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La odisea de veranear en Brasil
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La odisea de veranear en Brasil

Por Mauro Fulco

Más de 20 mil argentinos por día cruzan a vacacionar en las playas de Florianópolis. Son cuatro veces más de los que viajaron el año pasado. La enorme mayoría lo hace en auto y se llevan de todo para aliviar costos. Con cambio desfavorable, precios en reales y un virus en el agua que causa vómitos y diarrea, la marea argentina copó las playas brasileñas.

Compraron dos handies y planificaron llegar a Paso de los Libres de madrugada. La idea era mantenerse comunicados durante el trayecto y evitar las casi seis horas de fila debajo del sol rabioso para atravesar la Aduana y poder continuar los 1.764 kilómetros que separan Morón de Florianópolis.

Sebastián y Damián son apenas dos de los 20 mil argentinos que cruzan la frontera a diario para vacacionar en el sur de Brasil. Las playas de Santa Catarina son tan atractivas que durante este verano no hubo obstáculo que frene a los argentinos: ni el cambio desfavorable ni el virus que causó estragos estomacales ni la distancia. Floripa, más argenta que nunca.

El dato de la Superintendencia de Turismo de Florianópolis habla por sí solo. Durante la primera quincena de enero de 2022 hubo 17.500 turistas argentinos vacacionando allí. Este año esa cifra se multiplicó por cuatro: 76.500. Y estiman que al finalizar la temporada serán 120 mil.

EN AUTO
Damián y Sebastián, que llegaron junto a sus familias desde el oeste bonaerense, cruzaron Aduana a las 2.30 de la madrugada y siguieron viaje hasta Pantano Grande, ya en Brasil. Allí hicieron noche en una casa de familia porque los hospedajes comerciales estaban todos ocupados por otros argentinos. A la mañana siguiente, completaron las 8 horas restantes hasta llegar a Canasvieiras.

Distinto fue el caso de Fernando y su familia, que tuvieron la mala fortuna de arribar a la frontera a las 10 de la mañana. Allí debieron padecer seis horas de fila a paso de hombre. “Abrimos la sombrilla e hicimos la cola. Fue un viaje bastante de terror”, se sincera. Tardó casi 30 horas en llegar hasta Barra de Lagoa desde Munro. Lo esperado es entre 22 y 24.

El cambio es variable, pero se calcula que 1 real equivale a 70 pesos argentinos

Claudio y Antonella decidieron armar una comitiva junto a otras dos familias. También equipados con intercomunicadores, optaron por un camino distinto. Salieron desde el barrio de Saavedra y cruzaron por Colón-Paysandú, atravesaron Uruguay e ingresaron a Brasil por Rivera. Demoraron un par de horas extra pero con la certeza de que Aduana sería apenas un trámite y no una tortura.

Todos ellos contaron con una guía adicional, las redes sociales. Los viajeros sobre ruedas tienen dos grupos de Facebook para asistirse entre ellos. Uno es “En auto a Brasil” y el otro se llama “A Brasil en auto”. Allí comparten consejos, recomendaciones y experiencias. También el precio del cambio, dónde comprar reales o precios de alojamientos para pasar la noche. Todo es válido a la hora de vacacionar, y cualquier ayuda es bienvenida.

En Brasil, el litro de nafta súper está 5.75 reales ($402), mientras que en Argentina cuesta $150,90. No hay que pensar mucho: el tanque se llena antes de cruzar. Según un cálculo de El Cronista Comercial, en total se gastan aproximadamente $150 mil para llegar a Floripa en auto. Pero esos números entran en debate. Hay quienes, con asesoramiento correcto y espíritu gasolero, han gastado la mitad.

Viajar en auto tiene ventajas concretas. Los argentinos se llevan de todo. Alcohol (el vino es considerablemente más barato; el Fernet allá no existe), artículos de limpieza, aceite, medicamentos de venta libre. Marcelo, cordobés que vino junto a su esposa y sus dos hijos, cargó una congeladora con asado. “Los chorizos los compro acá en Brasil porque son ricos y baratos, pero si compro carne me fundo”, bromea.

ALERTA VIRUS

Al llegar a Canasvieiras, Sebastián y Damián se encontraron con un obstáculo inesperado: carteles en la playa en los que se recomienda no bañarse en esas aguas. En el centro de la isla se advierte que el mar puede no estar apto, pero en otras localidades no hay aviso.

El primer consejo al llegar es no consumir agua corriente. Para todo (pa-ra-to-do) es indispensable la utilización de agua mineral. Una epidemia de diarrea azotó durante enero a Florianópolis y causó estragos entre veraneantes.

Según las autoridades, el 57% de las playas de Florianópolis no está apta para bañarse

La Secretaría de Estado de Salud (SES) de Santa Catarina reportó 3.241 casos de diarrea y vómitos durante las primeras tres semanas de enero. Los viajantes acudieron a atenderse en forma gratuita a las dos UPA (Unidad de Emergencia) de la isla. 2.090 intoxicados fueron diagnosticados en la UPA Norte, que queda en Canasvieiras, y 1.151 fueron atendidos en la UPA Sur, que queda en Campeche.

Pero el grueso de los afectados no concurrió al centro de salud, lo resolvió en forma casera o con paciencia. Las estadísticas, por lo tanto, se quedan muy cortas en relación al verdadero alcance del virus. Por ese motivo, tal vez, los propios residentes restan importancia a los brotes. “Si vas a las UPA te vas a pasar todo el día para que te den un suero. Esto en dos días se te va”, le dijeron a Ezequiel, cuyos hijos no solo experimentaron vómitos y diarrea si no también fiebre. Cuando los niños recobraron la salud fue el turno de los adultos: cayeron él y su esposa, Mara.

