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Feminismos para todas y otras todas
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Feminismos para todas y otras todas

Por Silvio Santamarina

Allá lejos, por 1988, el cineasta Pedro Almodóvar llamó la atención de las audiencias y jurados internacionales con su película “Mujeres al borde de un ataque de nervios”. La colorida comedia impactaba por su desopilante versión de la lucha de géneros, y por la apuesta a correr barreras culturales. Aunque en aquel entonces no era tan común un elenco con preponderancia numérica y jerárquica de mujeres, los tiempos cambian, y hoy varios gags e incluso ciertos tratamientos de temas serían candidatos a la cancelación, o al menos a un apercibimiento por parte de los tribunales woke. Cambia, todo cambia, y aquello que era progre, pronto se vuelve retro, y viceversa, y vuelta a empezar, así hasta el infinito y más allá.

Incluso en la Argentina. Buena parte de lo que se consideró como la batalla cultural de la “década ganada” fue la irrupción del feminismo como una perspectiva de peso específico sin precedentes a la hora de discutir política, tanto en la opinión pública como en los pasillos y despachos donde se reparten en serio las porciones de la torta del poder.

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Feminismo y progresismo nacional y popular se volvieron sinónimos, ensanchando la burocracia estatal y paraestatal para reforzar este criterio. Se lograron avances, leyes, costumbres. Tampoco faltó el oportunismo y la intolerancia. Como pasó con la absorción estatal de la causa de los Derechos Humanos en la primera fase K, el desgaste del modelo nac&pop en la segunda etapa, sumado a algunos abusos de poder, erosionaron la legitimidad de arranque del feminismo argentino en el siglo XXI. Pero la semilla quedó plantada.

Al igual que otros procesos históricos profundos, que evoluciona e involuciona en su largo devenir, que muta y se recicla siguiendo los climas de época, también el feminismo tiene sus momentos: para explicar esos vaivenes y contradicciones internas, se acuñó la etiqueta de feminismo de primera generación, segunda, tercera…

Habrá que ver si, en esta nueva etapa política, económica y cultural que viene asomando, califica su correspondiente movida femenina como una nueva generación, o no, y depende para quiénes.

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No hay duda de que en número y relevancia política y mediática, las mujeres protagonizan el nuevo oficialismo, como analiza el editor de Política de Newsweek Argentina, Gabriel Michi. Pero es cierto que muchas de ellas se manifiestan no feministas, y hasta rechazan casi toda la agenda militante de estos últimos años. La cuestión es compleja, mal que le pese a quienes se ven fuera de su zona de confort.

El empoderamiento femenino en el establishment que se está acomodando es tanto o más intenso que en la gestión anterior, cuyas mujeres funcionarias no siempre actuaban libres de la tutela de algún macho alfa (con caja, lapicera y micrófono) que las “coucheaba” en las sombras. Esto es así, avances y retrocesos, pros y contras, dichos y hechos.

De estos tembladerales trata la tapa de la edición de febrero de Newsweek Argentina, para provocar el debate entre todas y todos.

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