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El terror al tercer puesto
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El terror al tercer puesto

Desde el tristemente célebre “Ganó Scioli” en la pantalla de C5N, en el cierre de comicios en los que Mauricio Macri resultó elegido presidente, quedó expuesto como nunca cuánto se juega la política en la percepción de la opinión pública, aunque sea necesario mentir y aunque con el paso de las horas la mentira quede al desnudo.

Otro ejemplo contundente son las encuestas chatarra pagas por los candidatos para confundir a la opinión pública e inducir el voto. Ahí las tácticas son varias: bajarle el precio a un contendiente, y subirse el propio, para influir tanto en el electorado como en los factores de poder que toman decisiones en torno de la oferta electoral. Hace pocos días un importante líder político de la oposición que no está en ningún cargo me dijo: “No creo en las encuestas. Veo hacia dónde se mueven los candidatos para saber quién está mejor, y pregunto en la calle”.

Los escandalosos pifies de las encuestas ya educaron al ciudadano, que no sólo descree de ellas, sino que además últimamente ha decidido no contestarles.

Por cada llamada afirmativa que obtenían antes, ahora deben hacer varias más. Un encuestador me habló de una relación de 7 a 1 y otro del doble. Algunos no descartan con tener que estimular con premios o pagos la respuesta. Y ni eso garantiza que al fin de la consulta el votante haya dicho la verdad. Mención aparte las que llegan sin pedir permiso por teléfono y generan el fastidio de la intromisión.

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Todo indica que o bien hay una venganza velada de los ciudadanos a la manipulación a través de encuestas, o bien les son refractarios como parte del hartazgo general. Por algo los que suman prestigio son los que aciertan.

Pero esa guerra por la percepción será más importante que nunca en las próximas PASO presidenciales. Cuando cierren los comicios y comiencen a conocerse los primeros datos electorales habrá dos gráficos de barras que estarán dentro de la pulseada y serán determinantes. Por un lado, se medirá el candidato más votado y por otro el espacio más votado. En ambos casos hay un terror que asola a los espacios políticos: salir tercero.

Como creen que la primera vuelta tenderá a polarizar entre los dos más votados, temen que en muchos votantes el quedar terceros pueda ser casi un certificado de defunción. Por eso, ya mismo trabajan para contrarrestar un efecto derrotista y es uno de los desvelos en la ingeniería de candidaturas, sobre todo en el Frente de Todos.

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¿El espacio tendría más votos si hay una interna? ¿O hay un candidato que pueda traccionar solo tantos votos que logre ofrecerle al oficialismo la doble alegría de ser segundos o primeros incluso apostando al núcleo duro? Hoy, los que apuestan al núcleo duro del votante de Cristina Kirchner, dicen que en el mundo K quien más fideliza los votos de la vicepresidenta es Axel Kicillof. Los que buscan sumar sectores de centro porque con el núcleo duro no alcanza insisten en que una figura como Massa podría ampliar el caudal. Y los que afirman que en ambos casos no se logra trepar al segundo lugar abogan por una PASO que colecte de cada postulante.

¿A cuánto llega hoy el núcleo duro? Esa es la cuestión. Si fuera un 25%, como afirman algunos, no alcanza para no salir terceros y es imprescindible ampliar. Si fuera del 30% como aseguran otros, la cosa no estaría tan disputada y complicada como se ve.

En este punto Javier Milei mira y espera. No le inquietan las malas performances de las provincias porque los desdoblamientos electorales hacen que la presidencial sea propicia para los unipersonales. En provincias donde ya se votó gobernador no pesarán los aparatos. En este sentido no todas son rosas porque deberá contrarrestar las estructuras de distritos como el bonaerense. Aunque la relación de Milei con sus votantes no está mediada por los aparatos, estos siguen teniendo un peso que en una cuenta más finita no puede ser subestimada.

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El sueño de Milei es ser el candidato más votado de las PASO y, como no tiene internas, ser el segundo o hasta el primer espacio, si Juntos por el Cambio baja. Y así generar la percepción de que su pase al ballotage es inevitable. No ser el candidato más votado podría desinflar el globo. Pero lo fundamental vuelve a ser no quedar tercero.

Juntos por el Cambio cuenta con la ventaja de la interna competitiva, que le aseguraría atraer votantes para la única primaria con competencia real por ahora. La única interna que es interna. Eso puede alentar a participar de la disputa para elegir entre Larreta y Bullrich.

Por eso el jefe de Gobierno desde ya busca pasar mensajes que salten el cerco del electorado propio. Esa función tiene la insistencia con el tema Schiaretti, por ejemplo, aunque quede por ahora en nada. En el caso de Bullrich confían en que los que le tengan miedo al extremismo de Milei se encaucen finalmente hacia ella.

Asegurarse el primer o segundo lugar en la PASO como espacio más votado es también lo que impide una ruptura en Juntos por el Cambio. Para la coalición opositora la clave sería sumar entre sus dos candidatos un número que los consolide. Luego vendrá la ardua negociación de contener a los votos del otro para que no se fuguen en la primera vuelta. Para Juntos por el Cambio, las PASO ponen al presidente en su hipótesis más fuerte. Por eso la guerra es total.

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Como el escenario de tres tercios competitivos es inédito en el país, el comportamiento de los votantes luego de las primarias desvela a los analistas. Para la primera parte del juego, hay que asegurarse un buen piso y luego construir un techo alto.

¿Ahí ayudan los famosos votos de la “avenida del medio” o el país se corrió a un nuevo medio que sólo quedará claro cuando pasen las PASO? ¿Deben basarse en las mediciones de a quién no se votaría nunca? Pero ¿cómo creer en esas mediciones teniendo en cuenta todo lo que pasa con las encuestas y que la gente decide en un porcentaje importante casi a último momento?

Por ahora lo más categórico es ver lo que hacen los candidatos. Los que no se presentan saben que no les alcanza. Los otros en muchos sentidos, más allá de sus hipótesis, andan a tientas. Y como la PASO aportará un mapa certero, por lo pronto la pulseada es por cómo contar la historia. Cómo contar las PASO y quedar mejor parado. El gráfico de candidato más votado o el de espacio más votado cotizan alto. Ni hablar los dos casilleros. Pero luego habrá que ver trasvasamientos de un lado a otro y si surge un nuevo mapa ideológico que redefina el medio.

Por lo pronto, es bueno que el ciudadano sepa esto y que haga el ejercicio de ver cómo cuenta las PASO cada quién, para pasar a la próxima ronda del juego de tronos. El que vea escrito que alguien ganó, sospeche de antemano. Esto, recién empieza.

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