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Otro signo de un gobierno desesperado: querer eliminar elecciones
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Otro signo de un gobierno desesperado: querer eliminar elecciones

Curiosa manera de celebrar el aniversario del regreso a la Democracia, tiene el oficialismo: eliminar elecciones. A la cruzada contra las PASO se le suma ahora, la idea de eliminar las elecciones de medio término. Sí. Las que acaban de perder. Un poco más y se les ocurre eliminar toda elección que puedan perder. La propuesta, no salió de un dirigente marginal, sino del ministro del interior, el camporista Wado De Pedro. Según el funcionario, las elecciones cada dos años impiden a los presidentes desarrollar bien sus gestiones porque se está siempre en campaña.

De Pedro, agregó a la inesperada propuesta que está trabajando en un proyecto para concretarla, pero olvidó un pequeño detalle: necesitaría una reforma constitucional. El kirchnerismo tiene esa rara costumbre de proponer cosas que siempre terminan chocando con la Constitución (no importa cuando leas esto) Desde la oposición el diputado Mario Negri acusó al ministro de despreciar la voluntad popular y agregó que “así actúan los autoritarismos cuando sienten que pierden el poder”.

Un gobierno en desbande, que se no se puede poner de acuerdo ni sobre el rumbo que le impone a su gestión, viene alegremente a proponer el desguace de las instancias electivas, es decir, menos democracia. Pensar que De Pedro es un potencial candidato a presidente del Frente de Todos. Lo que pasa es que para ellos basta con una sola electora. Basta y sobra con el dedo de Cristina. Qué tanto problema de andar votando.

Es gracioso cuando el ministro que entre sus funciones tiene a su cargo la realización de las elecciones explica los argumentos para eliminar las PASO y aduce que se lo pidieron gobernadores e intendentes. Los adalides del feudalismo se quejan de esas pavadas como el voto popular.

Esta vez también se le sumó el propio ministro de Economía -que no tiene temas urgentes, porque andamos bárbaro-, quien se unió presto al coro de presiones al presidente para que elimine las Primarias Abiertas y Obligatorias.

Pensar que, como ministro de economía, Massa debería valorar más que otros funcionarios, el cumplimiento de las reglas de juego, como una de las bases de la confianza, esa materia prima de la economía. Pero ya todo da igual. En algún sentido, Sergio se parece cada vez más a Alberto. Se esmera por congratularse y por darle la razón siempre que puede, a la señora Kirchner, como lo hizo con los congelamientos de precios.

Antes le parecía que no funcionaban. Adivinen qué propusieron ahora. Sí, congelamiento de precios para productos masivos durante tres meses desde diciembre a marzo. Adivinen quién pedía congelamientos. ¡Adivinaron! La vicepresidenta. A las empresas que expresan sorpresa y malestar por la medida habría que recomendarles que no sean tan ligeros en depositar su confianza.

En el kirchnerismo no extraña. Siempre tienen a la mano el manual de recetas que nunca funcionaron para combatir la inflación. Así, cumplen el objetivo imprescindible de encontrar culpables, de no hacerse cargo de la solución y de patear la pelota para adelante mientras siguen dándole a la maquinita.

Volviendo a la cuestión de las PASO, entre otros argumentos aparece la inesperada pulsión por el ahorro. Hay que eliminarlas para ahorrar fondos públicos. Si quieren ahorrar fondos públicos podrían dedicarse un poco más a las empresas deficitarias del Estado por las que -depende el cálculo- se van entre US$ 6.000 y US$ 7.000 millones por año, en vez de meterse con los derechos de los ciudadanos a elegir a sus representantes.

El debate sobre la inconveniencia de realizar elecciones cada dos años no es nuevo. Con el argumento de que dificultan las gestiones de los ejecutivos aparece de tanto en tanto entre dirigentes o en discusiones técnicas de la ciencia política. En 2017, la entonces vicepresidenta, Gabriela Michetti, deslizó que las elecciones de medio término debían “suspenderse por un tiempo”.

Obviamente no tuvo elogios, más bien todo lo contrario. Y aquellas elecciones las ganó Cambiemos, fortaleciendo sus posiciones en el Congreso. Por algo será que siempre estas propuestas aparecen de quienes están en el poder. La casta es previsible, dirían algunos. En este caso, lo propone con ligereza, el ministro del Interior de un gobierno donde cunde la desesperación, porque lo más probable es que pierdan las elecciones generales y porque en las últimas de medio término sufrieron una catástrofe electoral que incluso los dejó sin quorum propio en la Cámara de Diputados.

No extraña que les haya quedado un poquito de aprehensión por ese percance de que la gente elija. En un país con contralores bastante flojos, que al menos persista el control ciudadano que impone el voto no es poca cosa.

Finalmente, resulta llamativo que De Pedro no tenga mejor idea que lanzar la propuesta desde Brasil, donde teóricamente elogian el reverdecer de la democracia por el triunfo del compañero Lula. Nada mejor como la democracia cuando se gana, podría ser el comentario irónico.

Dicen que, ante las crisis, y sobre todo cuando se quedan sin plata, los populismos se vuelven aún más autoritarios. Argentina es un ejemplo a cielo abierto: cepos y controles proliferan y no hay día en que no se les ocurra uno nuevo. Y ni hablar de los embates a la Constitución, para dominar a la Justicia, o porque les molestan los fiscales o la prensa. Ahora se meten con los votos. Con las elecciones no, muchachos. En este país agrietado, si queda algún consenso tiene que ver con eso. Y menos mal que la ley lo protege. Ya sabemos qué pasaría si fuera por ustedes.

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