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Hannah Höch: la “IT girl” feminista que revolucionó el movimiento dadaísta berlinés
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Hannah Höch: la “IT girl” feminista que revolucionó el movimiento dadaísta berlinés

Por Gisela Asmundo

Una precursora del fotomontaje en el período de entreguerras. Enérgica feminista, batalló dentro del grupo de hombres que dominaban el dadaísmo alemán a principios del siglo XX. Su cuadro La novia (Pandora) es una crítica conceptual al contexto patriarcal en el que vivía.

Nació como Anna Therese Johanne Höch en Gotha, Alemania  el 1 de noviembre de 1889. Aunque pudo asistir a la escuela, sus primeros años estuvieron marcados por obligaciones de la vida doméstica. En 1904 tuvo que abandonar sus estudios de la Höhere Töchterschule para cuidar de su hermana menor Marianne. En 1912 ingresó en la facultad de artes aplicadas de Berlín, bajo la dirección del diseñador de vidrio Harold Bergen, una especie de arts & crafts, en diseño de vidrios y artes gráficas, solo por el mandato familiar de su padre. Al comienzo de la Primera Guerra Mundial en 1914, abandonó esos estudios y regresó al pueblo natal para trabajar con la Cruz Roja. En 1915 regresó a Berlín, donde ingresó en la clase de gráficos de Emil Orlik en el Instituto Nacional del Museo de Artes y Oficios.

La participación de Höch con los dadaístas de Berlín comenzó seriamente en 1917. Fue la única mujer en el grupo, destacándose por su autosuficiencia e imagen abiertamente masculina y bisexual. En esos años inició una relación con Raoul Hasumann, miembro del movimiento dadaísta, quien estaba casado y se negaba a abandonar a su esposa. El vínculo se volvió tortuoso, ya que imperaba un desprecio hacia Hannah por sus intenciones de querer casarse y sus opiniones sobre el arte. Hannah terminaría esta relación en 1922, luego de varios intentos por tener hijos con él y dos abortos.

BAILARINA INDIA: DE UN MUSEO ETNOGRÁFICO – Obra de 1930. Realizada con papel impreso cortado y pegado, y láminas metálicas sobre papel (25, 7 x 22, 4 cm.)

La postura hipócrita de Hausmann acerca de la emancipación de la mujer la impulsa a escribir «un cuento cáustico» titulado El pintor (1920), cuyo tema es un artista inmerso en una intensa crisis espiritual mientras su esposa le pide que lave los platos.

En El pintor narra de manera irónica lo siguiente: “Érase una vez un pintor. No se llamaba Dribble, ni nada por el estilo, como podría haber sido en épocas anteriores. Fue alrededor de 1920, el pintor era un pintor moderno, por lo que su nombre era Reino Celestial. A diferencia de los verdaderos pintores de épocas anteriores, no se le pidió que trabajara solo con pincel y paleta. Esto fue culpa de su esposa: ella frustró el vuelo ilimitado de su genio. Al menos cuatro veces en cuatro años, se vio obligado a lavar los platos, los platos de la cocina. La primera vez, en realidad, había habido una razón apremiante. Ella estaba dando a luz al bebé del reino celestial. Las otras tres veces no le habían parecido absolutamente necesarias para el Señor Reino Celestial. Pero él quería mantener la paz, porque después de todo, Dios había creado al hombre para hacer precisamente eso y por eso no tenía más remedio que obedecer su demanda. […] Nuestro Reino Celestial estaba profundamente herido por algo de lo que también había oído hablar a sus semejantes: aunque estas mujeres pequeñas a menudo son realmente pequeñas, todavía no pueden moldearse y modelarse en la forma que uno necesita para el confort físico y psíquico. Si hubiera sido escritor, se habría visto obligado a enriquecer la literatura con un trabajo pesado sobre el tema «Cuando acudas a una mujer, no olvides el látigo». Pero dadas las circunstancias que conoce ahora, su pintura se llamaría «El cebollino y el alma femenina: una comparación”.

“Maestras” con legado artístico: “El talento no tiene sexo”

Entre 1916 y 1926 trabajó en el departamento de artesanía de la editorial Ullstein Verlag, diseñando vestidos, bordados, encajes y diseños artesanales para Die Dame (La dama) y Die Praktische Berlinerin (La práctica berlinesa). En varios de sus collages se nota la incorporación de patrones de costura y la influencia de estas ocupaciones y oficios textiles.

En 1926 conoció a la escritora y lingüista holandesa Mathilda “Til” Brugman, que fue presentada por los amigos en común Helma y Kurt Schwitters. Ese mismo año inician una relación y se trasladan a La Haya para vivir juntas, donde permanecen hasta 1929, momento en el que deciden mudarse a Berlín. La relación entre ambas duró hasta 1935. Apenas separada inició una nueva relación con el pianista Kurt Matthies, con quien estuvo casada desde 1938 hasta 1944.

SOLO ELLA – Primera Feria Internacional Dada. Galería Otto – Burchard, Berlín (1920). Hannah fue la única mujer del grupo dadaísta berlinés.

