La posibilidad de una Tercera Guerra Mundial suena a distopía, pero cada vez que escalan las tensiones entre potencias nucleares, la inquietud reaparece. ¿Qué pasaría si un conflicto global se desatara de nuevo? ¿Existen rincones del planeta con chances reales de mantenerse al margen del caos? Algunos países reúnen características que los posicionan como los más seguros del mundo ante un escenario bélico.
Factores como la ubicación geográfica, la neutralidad histórica, el acceso a recursos básicos y la baja densidad poblacional son claves a la hora de pensar en un posible refugio global.
Si bien nadie está completamente a salvo en una guerra moderna —donde los ciberataques y las armas de largo alcance hacen que las fronteras importen menos—, hay naciones que se perfilan como las más resilientes ante una crisis total.
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Islandia, por ejemplo, es el caso clásico: sin ejército propio, con una sociedad pequeña y ubicada en medio del Atlántico Norte, su neutralidad la convierte en una opción ideal. Nueva Zelanda también figura siempre en estos listados por su aislamiento, estabilidad institucional y abundancia de recursos naturales. Suiza, con su famosa política de no intervención y su infraestructura de emergencia, completa el podio. Incluso países como Bután, apartado en el Himalaya y con escasa vinculación con la economía global, suelen ser destacados.
Pero en América del Sur hay otro país que entra cada vez más en el radar de los analistas: Argentina. Aunque no suele ser mencionada en los rankings tradicionales, su lejanía de los focos de conflicto globales, su riqueza natural, su historial de neutralidad y su territorio amplio con baja densidad poblacional la vuelven un territorio de bajo riesgo ante un enfrentamiento de escala mundial. Su posición geográfica —en el extremo sur del planeta— la aleja de los epicentros bélicos tradicionales.
A esto se suma que Argentina no forma parte de alianzas militares activas, ni aloja bases extranjeras, y tiene potencial para autosustentarse en alimentos, agua y energía. Aunque su inestabilidad económica y política son desafíos, en términos estratégicos aparece como un refugio posible en caso de catástrofe global. En la Segunda Guerra Mundial ya había adoptado una postura de neutralidad por largos períodos, lo que refuerza ese perfil.
En definitiva, aunque no existe un refugio absolutamente seguro ante un conflicto global del siglo XXI, sí hay países que ofrecen mayores márgenes de protección. Estar lejos de los grandes centros de poder, poder alimentarse y mantenerse operativo sin depender del comercio internacional, y no ser blanco de interés estratégico, pueden ser la clave. Y en ese mapa, el sur del mundo —y en particular, Argentina— aparece con una ventaja inesperada.