Un nuevo episodio de salud obligó a Luiz Inácio Lula da Silva a interrumpir su agenda oficial este lunes. El presidente brasileño, de 79 años, fue diagnosticado con laberintitis luego de sufrir un cuadro de vértigo, por el cual debió ser atendido en el hospital Sirio-Libanés de Brasilia. Aunque los estudios clínicos resultaron normales, los médicos recomendaron reposo absoluto, según confirmó la Secretaría de Comunicación de la Presidencia.
La laberintitis, una inflamación del oído interno que afecta el equilibrio, no suele ser grave, pero en personas mayores puede provocar mareos intensos y náuseas incapacitantes.
Lula regresó a la residencia oficial tras ser atendido y canceló parte de sus actividades programadas. La situación reavivó el debate sobre su estado físico, especialmente considerando los múltiples problemas médicos que ha atravesado desde que volvió al poder en 2023.
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En los últimos años, el mandatario ha enfrentado un hematoma intracraneano tras una caída, fue operado de la cadera por artrosis y arrastra el antecedente de un cáncer de laringe superado en 2011. Pese a eso, ha sostenido un ritmo activo de trabajo, con viajes a China, Rusia y otros destinos estratégicos. Sin embargo, la pregunta sobre una eventual candidatura en 2026 sigue atada a una única condición: “Solo seré candidato si estoy bien de salud y con energía para gobernar”, dijo en diciembre.
Mientras su aprobación ronda el 35% y enfrenta tensiones económicas, la fragilidad de su salud se vuelve un factor político clave. Aunque el Palacio de Planalto no confirmó cuándo retomará su agenda, este nuevo episodio genera dudas sobre la continuidad de su liderazgo y el equilibrio de fuerzas rumbo a las próximas elecciones, donde también su rival Jair Bolsonaro, de 70 años, mantiene aspiraciones pese a sus propios problemas médicos.
