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Diego Santilli: “Tengo las fuerzas y la capacidad de cambiar el rumbo de la Provincia”
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Diego Santilli: “Tengo las fuerzas y la capacidad de cambiar el rumbo de la Provincia”

Por Rolando Klempert

El precandidato a gobernador en las PASO bonaerenses de Juntos por el Cambio está convencido de que puede revertir el “proceso de decadencia que se nota en la inseguridad, en el trabajo, en la educación, en la salud” del mayor distrito del país.

 

“A esta altura de mi vida, no tengo miedo de decir lo que pienso”, afirma Diego Santilli. Pero la frase, que esta vez usa para habilitar cualquier pregunta durante la entrevista, va cobrando nuevos significados a medida que va exponiendo sus ideas, sus proyectos y también su vida.

Acaba de entrar a su oficina de Barrio Parque (una de las tantas en tiempos de campaña). Viene manejando desde General Rodríguez. Después se tiene que ir a una reunión y más tarde a su casa de Tigre, en hora pico. Sus hijos más grandes viven en Pilar. “Los fines de semana soy el remisero de la familia”, bromea. Al día siguiente le toca sesión en el Congreso Nacional, y luego (si el trabajo se lo permite) al Monumental a ver a River con su familia. Le quedan 40 días de intensa campaña, dice. Pero sabe que después tampoco habrá descanso. Quiere ser gobernador de la Provincia de Buenos Aires.

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Se lo ve tranquilo, mira a los ojos, habla en tono pausado, no tiene un discurso incendiario. En 2021 le funcionó: ganó las legislativas bonaerenses a la cabeza de Juntos por el Cambio, algo más de un punto arriba del peronismo, que venía de arrasar en 2019 tras la fallida experiencia macrista. La diferencia es que hoy no solo enfrenta al caballo del comisario, al actual gobernador Axel Kicillof, sino también a quien fuera su jefe de campaña hace dos años, Néstor Grindetti.

Aunque asegura que quiere cambiar la realidad de los argentinos y los bonaerenses, él no quiere cambiar ni su estilo político, ni sus convicciones. “Sigo siendo el mismo de siempre”, asevera, aunque lamenta no tener más tiempo para dedicarle a su esposa Analía, a sus tres hijos y a las dos hijas de ella, a sus padres, a su perro Bartolo o incluso al fútbol.

Entra a la oficina, saluda a todos y se sirve un café de cápsula para conversar extensamente con Newsweek Argentina.

¿Por qué quiere ser gobernador bonaerense?
– Porque creo que tengo las fuerzas, las ganas y la capacidad de cambiar el rumbo de una provincia que es una de las más importantes de la República Argentina. Sin embargo, tiene un proceso de decadencia que se nota en la inseguridad, en el trabajo, en la educación, en la salud, en todos los aspectos. Se ha quedado en el tiempo, y eso significa retroceder fuertemente. Yo quiero generar ese camino para salir hacia adelante, porque es el lugar donde viven mis hijos, nosotros y donde queremos transitar nuestras vidas.

¿Puede ofrecer un breve resumen del estado en el que está la Provincia hoy?
– Lo puedo sintetizar en cuatro grandes ejes que para mí son centrales. La seguridad está en su peor momento: el narcotráfico avanzó sobre los barrios, el delito está por doquier y la sociedad se siente indefensa, sola, abandonada. En educación, los chicos no aprenden en la escuela; ni siquiera tienen los 190 días de clases: en invierno, porque no hay estufas o no anda el gas; en verano, porque no hay ventiladores. Y no es que le pasa a una, dos o veinte escuelas, sino que les pasa a muchas todo el tiempo. Respecto al trabajo, es el reino de la informalidad, y vos necesitás trabajo formal en el sector privado. En salud, te vas a atender y a veces no hay médicos para cubrir las guardias, o los hospitales que inauguraron cuatro veces no están funcionando, como en La Matanza o en Quilmes.

