicios pésimos, complicándoles la vida a los pobres y a la clase media.

No se puede cambiar el eje de una discusión tan obvia. Este Estado es una herramienta de sometimiento ciudadano y para la oposición, que gobernará desde fin de año, este tema debe ser clave en la discusión actual. ¿Se gobierna para las corporaciones o para los ciudadanos? Esa es la verdadera discusión.

 

 

 

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