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Del “silenzio stampa” a buscar culpables en medio de la debacle
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Del “silenzio stampa” a buscar culpables en medio de la debacle

El 17 de noviembre de 2005, Boca había perdido 4 a 1 frente a Arsenal en un partido para el olvido. Dicen las crónicas de entonces: “Sin palabras tras semejante debacle, el Coco Basile, apenas balbuceó: ‘Silenzio stampa’”.

Sin palabras ante la debacle, Massa no dijo nada de la inflación del 7,7% y no dijo nada sobre la devaluación que ocurre ante nuestros ojos, casi como si no la viera. Hasta hoy, con el dólar tocando los 500 pesos. “Vamos a usar todas las herramientas de estado”, advirtió. ¿Por qué no lo hizo antes del dólar a 500 pesos?

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Su “silenzio stampa”, no era tal en privado, donde se desvive por decirle a quien lo llama que esta semana llega la plata del Fondo. Como esos deudores, que bicicletean, y al fin, para calmar al acreedor, dan por sentado en el WhatsAap, algo que en realidad está por verse. A menos que la devaluación de la que culparon a Aracre, a Alberto y a economistas de la oposición lleve ocultamente su firma, porque al sol, nadie lo tapa con la mano y el Fondo no quiere dar un mango para que lo regalen a un tipo de cambio inexistente.

Curiosidades de un gobierno de esquizofrénicos. Mientras Massa le prende velas al Fondo, su jefa, que es Cristina, sale a despotricar contra el organismo y desempolva épicas del dolor de ya no ser. En un tuit que posteó en medio de su propio “silenzio stampa”, la vicepresidenta publicó un video donde recuerda con tono épico la decisión de Néstor Kirchner, de librarse del Fondo. Bueno, librarse, pagándole cash.

“Cuando decían que se vayan todos, se fue el Fondo”, se lee en letra de molde para dar paso a la voz del ex presidente. Casi una maldad a la luz de la malaria en la que rasca la olla su ministro de Economía u otro intento vano de despegarse de su gobierno. Todo suyo señora.

 

Pocas cosas grafican mejor la desesperación, la mezquindad y la torpeza, en un solo paso, como la presión sobre el presidente para que renunciara a su reelección. Primero, todos sabían, -hasta él-, que no podía ser candidato, con los peores números de aprobación que se recuerde en democracia para un presidente.

Pero el kirchnerismo festejó que se bajara como si se terminaran sus problemas. Y cuando el videíto de Alberto se volvió vintage, sólo 24 horas después, se dieron cuenta de que los problemas seguían ahí, y peor, porque debilitaron aún más, a su débil presidente.

Nada lo explicó mejor que una caricatura del humorista Nik, titulada “Así de ciego es el poder…”, donde se ve a Alberto y Cristina sujetos de la cintura por la misma cuerda, que les permite hacer equilibrio sobre una barra cilíndrica en la que están suspendidos en el aire. Ella, tijera en mano, está por cortar la soga mientras se ríe y dice: “JAJAJA, ¡Nos lo sacamos de encima!”, sin darse cuenta, de que, cuando corte la soga, van a caer los dos.

La guerra entre ellos ha llegado al punto de que no perciben que destruirse entre ellos es autodestruirse y no parece importar otra cosa más que la interna. El presidente, que tampoco puede olvidar que es presidente, salió ayer a deambular como un expresidente que concede notas sobre sus memorias. Allí aprovechó para volver a desafiar a Cristina, diciendo que no debe haber nadie que señale a un candidato, a ella que lo señalo a él.

Hoy se vio despertando en Olivos, recordó que todavía es presidente y culpó a la derecha por la suba del dólar.

El dólar trepó a los $500 y el Gobierno culpó a la «derecha argentina»

Fue el mismo que cuando se le disparaba la moneda a Mauricio Macri dijo que los 60 pesos le parecían un valor adecuado.

En medio de una crisis gravísima, el oficialismo sólo parece registrar la interna por las candidaturas, que es también lo que mueve los cálculos de Sergio Massa, quien busca que alguna carambola lo deposite en el poder aunque deje todo entre ruinas.

Mientras tanto, en los negocios empiezan a faltar precios y uno de cada tres argentinos del 70% que redujo sus gastos también dejó de comprar comida.

No sabemos con qué personaje de las películas de Rorbert De Niro, fantaseó el presidente. El actor es memorable por personificar gangsters, mafiosos, apostadores, boxeadores caídos en desgracia y delincuentes de distinta calaña, pero más recientemente también cedió a comedias familieras y costumbristas y algunas historias rosas. El problema con la película de presidente, es que él tuvo un protagónico muy importante, el más importante del país como ser Presidente de todos los argentinos. Y la verdad, es que actuó muy mal. Algún psicoanalista podrá analizar mejor, eso de que ande buscando ahora, un buen actor para su vida.

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