Y el quinto elemento es el sector privado, que es el que hace pujante a la Provincia de Buenos Aires. Para ilustrarlo mejor: la Provincia representa un tercio de la superficie sembrada de la Argentina; el 36% de las exportaciones, con US$ 33.000 millones en 2022, sobre casi US$ 82.000 millones de todo el país; tiene el 40% de las cabezas de ganado (es el primer productor bovino y porcino); tiene el 50% de la producción industrial nacional; el 60% de la industria automotriz; el 70% de la alimenticia; entre 70% y 80% de la refinería de petróleo, sin tener petróleo; y los principales ocho puertos desde los que sale la producción nacional. ¡Esa es la Provincia! ¿Cómo no podemos contagiar eso a toda la provincia?

Me refiero a esas dos provincias que uno ve, al Conurbano versus el interior. Hay que sacarle la pata de arriba de la cabeza al sector privado. Hay que bajar las tasas; yo me comprometí a bajar 500 de las poco más de 1.240 que tiene la Provincia. No significan tanto para la generación de recursos para el Presupuesto. Hoy es la provincia número uno en presión fiscal del país.

En estos años de trabajo y de caminar la Provincia, ¿ha visto cosas positivas que le permitan sostener alguna esperanza de cambio?
– ¡Las recontra veo! Las veo cuando voy al 22 de Enero, que es un barrio súper humilde de La Matanza y no hay transporte público. Tenés que ir en “el Truchito”, un colectivo que pasa y que, por supuesto, sale mucho más caro que el colectivo de pasajeros normal. Y la gente te dice “quiero salir adelante, me levanto a las cuatro y media para ir a laburar; no se aguanta más esto”. Y en una familia el papá y la mamá se van a laburar, salen con miedo, y piensan “yo la remo, pero, ¿cuál es el futuro que tiene mi hijo?”. También veo esperanza en cada uno de los barrios humildes, en la gente laburadora y también en la producción. Fijate que con esta sequía monumental que estamos viviendo, en San Nicolás, cuando estuvimos para ExpoAgro, las transacciones en términos de equipamiento, tractores, fertilizantes estuvieron a fondo de nuevo. Los chacareros ya está con la mente puesta en ir a producir de nuevo, porque creen que todo va a estar mejor. Esa Argentina pujante del laburante, de la pyme, del emprendedor, del comerciante, está ahí.

Hoy las encuestas muestran a Kicillof sacando alguna ventaja de cara a su reelección, Pero Santilli sabe que los sondeos también quedaron obsoletos en 2015, cuando María Eugenia Vidal dio el batacazo y desplazó al peronismo luego de décadas en el poder bonaerense.

¿Qué cosas aprendió de la experiencia de Vidal como gobernadora?
– (Reflexiona unos segundos) Bueno…, su gestión marcó un comienzo en la lucha contra el narcotráfico. Y ese es un camino, ¿no? Abrió la senda para empujar a los narcos del barrio. Yo quiero profundizar ese trabajo y, además, quiero formar a la fuerza, prepararla, poner a la policía en la calle, georreferenciarla, ponerle la tecnología, el anillo digital, cámaras y toda la operación necesaria para ir a buscar a los chorros hasta debajo de la cama. ¡Los voy a ir a buscar hasta abajo de la cama! María Eugenia marcó un camino para esa Provincia del laburante, del que se esfuerza, la Provincia del mérito.

Una interna como la que está viviendo el PRO, tanto en la Nación como en la Provincia, ¿puede dejar heridas a la hora de gobernar?
– Por mi parte no. El que me conoce sabe que soy un tipo que respeto la voluntad de la gente, y voy a respetar lo que la sociedad decida. Y también bancarlo. Como lo hicimos con Facundo (Manes). Competimos en 2021 y esa misma noche, antes de saber los resultados, estábamos chocando los puños, y al otro día estábamos trabajando juntos. Ese es mi estilo. Me dirás “claro, porque te tocó ganar a vos”, pero la grandeza de Facundo fue enorme, y yo pienso que ahora va a ser igual.

Tanto Bullrich como Larreta confirmaron que “el que gana conduce y el que pierde acompaña”. ¿En la Provincia va a ocurrir lo mismo?
– Estás hablando con alguien que sostuvo eso toda su vida. Es más, Néstor (Grindetti) ha sido mi jefe de campaña en 2021. Pero yo respondo por mí, y voy a estar en el lugar en el que la sociedad decida que tengo que estar.

