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“Las derechas” en Argentina: todas diferencias, ninguna similitud
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“Las derechas” en Argentina: todas diferencias, ninguna similitud

Por José Luis Lamanna (*)

La gran mayoría de los jóvenes entusiastas que siguen a Javier Milei, como esos que corrían sin sentido, atravesando EEUU de Norte a Sur y de Este a Oeste, atrás de un magnético barbado Forrest Gump, no superan los 35 años de edad; esto implica que no vivieron en toda su plenitud y esplendor lo que significó la irrupción de la UCeDé (Unión del Centro Democrático) en el escenario político de la Argentina.

Aquella fuerza, conducida por un anti-carismático Álvaro Alsogaray, funcionario sobreviviente de varias administraciones, algunas de ellas democráticas y otras dictaduras, entre ellas las de Guido, Frondizi, Onganía y Aramburu. A pesar de su actuación política dentro de los márgenes de la democracia recuperada después de 1983, nunca pudo superar el mote de el “Capitán Ingeniero colaboracionista de las dictaduras”.

Alsogaray es y será recordado por una frase que se convirtió en célebre y persiste 63 años después de dicha; el 25 de junio de 1959, como ministro de Economía del presidente Arturo Frondizi, en una cadena nacional por radio y televisión, pronunció la máxima que hoy es un clásico de los programas de preguntas y respuestas donde se premia la cultura general. “Hay que pasar el invierno” remite, automáticamente, a su autor sin pensar demasiado.

El otro punto por el cual a Alsogaray la historia nunca lo olvidará es por la emisión del Empréstito de Recuperación Nacional 9 de Julio en 1962, un título público emitido a 25 años, garantizado por las reservas en oro del BCRA, que se depreció en el momento mismo de emitirse y que sólo los que tuvieron las espaldas financieras como para poder aguantar los vaivenes de la economía argentina de esos años hicieron pingües negocios comprándolos al 30% de su valor, para rescatarlos al vencimiento, cobrando capital e intereses.

Con el retorno de la democracia, Álvaro Alsogaray formó la UCeDé, partido con el que compitió electoralmente en las elecciones de 1983, presentándose como candidato a presidente, acompañado por Jorge Salvador Oría para vicepresidente; en esas elecciones, también presentó su candidatura a diputado nacional por la Capital Federal, por la que obtuvo la nominación, iniciando un recorrido parlamentario que duraría 16 años consecutivos, hasta 1999.

Previamente, en las elecciones del 11 de marzo de 1973, hizo su primer intento institucional fundando Nueva Fuerza, que presentó la fórmula Julio Chamizo-Raúl Ondarts, obteniendo apenas el 2% de los votos en todo el país, lo que no le alcanzó ni para un escaño al Congreso de la Nación.

Desde la recuperación de la democracia hasta finales de los ‘90, la UCeDé animó todas las contiendas electorales, llegando a constituirse en la tercera fuerza política, por el caudal de votos y representación parlamentaria.

Al tiempo que la UCeDé construía volumen político, paralelamente, desarrollaba una intensa actividad entre los estudiantes con su brazo universitario, UPAU (Unión para la Apertura Universitaria), agrupación que logró romper la hegemonía de Franja Morada, ligada a la UCR, en muchos claustros, y de ahí salieron muchos dirigentes que hoy vemos en cargos importantes en distintas administraciones públicas.

Mientras estuvo activa, la UCeDé fue una agrupación política con mucha vida interna, con organismos partidarios que funcionaban bien, con vocación democrática, de convicciones muy firmes de orientación verdaderamente liberal y con un liderazgo férreo por parte de Álvaro Alsogaray que, a pesar de ello, no tuvo problemas en someterlo a votación y perderlo.

Pues bien, luego de este vuelo rasante, parcial y recontraconcentrado sobre la vida política de Alsogaray, le propongo al lector el desafío de tratar de encontrar alguna coincidencia entre él y Javier Milei, y entre la UCeDé y La Libertad Avanza.

Empecemos por analizar los modos. El que conoció a Álvaro Alsogaray coincidirá conmigo en que Milei está bastante lejos de parecérsele en este tópico. No lo iban a ver al capitán ingeniero tratando a sus adversarios políticos como lo hace Milei con los suyos. Sigamos por el lenguaje corporal. Difícilmente se encuentre en YouTube un video de Alsogaray saltando arriba de un escenario como un mono enajenado.