En la playa y en los lugares comunes de los condominios el tema era uno solo: el brote de vómitos y diarrea. Durante los almuerzos los argentinos se prestaban Reliveran o pastillas de carbón, y los que transitaron el virus recomendaban a los novatos que se quedaran tranquilos, que en apenas un par de días todo volvería a la normalidad. Y, por lo menos en mi caso, así fue: un día y medio de síntomas, una noche olvidable y luego salió el sol.

Las recomendaciones para evitar intoxicarse son muy básicas. Lavarse las manos a conciencia; se cocina con agua envasada. Lo mismo con la higiene bucal. Ni hablar de pedirse un trago en la playa. Los brasileños acostumbran a ponerle hielo a la bebida. Los más desconfiados no compraban ni choclos. Y ni esas precauciones lograron evitar los contagios.

Según las autoridades, este brote furioso se debe al norovirus, originado en el mal tratamiento de la materia fecal en la isla, y se contagia a través del agua, de los alimentos e incluso por el contacto con otros contagiados.

Entre los turistas circulan documentos con el índice de playas donde es evitable sumergirse, que de todas formas puede consultarse online en www.guiafloripa.com.br. Según el Instituto de Medio Ambiente de Santa Catarina, el 57 por ciento de las playas no son aptas para meterse al mar.

LOS PRECIOS

Para vacacionar en Brasil, es importante contar con reales en efectivo. Lo que puede parecer una obviedad, dado que es la moneda de curso legal, para un argentino puede no serlo. Acostumbrados a mensurar todo en dólares, la moneda estadounidense es apenas una referencia. Un dólar equivale a 5 reales y, en el centro de Praia dos Ingleses –por ejemplo- 1 real se consigue por 70 pesos. La cuenta es ésa: 70 a 1.

En la playa pocas cosas bajan de los 10 reales. A saber: un churro (una unidad) cuesta 10 reales ($700). Se comercializan decorados con confites, bañados en chocolate o rellenos de dulce de leche, pero ni hablar de comprar una docena. Un choripán (en Floripa los carritos ambulantes venden choris que pueden acompañarse con distintas salsas) está entre 20 ($1.400) y 25 reales ($1.750). Una cerveza en lata, 10 reales ($700). Una porción de rabas se consigue por 90/100 ($7.000). El delicioso “queijo quente” (barras de queso símil provoleta que se calienta en ollas a carbón hasta adquirir una textura suave) cuesta 10 reales la unidad o –en promo- 3 x 25 ($1.750). Una gaseosa en lata, 10 reales ($700). Un acaí (una especie de postre a base de fruta proteica) sale 30 reales ($2100)

Una porción de rabas en la playa se paga entre 95 y 100 reales ($7.000)

El kilo de picanha, el mejor corte que se consigue en Brasil, sale 95 reales ($6.650); el paquete de galletitas dulces más económico se consigue por 3 reales ($2.100), un pollo al spiedo se paga 44 reales ($3.080).

Una casa en un condominio con piscina puede conseguirse por 500 reales ($35.000) diarios. Pero la enorme cantidad de argentinos que llegaron hasta Brasil hicieron escasear cada vez más el alojamiento. Una quincena en un lugar con piscina, piscina climatizada, cancha de fútbol, de vóley, quincho, parrilla y frente a la playa salió 7.000 reales ($490.000).

Dana es cordobesa y vacacionó junto a su marido, sus tres hijos y una familia amiga. Decidieron dividir su estadía: una semana en Bombinhas y una en Ingleses. Ella reservó y se aseguró hospedaje desde Córdoba, pero la otra familia decidió sumarse a último momento y, por lo tanto, alquilar directamente en destino. Allí se toparon de frente con la falta de disponibilidad, entonces la primera semana la pasaron todos bajo el mismo techo. En el segundo destino consiguió a duras penas la última habitación de un condominio.

Ezequiel, por caso, reservó desde González Catán una cómoda habitación en un hotel frente a la playa. Pagó $8.500 reales ($595.000) por una semana. En Jureré, el destino más exclusivo y top de la isla, un hotel frente al mar puede llegar a valer 2.000 reales diarios ($140.000).

El auge veraniego también incluye a Argentina. Más de 3 millones de turistas eligieron las playas bonaerenses durante la primera quincena de enero, un 25 por ciento más del promedio de los últimos cinco años. El ministro de Producción bonaerense, Augusto Costa, auguró que ese número será 7.4 millones de veraneantes al final de la temporada. Y bien vale una comparación de precios.

Un condominio con condiciones similares al de Florianópolis (piscina, parrilla, a 3 cuadras de la playa) en Villa Gessell se cotizó en $420.000. En Mar del Plata, a 800 metros del mar, se puede pagar $495.000.

En Pinamar, una docena de churros vale $1400, una gaseosa $500, una lata de cerveza $700 y una porción de rabas entre $2.800 y $3.500. En Mar del Plata, las rabas salen entre $2.000 y $3.500; la porción de papas fritas cuesta $1.500. Los tradicionales churros de “Manolo” salen $1.500 la docena. En Punta del Este, la misma marca vende cada churro por 40 pesos uruguayos ($359), y la docena a 480 uruguayos ($4.300).

Más de 3 millones de personas eligieron la Costa bonaerense durante la primera quincena de enero.

En Mar de Ajó, una pizza grande de muzzarella cuesta $1.900 pesos; en Florianópolis sale 74 reales ($5.180) En Punta del Este la misma pizza se paga 790 pesos uruguayos ($7.090) y en La Muzza, un clásico marplatense te llevás dos por $3800.

Para los argentinos, vacacionar en Brasil es caro. Pero a pesar de los precios, las playas de Florianópolis están repletas de cordobeses, tucumanos y –en menor medida- porteños. Y, en una temporada récord, no hay virus que revierta esa tendencia.

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