Diego Santilli se presentará como candidato a gobernador de la Provincia

Mencionaba recién el poder productivo y exportador de la Provincia, es decir, es un gran aportante al Estado federal. ¿Es justo lo que recibe en términos de coparticipación?
– La Provincia de Buenos Aires es la más perjudicada. Está generando cerca del 36% del PIB y recibe el 22%. No va. Hay 12 o 13 puntos de diferencia. No digo que no seamos federales, pero claramente le están faltando 5 o 6 puntos de coparticipación. Y eso es lo que se ve en la falta de infraestructura, en los problemas crónicos de cloacas, agua, seguridad. Lo pongo en números: en 2022, de los US$ 33.000 millones de exportaciones, US$ 12.600 tuvieron que ver con soja, trigo, maíz y girasol; en retenciones por esas exportaciones quedaron US$ 3.000 millones que no son coparticipables. A la zona núcleo de la Provincia (Salto, Colón Rojas, Pergamino, Junín, Lobería, la parte de abajo de Necochea, Tandil) no le volvió la plata esa. Y a la Provincia tampoco le entró por sus tributos. Así no va, esto está desequilibrado. El problema de la coparticipación es un daño monumental que le hicieron a la Provincia hace muchos años, y también a la Ciudad. Horacio Rodríguez Larreta tiene el mismo problema del otro lado. Es un gran aportante y recibe muy poco.

¿Esa es una pelea que va a dar en 2024? ¿Es el momento?
– Siempre es el momento. Cada día que pasa es una escuela no reparada, una cámara de seguridad menos, una no mejora en el salario docente, de los policías o de los médicos, una ruta que no está arreglada como corresponde, un retraso en la infraestructura necesaria para que nuestros productos salgan al exterior. La pelea hay que darla hoy; yo la estoy dando todos los días.

Diego Santilli

¿Cuáles serían sus primeras dos o tres medidas en caso de ganar?
– Tienen que ver con esos ejes que para mí son importantes. Primero que nada, bajar tasas o eliminarlas para reducir la carga fiscal. La segunda, enfrentar contundentemente el delito. Yo voy a hacer lo que ya hice. Fui y enfrenté al narcotráfico. Fui y enfrenté al delincuente. Fui categórico, y los resultados están, eh. Los datos oficiales ahí están. Quiero devolverle la paz al bonaerense, que las familias estén tranquilas. Eso implica la actualización del Código Procesal Penal, del Código Penal Juvenil para la edad de imputabilidad, hay que empujar para que se sanciones el Código Penal, que es nacional, pero nuestros legisladores deben trabajar para eso (porque está trabado en el Senado). Y quiero que los chicos estén en las escuelas.

Desde luego, dado que las elecciones bonaerenses no se desdoblaron, la suerte de los candidatos probablemente esté atada a la de las fórmulas presidenciales. Santilli va en la larga boleta que encabeza Rodríguez Larreta, quien competirá en las PASO con Patricia Bullrich, pero también contra Sergio Massa y Javier Milei. Todos son rivales, pero también saben que ocasionalmente podrían volverse aliados. Por eso, cada crítica en el último tramo de la campaña parece perfectamente calibrada.

¿Qué opinión tiene de Sergio Massa?
– Que es el candidato del kirchnerismo. Y que esperemos competir con él en octubre. Así va a pasar, porque no tiene una primaria como la de Horacio y Patricia, o como la mía con mi oponente. Tenemos que competir, porque estamos discutiendo dos modelos distintos.

Yo quiero un país donde los chicos aprendan, que sean libres, donde tengas trabajo privado formal y transitar tu vida sin miedo a que te pase algo. Del otro lado las escuelas son de contención y los chicos no aprenden; el trabajo son planes; y en seguridad…, dejaron hacer…, el Estado se corrió y dejó a la gente a merced de los delincuentes. Nosotros competimos contra ese modelo.

¿Y de Milei?
– Yo hay cosas que se las reconozco, como el debate económico. Muchas veces se mira el péndulo para un solo lado. Lo que no comparto con él es eso de privatizar las escuelas, la venta de órganos, la portación de armas. Yo estoy totalmente en contra de eso. Con él también vamos a competir, y que la sociedad defina.

