Más de tres décadas después de haber sido diagnosticado con Parkinson, el reconocido actor de Hollywood Michael J. Fox sigue usando su visibilidad pública para impulsar avances científicos. Esta vez, su fundación sorprendió al revelar un síntoma precoz poco conocido de la enfermedad que él mismo padece: la pérdida del olfato. El dato fue difundido durante una reunión en Nueva York, en medio de un esfuerzo global por detectar el Parkinson antes de que sus efectos sean irreversibles.
La enfermedad, que afecta a 1 de cada 100 personas mayores de 60 años, deteriora progresivamente la calidad de vida. Comienza de forma sutil: temblores, rigidez, lentitud de movimientos y problemas de equilibrio, entre otros. Pero detectar estos signos cuando ya son visibles puede ser demasiado tarde.
Por eso, la Fundación Michael J. Fox trabaja con científicos de todo el mundo en la identificación de biomarcadores tempranos que permitan actuar antes.
El dato revelador es que el 90% de los pacientes con Parkinson pierde el sentido del olfato antes incluso de experimentar síntomas más visibles. Aunque muchos asocian esa pérdida a secuelas del Covid-19, los especialistas ahora piden estar atentos porque podría ser la primera alarma del Parkinson, incluso años antes del diagnóstico clínico.
Desde 2010, la fundación lidera la Iniciativa PPMI, un estudio internacional que investiga las primeras señales de la enfermedad. El neurólogo Eduardo Tolosa, referente del proyecto, explicó que están logrando identificar alteraciones medibles en la sangre o la piel que podrían cambiar por completo la forma de diagnosticar y tratar el Parkinson. Sin embargo, reconoció con crudeza: “La cura ha fracasado”.
A sus 63 años, Michael J. Fox —el eterno Marty McFly de Volver al Futuro— sigue librando una batalla contra el tiempo, pero ya no con un DeLorean, sino con ciencia, visibilidad y compromiso. Aunque aún no existe cura, su lucha deja huella: impulsar un diagnóstico más temprano puede cambiar el destino de millones de personas en las próximas décadas.