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Milla 201: El juego del calamar
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Milla 201: El juego del calamar

Por Mauro Fulco 

Más de 400 buques extranjeros al acecho a lo largo de 160 kilómetros. Cientos de miles de toneladas de ejemplares que reportan millones de dólares. cómo es el control estratégico para que no ingresen a las aguas territoriales y la lucha por evitar la depredación de riqueza en el Mar Argentino.

“Una ciudad en altamar”. “Un amanecer en plena medianoche”. Estas definiciones son útiles para describir a la denominada “Milla 201”, la concentración de barcos pesqueros que se ubican fuera de la Zona Económica Exclusiva (ZEE) argentina y que vienen a llevarse el calamar. 

De junio a noviembre los barcos pescan en el Océano Pacífico, a la altura de las Islas Galápagos, y a partir de noviembre se produce el ciclo migratorio a través del Estrecho de Magallanes, que complementa al otro semestre del año: entre diciembre y mayo los barcos se posicionan frente a la costa argentina.

Pablo Varela, comandante del Comando Conjunto Marítimo, se refiere a un concepto fundamental a la hora de tratar este tema: Hay un preconcepto: se suele hablar de 400 pesqueros ilegales que vienen a depredar, pero de la milla 200 hacia altamar no hay infracción y la pesca es libre. El control debe darse de la milla 200 para adentro». 

Varela es quien dirige el patrullaje y control de las costas. En definitiva, quien coordina las acciones que evitan las incursiones ilegales de pesca en la ZEE. “En la zona siempre hay un buque del Estado argentino. Durante 15 días patrulla Prefectura, los otros 15 días patrulla la Armada”.

Desde el Comando Conjunto, que queda en el barrio porteño de Retiro, monitorean a partir de sensores e imágenes satelitales cómo está la Milla 201. Al momento de la entrevista había 405 buques pesqueros y 7 barcos de apoyo logístico en una zona que se extiende durante 90 millas náuticas, lo que equivale a 160 kilómetros a la altura de la ciudad chubutense de Comodoro Rivadavia. Parece una fila de hormigas que regresan al hormiguero. 

Desde allí tienen identificados a cada uno de los barcos con nombre y patente, que en su enorme mayoría provienen de China y –en menor medida- de España y Corea del Sur.

La luz que se ve en altamar se debe a la forma de pesca del calamar. “El método de pesca con poteras atrae y concentra los calamares durante la noche mediante la iluminación provista por potentes lámparas ubicadas en la cubierta del barco, que pueden complementarse con lámparas submarinas”, explica Marcela Ivanovic, responsable del Programa Pesquerías de Cefalópodos del INIDEP (Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero), y cuantifica: “Los valores de pesca estuvieron entre 15.000 y 400.000 toneladas anuales en los últimos 10 años”.

Desde el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca especifican: “En 2021 la exportación de calamar alcanzó los 249 millones de dólares. En función de las fluctuaciones de la abundancia, en los últimos 8 años las exportaciones han variado entre 100 a 400 millones de dólares”. Por supuesto, estos cálculos se corresponden con la pesca dentro de las 200 millas. Lo que debe controlarse es que los barcos extranjeros no traspasen ese límite. Y para eso tienen algunas trampas. “A lo largo de todos estos años pudimos conformar el currículum o el prontuario de cada barco –explica el comandante Varela-. Solemos poner el ojo en buques que en algún momento hayan cometido alguna irregularidad como por ejemplo apagar el AIS, que es el sistema de identificación electrónico que poseen los barcos, o ser pescado in fraganti ingresando a ZEE”. La Secretaría de Pesca especifica: “El valor de las multas cobradas al capturar buques pescando ilegalmente ha superado con creces el costo de la mercadería hallada en esas embarcaciones”. 

Milko Schvartzman es especialista en Conservación Marina con foco en pesca ilegal del Círculo de Políticas Ambientales y se embarcó en 2019 hacia la milla 201 para conocer en primera persona esta problemática. “La primera impresión que tuve fue ver un gran resplandor. Parece un amanecer pero en plena medianoche. Cubre 180 grados de visibilidad; la mitad del horizonte está cubierto por esa luz. También hay barcos con las luces apagadas, más que nada los de apoyo, que comprenden entre el 10 y el 20 por ciento de la flota. Son barcos a oscuras, barcos fantasmas que operan incluso en medio de la noche”. 

Uno de los temores, debido a la sobrepesca, es la extinción del calamar. Y, al respecto, Ivanovic puntualiza: “Hay riesgo de sobreexplotación desde el momento que la especie se encuentra sometida a una elevada presión pesquera que no está sujeta a ningún tipo de regulación; por lo tanto no podemos descartar la posibilidad de que, de darse la combinación de una elevada tasa de explotación con un desacoplamiento de las condiciones ambientales favorables en momentos clave del ciclo vital, el recurso se encuentre en el punto de inicio de un periodo de declinación difícil de revertir”.

Millones de dólares que se van y la violación de la soberanía son los objetivos de esos controles estratégicos. Se busca evitar la depredación de los recursos naturales argentinos y la extinción de los ejemplares. Allí, al borde de la Milla 201, donde el “juego” del calamar es mucho más que un juego.  

Publicada originalmente en la edición impresa de Newsweek Argentina

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