Según las encuestas, es probable que Milei tenga una buena performance en la Provincia. ¿Es posible negociar con él, por ejemplo, en la Legislatura?
– A ver…, a mí me parece que los temas de inseguridad no son ideológicos. Es un problema que sufre el que menos tiene. Un tipo que va a robar con un arma no se puede ir a la casa. ¡No puede irse a la casa, porque está dispuesto a matar! No puede ser excarcelable. ¿Qué estamos esperando? ¡Que mate a alguien para que vaya preso? En otras partes del mundo eso no se discute. En Uruguay, en Chile, en Paraguay, en Bolivia, ninguno. Nosotros lo estamos discutiendo. Es ridículo. En esas cosas nos tenemos que poder poner de acuerdo como personas de bien. También en cuanto a bajar los impuestos. Y bueno, en otras cosas no lo estaremos.

PÚBLICO Y PRIVADO

Diego Santilli nació el 6 de abril de 1967 en el barrio porteño de Palermo. Hijo de un importante empresario de la construcción y luego presidente del Banco Nación, a los 23 años se recibió de contador público nacional en la UBA. Se fue a los EEUU para estudiar finanzas a Chicago y fue operador en Nueva York. Al volver a la Argentina abrió su estudio contable especializado en finanzas y se fue acercando a la política, de la mano del peronismo porteño.

En el tumultuoso 2001 fue nada menos que director del Banco Ciudad, y en 2002 asumió como diputado nacional y ocupó diversos cargos tanto en la Capital como en la Provincia. En 2003 se fue del peronismo para sumarse a las filas de Mauricio Macri, que en ese entonces hacía sus primeras incursiones políticas con Compromiso para el Cambio, fuerza precursora del PRO.

Se podría decir que en ese momento empezó a jugar en las grandes ligas. Fue ministro de Ambiente y Espacio Público porteño, luego senador nacional y en 2015 fue electo vicejefe de Gobierno en la fórmula con Horacio Rodríguez Larreta. En 2018, luego de que los hinchas de River apedrearan el micro de Boca antes de la histórica final de la Libertadores, tomó también el Ministerio de Seguridad, una verdadera “papa caliente” en términos actuales. En 2019 fue reelecto como vicejefe de Gobierno y eso lo invalidó para presentarse a la Jefatura porteña en 2023. Renunció a su cargo y en 2021 se presentó en la Provincia. Como se recordaba, ganó las elecciones contra el Frente de Todos, que llevaba en la boleta a Victoria Tolosa Paz, candidata de Alberto Fernández.

Ya son más de 20 años de gestión pública, pero Diego Santilli enfatiza que siempre mantuvo su actividad privada. “Eso te mantiene también la cabeza abierta a las cosas que pasan en lo cotidiano”, explica, aunque también admite que es su principal fuente de ingresos.

Cuando mira el camino recorrido en la gestión pública y la política, ¿qué ve? ¿Qué aprendió?
– Mucho. Siempre estamos aprendiendo. Tenemos que darnos cuenta de que aprendemos en todas las etapas de la vida. Aprendés cuando estudiás, cuando vas a la universidad, cuando laburás, cuando sos padre y también en la política. Lo que más yo valoro es que, a pesar de las responsabilidades que he tenido, sigo siendo el mismo. Sigo siendo el tipo que el fin de semana agarra el auto, voy a buscar a mi hijo, lo llevo a algún lugar, lo voy a buscar, comparto con él el viaje, lo llevo a jugar al básquet. Hablo del más chiquito, porque los otros más grandes ya no me dan bola como antes. Como siempre digo, el fin de semana soy remisero, y voy de Pilar a Tigre, de ahí a Malvinas. Sigo siendo el que va a compartir con mis hijos a la cancha a ver a River, y nos abrazamos cuando gana, y lloramos cuando pierde.

Arrancó muy joven también, y en cargos importantes, como el Banco Ciudad…
– No sé si tan joven… Yo me recibí en Chicago de operador de mercado, trabajé en las Torres Gemelas bastante antes del atentado, después vine acá, armé mi estudio contable, trabajé muchos años en la actividad privada y empecé en el Banco Ciudad como director, porque yo era contador especializado en finanzas. Y me fui metiendo en el sistema financiero.

