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Comer bien y sano, un nuevo objetivo global
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Comer bien y sano, un nuevo objetivo global

Por Lic. Alexis Chaves (*)

El Parlamento Europeo comenzó a tratar proyectos vinculados a la alimentación y a cómo mejorar la calidad de determinados productos que consume la población de los países miembros.

En ese contexto, por ejemplo, se reflotaron conceptos más puntuales como ser las denominadas “directivas del desayuno” que establecen normas comunes sobre la composición, el etiquetado, los materiales de los envases y la elaboración de algunos productos alimenticios.

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El intercambio de ideas se propuso teniendo como objetivo y horizonte, intentar legislar en pos de proteger los intereses de los consumidores y la libre circulación de estos productos en el mercado europeo.

Estas “directivas nutricionales” si bien no son nuevas, implican desafíos ya que los mercados de los productos que serán centro de los debates, han evolucionado significativamente con el avance técnico y tecnológico, junto con la innovación en la producción, los cambios en las pirámides nutricionales de la sociedad, las tendencias acerca de las dietas y, obviamente, por las preferencias alimentarias.

Es así que los parlamentarios de la Comunidad vieron venir todos estos sucesos y están ahora pensando en readecuar y actualizar las normas que regirán para las nuevas generaciones.

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Digamos que se ha demostrado que cuando de comida se habla, no se trata de una moda, más bien se apunta a que en conjunto se piense en lo mejor para el consumo, pero interactuando con toda la cadena de producción, que incluye a los productores, al tratamiento y recuperación del suelo, al buen uso de los agroquímicos, de los fertilizantes y por encima de la discusión – tener como vector – la calidad de lo que se lleva a la mesa del consumidor.

La expectativa actual reside, también, en apuntar a asegurarse que los países con los que se firmen acuerdos comerciales futuros, tengan el compromiso “vinculante” de reducir el uso de herbicidas y plaguicidas (sabiendo que se abre seguramente un fuerte lobby con las empresas del sector), tratando fuertemente de acelerar la adecuación de las normas venideras de la Unión (por ejemplo, se constató que hay países que comenzaron a rechazar las importaciones de frutas y hortalizas de determinados lugares, debido a los plaguicidas utilizados y la falta de control de los mismos).

Política y estratégicamente se quiere decir que se buscará sancionar leyes que impacten positivamente, manteniendo un razonable equilibrio para los países integrantes de la Unión Europea, sin avasallar ninguna región por sobre otra.

La revisión por parte de los involucrados va a requerir acciones en busca de acuerdos para confluir en la promoción consensuada de dietas más sostenibles y saludables, incluyendo el desarrollo de campañas públicas y seguramente privadas, sobre la mejor y más completa información alimentaria dirigida al consumidor, donde se pretende hacer hincapié en lo que respecta al origen de los productos y al ya conocido “etiquetado frontal” sobre las propiedades nutritivas de los alimentos.

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Recordemos además, que los más claros objetivos deberían ser (y en el caso de Argentina están plasmados en una Ley específica) los de garantizar el derecho a la salud y a una alimentación adecuada, dando información nutricional comprensible de los alimentos envasados y bebidas analcohólicas para resguardar los derechos de los consumidores y advertir sobre los excesos de azúcares, sodio, grasas saturadas, grasas totales y calorías, además de prevenir la malnutrición en la población y reducir las enfermedades crónicas no transmisibles.

Las trampas del etiquetado frontal

Por fin, queda claro que el debate va a tener que ser plausible de manejar los tiempos de adecuación y de tener un plazo razonable de transposición, que resulte lo menos imperativo posible, pero firmemente aplicable al corto y mediano plazo, en beneficio de la mejor alimentación de la gente y sobre todo de las generaciones futuras. Todos contribuyendo a poder expandir a todo el mundo, una nueva cultura de la calidad de lo que comemos.

(*) Politólogo y analista parlamentario

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