Leyendo:
Trabajo líquido: cuando la estabilidad dejó de existir
Artículo Completo 5 minutos de lectura

Trabajo líquido: cuando la estabilidad dejó de existir

TRABAJO LIQUIDO. FOTO IA

*Por Ayelén Kalenok. 

Durante décadas, construir una carrera significaba una sola cosa: buscar estabilidad. Estudiar, entrar en una empresa, quedarse el mayor tiempo posible. Crecer dentro, escalar. El trabajo era un camino lineal y predecible y las cartas estaban echadas.

Es verdad que las opciones eran menos, o al menos las que conocíamos. La digitalización y la hiperconectividad nos abrió la puerta a un sinfín de opciones, cambios constantes y reglas nuevas.

En los últimos 20 años vimos el cambio en tiempo real: el boom del e-commerce no solo transformó cómo compramos; creó nuevas industrias —logística global, pagos digitales, criptomonedas— y arrasó con otras. Las reglas de juego cambian más rápido que nunca y cambian las reglas de cómo trabajamos. Hoy, esa estabilidad ya no existe.

Los bancos reducen sucursales porque los usuarios hacen transferencias y pagos desde su celular. La atención al cliente dejó de ser humana ¿Qué industria apostarías que seguirá existiendo dentro de 40 años?

La pregunta es cómo trabajamos en este movimiento constante. El temor de estar perdiéndonos algo todo el tiempo se traslada a lo laboral: qué no estoy aprendiendo que me dejará afuera del mercado laboral mañana.

El idioma del futuro ya no es inglés: la advertencia de los gigantes tecnológicos

El trabajo tiene un sentido profundo y gira alrededor de quienes somos y qué podemos hacer ¿Qué pasa entonces cuando no podemos seguir el ritmo?

Hablamos de trabajo líquido para definir cómo trabajamos hoy: todo cambia, todo el tiempo, más liviano de lo que quisiéramos y más rápido de lo que podemos adaptarnos.

Este modelo de Bauman de fines de los 90 a la hora de describir a la sociedad está mas vigente que nunca y lo aplicamos a cómo trabajamos hoy.

Flexibilidad total: Lugar, horario, tipo de tareas, modelo de contratación… todo es variable. No solo hablamos a través de si se trabaja remoto o presencial, qué hacemos, cómo y dónde, también para quién.

Trabajar por proyectos se vuelve más común. Esta modalidad cambia incluso la naturaleza de las relaciones laborales: ya no se construyen vínculos a largo plazo basados en la pertenencia, sino redes más transaccionales basadas en la colaboración temporal. Y así ciertos conceptos empiezan a desaparecer: la «familia laboral» o la fidelidad basada en una relación paternalista en la que se “debe” algo ya no existe.

Adaptabilidad como activo principal: Ya no somos definidos por un cargo. Somos definidos por lo que aprendemos, lo que aplicamos y lo que podemos construir en distintos contextos. Especializarse sigue siendo importante, pero quien no entiende cómo evoluciona su especialidad queda afuera. En este entorno, el verdadero talento no es hacer más de lo mismo sino cómo hacerlo diferente.

Autonomía (y sus matices): Construir una trayectoria ya no significa crecer «dentro» de una empresa. Hoy se construye una marca personal, una red de colaboraciones, una reputación propia.

Ser dueño suena bien, en un mundo donde se romantiza ser emprendedor, trabajar con un modelo de autonomía no es sencillo.

Trabajar de forma independiente suele traer una carga invisible: más actividades administrativas, más gestión comercial, más desgaste.

Un abogado que trabaja por su cuenta, por ejemplo, no solo lleva casos: también contesta consultas en redes sociales, genera contenido, persigue pagos, administra su agenda y desarrolla su propio marketing. Lo que prometía ser libertad a veces se convierte en una carga de trabajo fragmentada y constante de la que no estábamos tan informados. No solo es ser dueño de tu tiempo, el lado B aparece y muchas veces del que no se habla.

Por qué la nueva computadora de Microsoft revolucionará nuestra relación con la inteligencia artificial

Buscando una nueva forma de estabilidad

El trabajo líquido no es algo negativo y aunque la nostalgia puede empapar a quienes hayan atravesado otra realidad, este modelo no es el fin del desarrollo profesional ni del crecimiento personal, sino que nos habla de nuevos modelos.

La realización personal ya no se limita a lo profesional. No todos quieren una promoción como anhelo y lo cambiante es la nueva regla. En un entorno líquido, lo que pesa no es solo el conocimiento, sino cómo lo aplicamos en escenarios cambiantes. Saber ejecutar ya no es suficiente. Entender qué, cuándo y cómo algo necesita ser diferente será clave.

Si bien es un desafío para quienes prefieren que todo siga igual, también abre un abanico enorme de posibilidades para quienes entiendan las nuevas reglas del juego.

El concepto de estabilidad simplemente cambió y mientras todo cambia, el punto no es ir contra la corriente, la única opción real es aprender a moverse, sin perder el rumbo.

La estabilidad hoy no viene de un empleador ni de un contrato de tiempo indefinido. Viene de saber adaptarse, aprender rápido, construir relaciones de valor y gestionar la propia “carrera” como un proyecto en movimiento. Aunque este concepto de correr rápido y forma lineal, con etapas claras y un objetivo final, ya tampoco existe.

*Ayelen Kalenok. Licenciada en Relaciones Laborales, founder Kala Talent

 

Alarmante: ¿cuánta agua se esconde detrás de una imagen con IA?

Ingresa las palabras claves y pulsa enter.