En un mundo donde la optimización de recursos y la alimentación saludable cobran cada vez más relevancia, un simple hábito podría marcar la diferencia: congelar carbohidratos como arroz, pasta y papas antes de consumirlos.
Se trata de un método que no solo prolonga su vida útil, sino que también modifica su estructura, convirtiéndolos en una fuente más beneficiosa de energía para el organismo.
Esto se debe a la transformación del almidón común en almidón resistente, un proceso que ocurre al cocinar, enfriar y recalentar estos alimentos. Según National Geographic, dicho cambio tiene un impacto positivo en la digestión y en la regulación del azúcar en sangre, ya que el almidón resistente se metaboliza más lentamente, evitando picos de glucosa. Además, prolonga la sensación de saciedad, lo que puede ser clave para quienes buscan controlar su peso.
Otro beneficio importante es su efecto en la salud intestinal. El almidón resistente actúa como una fibra dietética, favoreciendo el crecimiento de bacterias benéficas en el microbioma. Expertos sostienen que esta fermentación en el intestino genera compuestos como el butirato, un ácido graso con propiedades antiinflamatorias que mejora la función digestiva y fortalece el sistema inmune.
Qué alimentos recomiendan consumir los expertos para reducir el estrés
Más allá de la salud, esta práctica ayuda a reducir el desperdicio de alimentos, permitiendo una mejor planificación de las comidas. Científicos remarcan que congelar carbohidratos facilita la preparación anticipada y el aprovechamiento de sobras.
Así, esta estrategia no solo beneficia la nutrición y el control del peso, sino que también se convierte en una herramienta clave para mejorar la alimentación y el bienestar general.