Siempre mantuve mi actividad privada. De hecho, de mi actividad privada obtengo el 70% u 80% de mis ingresos. Y eso te mantiene también la cabeza abierta a las cosas que pasan en lo cotidiano, que a veces se te pueden perder.

¿Se considera un político “de origen peronista”, como suelen llamarlo a usted y a otros dirigentes de su espacio algunos opositores internos más extremos?
– No lo sé, mirá… Uno nunca reniega de su origen. Pero también construís tu familia y forjás tus valores y tu visión más allá de lo que te enseñaron tu papá, tu mamá y tu primer hogar, que es la familia. Yo soy de los que creen que cada uno va armando su camino, construyendo su propia familia. Y yo hace muchos años que abracé la familia en donde estoy. Y creo en esos valores. Creo en Dios, creo en la familia y creo que ahí hay un camino. Por ahí de mis orígenes guardo algunas cosas que para mí son importantes: que la gente tenga laburo, que fruto de su esfuerzo pueda llegar a pagar su casa, que la educación pública iguala oportunidades (es el único mecanismo igualador de una sociedad). Un hombre público tiene que ser aquel que le de igualdad de oportunidades a todos, y no que el que tiene mayor recursos tenga una mejor calidad de vida porque puede tener una educación, una seguridad y una salud privadas. Me acuerdo que tuve una discusión cuando fui ministro de Seguridad de la Ciudad. El primer día llego a mi casa y veo un policía en la puerta. “Lo que pasa es que usted es el ministro”. “No, yo soy un vecino más”. Ya sé que no era un vecino más, pero en el fondo sí lo era, y si yo tengo un policía en la puerta, todos los vecinos iban a reclamar el suyo, y todos sabemos que no hay forma de hacerlo. Siempre me moví así.

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Si tuviera que elegir tres o cuatro medidas importantes a lo largo de su carrera en la Ciudad, ¿cuáles destacaría?
– Yo recibí en la Ciudad una fuerza traspasada: la Metropolitana. Con lo cual, si yo creía en la educación, lo primero que tenía que hacer era evaluarla. La evalué, y cuando vi el serio déficit que tenía, decidí capacitarla. Después, el desafío era cómo multiplicar la cantidad de policías en la calle, con la misma cantidad de hombres y mujeres. Y se puede. La multipliqué por tres: había 6.000 policías en las calles y dejé 19.000, con la misma cantidad de policías que había. Lo que pasaba era que había un “policía pintor”, un “policía mecánico”, un “policía que hacía papeleo”. Al Estado le cuesta mucho formar un hombre o una mujer para tenerlos en una comisaría en vez de estar previniendo un delito en las calles. Y después respaldé a la fuerza, la banqué y mejoré su salario y su salud. Y después fui inflexible.

Esto es “vamos a buscar a los chorros hasta abajo de la cama”, “vamos a enfrentar al narcotráfico”. Y lo hicimos. Y después pusimos tecnología, que en esta época es parte de nuestra vida. Pusimos el anillo digital, con el que todo lo que entra o sale se monitorea, con sistemas analógicos y de inteligencia artificial, que busca autos con pedido de secuestro y prófugos de la Justicia mediante el sistema de reconocimiento facial. Todo eso nos llevó a reducir los delitos en 6,33 homicidios cada 100.000 habitantes, y quedó en 2,8.

Es la segunda ciudad más segura del continente, después de Ottawa, en términos de tasa de homicidios en una ciudad capital. Entonces, en comparación con Nueva York, con Washington, San Pablo, Río, Santiago de Chile, Montevideo, te dabas cuenta de que estábamos muy arriba en el mal ranking, pero terminamos en los primeros lugares del bueno. Igual, ojo, mientras haya un solo delito o un homicidio, no podés dormirte en los laureles; siempre tenés que estar alerta.