Ahora pasemos a la construcción del mensaje. Álvaro Alsogaray era un liberal clásico, formado bajo el esquema de una Academia Militar, lo cual da metodología y, sobre todo, disciplina. Si bien profesaba el liberalismo y leía a Von Mises, Hayek y otros autores austríacos, supo combinar lo estructurado de la Escuela Austríaca de Economía con la heterodoxia keynesiana y poskeynesiana. Se podría decir que Alsogaray era un hombre de amplio espectro económico, pero, sobre todo, era un “empirista”, es decir alguien que unía la preparación académica con la experiencia de haber llevado a la práctica medidas basadas en esos conocimientos, con resultados diversos.

En este tópico, Milei blande la bandera de la Escuela Austríaca de Economía y la lleva como estandarte y muy difícilmente lo saquen de ese lugar.

En lo que a la actividad política y vida democrática de los partidos respecta, podríamos decir que las diferencias entre la UCeDé y La Libertad Avanza están separadas por un abismo; hasta el momento no se conoce que Javier Milei haya sido elegido presidente de su agrupación política mediante el voto de los afiliados (en eso se parece más a Macri y el PRO, que tampoco se caracteriza por la intensidad de la democracia interna).

Veamos el armado político territorial de Milei. La Libertad Avanza es, por el momento, una expresión política que concentra su caudal electoral en la Ciudad de Buenos Aires, con una ramificación en Provincia de Buenos Aires que no comparte el nombre, llamada Avanza Libertad, y que juntos tienen una representación parlamentaria de cuatro diputados nacionales. No tienen escaños en el Senado de la Nación ni en legislaturas provinciales ni municipales.

Milei representa, por lo visto hasta ahora, un fenómeno conocido como “emergente político/social”; ya lo hemos visto en Argentina anteriormente con la irrupción de Juan Carlos Blumberg, aquel señor al que le asesinaron a un hijo, Axel, en un episodio de inseguridad en el conurbano bonaerense en 2004. Blumberg irrumpió con fuerza en los medios de comunicación, apoyado por buena parte de la prensa y a partir de ahí supo aglutinar detrás de su persona a un amplio sector de la indignación, y eso lo impulsó a presentar su candidatura a gobernador de la Provincia de Buenos Aires en 2007, con una fuerza política propia llamada Frente Vamos.

Alsogaray y Miley no son contemporáneos políticos, y la UCeDé y La Libertad Avanza tampoco compartieron el mismo escenario; mientras a Álvaro Alsogaray le tocó un tiempo donde la sociedad creía y tenía confianza en la política y los políticos, a Javier Milei todo lo contrario y supo aprovecharse de ese descontento y mal humor general, como lo vemos. Tampoco en esto hay similitudes.

Javier Milei no cuenta con una estructura política en el territorio nacional que sea capaz de sostener su proyecto político, como sí la supo tener la UceDé. Tampoco tiene dirigentes con el peso necesario en las provincias que sean capaces de dar los debates con referentes de otros partidos; sus puntos de apoyo son: su figura y las Redes Sociales. Con eso capta a la masa crítica de bulliciosos seguidores que concurren a sus presentaciones públicas, en las que Milei sólo se dedica a denostar a lo que él llama “la casta” y cierra con el Grito de Ypiranga “viva la libertad, carajo”.

La Libertad Avanza tampoco tiene raigambre universitaria. Puede ser que tenga adeptos en las facultades, pero no compiten por los centros de estudiantes, ya que los fanatizados por el fenómeno Milei en las universidades sólo son pequeñas muestras testimoniales de apoyo político.

La única similitud que encuentro entre Javier Milei y Álvaro Alsogaray es el exacerbado personalismo en la manera de conducción, lo que no indica absolutamente nada, ya que de la misma manera lo hace Mauricio Macri, con la diferencia ya mencionada que Alsogaray sometía su liderazgo en procesos democráticos internos, inclusive perdiéndolo; y a Macri, como a Milei, no los eligió nadie.

(*) Analista Político – Consultor en Comunicación

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