Por Lalo Zanoni
En la carrera definida por la UNESCO por alcanzar la meta global del 30×30, que propone proteger el 30% de los océanos para 2030, las soluciones tecnológicas ganan un protagonismo que ya resulta imprescindible. Con apenas el 3% del océano realmente resguardado de actividades extractivas como la pesca industrial o la minería submarina, el desafío de acelerar los mecanismos de conservación se volvió urgente.
En este contexto nació Vital Oceans. La plataforma, desarrollada por Red Hat junto con C Minds y Alquimia AI, apunta a reducir la brecha entre la necesidad ambiental y los tiempos burocráticos. Su objetivo es automatizar la documentación científica y legal que requiere la creación de Áreas Marinas Protegidas, y hacerlo de manera que cualquier comunidad costera pueda participar del proceso sin tener que pasar por años de trámites, estudios o asesorías inaccesibles.
Presentada durante el reciente Red Hat Summit: Connect 2025 en Buenos Aires, la herramienta se diseñó con un principio claro: empoderar a quienes habitan y conocen el territorio. Por eso, Vital Oceans combina modelos de IA generativa con saberes locales, datos científicos abiertos y conocimientos de economía azul. Lo que antes podía tomar meses, hoy ocurre en minutos: un informe técnico de nivel experto se genera desde un sistema entrenado para entender el contexto marino, los objetivos de conservación y las particularidades de cada zona.
La arquitectura detrás de Vital Oceans no se basa en modelos cerrados ni soluciones verticales. Por el contrario, la plataforma se construyó sobre tres agentes de IA distintos, sobre principios de código abierto, con participación de comunidades científicas y locales.
En una entrevista con Newsweek Argentina antes del evento, Sebastián Cao, el CEO de Alquimia AI, lo explicó con claridad: “Este enfoque resulta más eficaz que los modelos tradicionales, centralizados y cerrados. La IA debe ser responsable y se potencia cuando las comunidades están en la primera línea”.
Por su parte, Victoria Martínez Suárez, gerente de la Plataforma Red Hat AI para América Latina, destacó que la plataforma se pensó para resolver una barrera concreta: “Cuando se identificaba una zona con alto valor ecológico, el principal obstáculo era la cantidad de documentación que se debía presentar a los gobiernos. Ahí vimos que la IA podía facilitar ese proceso, traduciendo conversaciones entre científicos y comunidades en reportes listos para ser usados”.
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¿Estamos en medio de un proceso de aceleración?
-Mirá, a diez o cinco años es imposible hablar porque la IA va rapidísimo. Pero seguro que en los próximos meses veremos una profundización en el tema agentes y copilotos, y la IA generativa ayudará a los desarrolladores para ir más rápido. Antes nosotros sacábamos una aplicación con IA en siete a doce meses y ahora en diez o veinte días vos tenés algo construido. Se acelera la producción. Y el que no se suba, va a quedar afuera. Es así de contundente.
La herramienta Vital Oceans ya respalda procesos de protección en cinco áreas marinas de Baja California, México. Pero su hoja de ruta es más ambiciosa. En la próxima etapa, se entrenará con información de toda América Latina y el Caribe, para escalar su alcance y facilitar la creación de cientos de áreas protegidas lideradas desde lo local.
El proyecto también abre una discusión clave sobre el rol de la IA en la conservación ambiental. No como herramienta autónoma, sino como parte de un proceso colectivo.