Hannah pasó gran parte de su vida produciendo obra en una cabaña suburbana en Berlín-Heiligensee, alejada del alcance del nazismo que perseguía al trágicamente denominado Arte Degenerado (Entartete Kunst). “Era el lugar ideal para hundirse en el olvido”, escribió una vez. A lo largo de los años, formó muchas amistades influyentes y relaciones profesionales con personas como Nelly y Theo van Doesburg, Sonia Delaunay, László Moholy-Nagy y Piet Mondrian. Falleció el 31 de mayo de 1978 en Berlín Occidental.

LA NOVIA (PANDONRA) DE 1927

Höch utilizó el óleo como medio y el collage como técnica formal en este cuadro. Se destaca la polisemia visual, claramente irónica, con la imagen estereotipada de una pareja heterosexual en el día de su boda (“el día más feliz en la vida de una mujer”), en la que la novia posee una cabeza de muñeca – bebé. La artista aumenta exageradamente la cabeza de la misma, que mira aterrorizada mientras flotan a su alrededor diversos emblemas que aluden a la vida conyugal y se arremolinan sobre ellos de manera amenazadora.

LA NOVIA (PANDORA), 1927 Höch utilizó el óleo como medio y el collage como técnica formal en este cuadro. Se destaca la polisemia visual, claramente irónica, con la imagen estereotipada de una pareja heterosexual en el día de su boda. Foto: Berlinische Galerie, Berlín

Las tensiones derivadas de sus parejas, tanto de Hausmann como de Brugman (ya que ambos poseían temperamentos posesivos y dominantes), se ponen de manifiesto en este período de entreguerras. La obra vislumbra las reservas sobre la viabilidad del matrimonio, y especialmente, sobre el impacto en las mujeres.

El título alude a Pandora, el mito griego que aparece en La Teogonía del poeta Hesíodo, que responsabiliza a la primera de las mujeres como culpable de expandir todos los males de la humanidad. Para el historiador y antropólogo francés Jean Pierre Vernant, el rol del mito de Pandora en el texto hesiódico vendría a ser una justificación teológica de la presencia de fuerzas oscuras en el mundo masculino.

BAILANDO EN LA OSCURIDAD, de Hannah Hoch (1919). Óleo sobre cartón. Foto: Museo Nacional Germanisches, Nuremberg, Alemania

Si también tomamos en cuenta el pensamiento de Pierre Bourdieu en La dominación masculina, podríamos aludir que las mujeres fueron convertidas a lo largo de la historia en “instrumentos simbólicos de la política masculina”.

En sintonía con las teorías feministas que intentaban desentrañar la naturaleza de todas las relaciones sociales que se dan a través del género, Höch representa a la mujer en La novia (Pandora) como una especie de objeto inanimado e infantil para el “uso” del marido. Logra evidenciar de esta forma, la construcción de ciertas instituciones y desigualdades de la vida social, como la familia, entre otras.

DADAÍSMO Y FEMINISMO

Hannah Höch es conocida por pertenecer al movimiento dadaísta berlinés durante la República de Weimar (1918 – 1933) y por ser una de las primeras artistas en desarrollar el fotomontaje; un tipo de collage que se caracteriza por el recorte de fotografías de los medios de prensa, en donde incluía representaciones de la “neue frau” (nueva mujer), como atletas y actrices de la época.

Cuando los dadaístas berlineses Richard Huelsenbeck y Raoul Hausmann exploraron nuevas formas de interactuar con el medio pictórico, iniciaron lo que resultó en el desarrollo del fotomontaje dentro del movimiento. Otros dadaístas como George Grosz, Kurt Schwitters, Francis Picabia, sin embargo, continuaron comprometidos con el medio tradicional de la pintura. Höch, por su parte, desarrolló una técnica híbrida que combinaba fotomontaje y pintura. Su trabajo aportó una expresión contundente, irónica y feminista que puso en evidencia la hegemonía misógina del cuerpo político en el contexto socioeconómico del momento.

RETRATO DE HANNAH KÖCH – Musa inspiradora por su postura frente al dilema arte/vida y por su talento, fue elegida en 1933 por el artista Chris Lebeau para homenajearla. Foto: Drents Museum, Assen

Según Peter Boswell, autor de The Photomontages of Hannah Höch, la pregunta es si esta «nueva mujer» era diferente de la «vieja mujer” de la era imperial. Y si existía la posibilidad de tener un trabajo fuera del hogar que le permitiera gastar parte de su salario en actividades de ocio, y a la vez ser física y sexualmente activa, libre de poder hacer uso de métodos anticonceptivos o tener la posibilidad de abortar.

Nada en esta artista fue usual, ni su forma de concebir el arte ni tampoco su corte de pelo al mejor estilo “Bob Cut” como Louise Brooks, la legendaria actriz del cine mudo. Su manera de ser y crear no congeniaba bien con lo que la sociedad de ese entonces pretendía para el supuesto decoro de una mujer. Una mujer bisexual cuyo trabajo no solo era abiertamente anti-arte (lema de la primera feria internacional Dadá en 1920) sino que estrictamente anárquico. Pateó el tablero cuando muy pocas se animaron a hacerlo y podría decirse que fue una especie de muchacha proto-punk en la Berlín de los años veinte. Su obra tenía la intención de desmontar la fábula y la dicotomía que existían en el concepto de “nueva mujer”, construir la figura de mujer decidida y profesional, dispuesta a ocupar su lugar al igual que el hombre.

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