¿Se arrepiente en algún momento de haber tomado una decisión equivocada o lamenta no haber podido cumplir algún objetivo?
– A ver…, seguramente hay muchas medidas que uno tomó y después dijo “podría haberlo hecho mejor”. Pero lo importante es poder reconocerlo, admitir cuando te equivocás, porque eso te hace ser humano. Uno no nace siendo papá. Tu familia te brindó una imagen y vos tratás de replicarlo, pero aprendés cuando salís del hospital y tenés a tu hijo en tus manos. Decís “¿y ahora?”. Ahí empezás un proceso de aprendizaje y conexión muy fuerte. No naciste siendo gobernador, diputado o senador. No reconocer los errores no te da más fortaleza, es tapar abajo de la alfombra. Hay que decir “esto está bien; esto hay que consolidarlo y sostenerlo; y esto no”. Te doy un ejemplo: Juntos por el Cambio presentó la Ley de Alquileres. ¡Fue mala, no funcionó, hizo daño! Obviamente, se presentó esa ley para corregir una que se suponía que era peor. Bueno, no funcionó. Después de reconocerlo hay que cambiarla, y rápido. Hay que salir de esto porque está perjudicando a inquilinos y a propietarios. Todavía está pendiente; el oficialismo no la quiere sacar…

Foto: NA

Buena parte del camino de Santilli en la política está signado por dos figuras centrales. Primero Mauricio Macri, en cuyo espacio milita desde 2003; y segundo, Rodríguez Larreta, tal vez su principal socio político y ¿amigo?

¿Usted y Larreta son amigos? ¿Cómo surgió su relación política?
– Él formaba parte de los equipos técnicos de Palito Ortega. Y ahí nos conocimos y empezamos un camino. Viste que los caminos no siempre van en la misma dirección; a veces uno va para un lado y otro va para el otro, pero después te juntan. En el camino nos terminamos juntando. Terminé trabajando a su lado muchos años. Él es un obsesivo del trabajo, un tipo que se levanta a las 6 de la mañana y no para hasta entrada la noche. Labura todo el día. Y nosotros construimos una relación a partir de los años y de trabajar en conjunto. Yo admiro su capacidad de laburo, es metódico, analiza los temas, los evalúa a fondo, no toma decisiones improvisadas. Pensá esto: es el único gobernador de la Argentina que reformó el estatuto docente para favorecer a quienes están al frente del aula, para que su ascenso no fuera por antigüedad, sino por mérito. Es el tipo que enfrentó la inseguridad. Metió presas a las tres bandas narcos que había en la Ciudad. La primera lo hizo con Patricia, y las otras dos, él mismo. Cambió la infraestructura de una ciudad entera: los trenes van por arriba y los camiones, por abajo. Es el tipo que puso inglés en todas las escuelas públicas. Todas esas cosas son absolutamente respetables y valoradas.

¿Qué significa Macri para usted en lo personal y para su carrera política?
– Fue el fundador y creador de un espacio distinto en la Argentina. Para nosotros fueron años de profunda emoción, de lucha por esa Argentina que todos deseamos, en la que el laburante ve a sus hijos crecer, que sean profesionales y tengan mayores oportunidades que sus padres, en la que se puede vivir tranquilo, en la que el esfuerzo vale la pena y tiene un sentido. Mauricio es el tipo que volvió a integrar a los argentinos al mundo. Son muchas alegrías las que nos dio.

¿Habla con él? ¿Sigue teniendo relación?
– No tanto como antes, pero por supuesto que hablo. Antes, obviamente, era más cotidiano. Cuando le tocó ser presidente, son tantos los problemas que hay en el país, que la distancia se marca. Me acuerdo que una vez yo le contaba sobre la seguridad y me miraba. Los primeros 15 minutos estaba re focalizado, y después ya estaba como en otra cosa. Claro, y yo lo miré y me dije “para qué le sigo contando, con los quilombos que tiene…”. Siento un cariño enorme. Y lo respeto mucho.

No terminó el café. Aceptó posar para algunas fotos más, pero debía partir rápido. Un hombre de la política, y más en tiempos de campaña, nunca está solo. “Yo disfruto manejar de regreso a casa. Pongo música, y voy feliz a ver a mi familia. Es tal vez el único rato que tengo para estar conmigo mismo”, confiesa. Y es que Diego Santilli es diputado nacional y candidato a gobernador bonaerense, pero, como él mismo dice, también es un ciudadano más.

 

(Entrevista publicada originalmente en el Especial Elecciones de Newsweek Argentina)

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