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Santiago Kovadloff: «Estamos al borde de la anarquía»
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Santiago Kovadloff: «Estamos al borde de la anarquía»

El ensayista y filósofo, Santiago Kovadloff, conversó esta mañana con Cristina Pérez en Radio Rivadavia y definió a la Argentina como «un país que no logra sostener su cabeza levantada más que que no puede» porque «en nuestra historia han habido momentos de profunda y benéfica transformación de desarrollo». Pero, «lo que nosotros no logramos es sostenernos en el marco de la ley, que es la garantía de ese desarrollo», aseguró.

En esa línea afirmó que «Argentina es un país que está fuera de la ley», debido a que «la palabra constitucional es una palabra pretextual, que solo tiene sentido retórico y está instrumentada en función de la primacía del poder». Por lo tanto, aseveró que «tenemos una ley que está al servicio del poder» y explicó que «cuando este fenómeno se produce y estamos viviendo todavía un momento en el cual la política o el poder político tienen capacidad de instrumentar desde el oficialismo, la ley al servicio suyo, eso hace que estemos al borde de la anarquía«.

En referencia a la actualidad, marcó que «me parece muy importante entender que cuando se establece que la palabra de la Corte Suprema no es última no porque no pueda ser reconsiderada sino porque es la más alta en términos de definición del significado de un hecho delictivo o en el significado de un hecho injusto y es vulnerada por la arbitrariedad de la política, que pretende ponerla a su servicio, la Argentina se corre del terreno de la estructura republicana».

ELECCIONES 2023

En consecuencia, resaltó que «me parece muy importante que todos entendamos que las elecciones que van a tener lugar el año próximo no son entre dos puertas de un mismo sistema político sino entre dos fuerzas que representan sistemas políticos incompatibles y antagónicos» por lo que precisó: «De un lado, el populismo que aspira a reducir la estructura republicana a las necesidades de un poder ejecutivo liderado con intención caudillesca, autocrática» y añadió: «Del otro, un proyecto republicano endeble todavía desde el punto de vista de su eficacia porque es tambaleante, porque no es sólido y aspira justamente a consolidar la república a través de una práctica que subordine el poder a la ley». «Y serán elecciones que definirán el porvenir de Argentina por largo tiempo», subrayó.

Ante ese contexto, manifestó que la Argentina «es sintomática de una problemática mundial, que con distintos matices, tiene que decidir si el porvenir de la democracia, tal como se la entendió en Occidente sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial, ha de tener vigencia, va a reconstruir y fortalecerse, pero está destinada a languidecer» por lo que hizo hincapié en que «no creo que debamos confundir nuestros deseos con la realidad».

En ese sentido, indicó que «la realidad es que las democracias occidentales, que han promovido el proyecto del republicanismo tal como nosotros lo entendemos formalmente, hoy están jaqueadas por una voluntad populista muy profunda, que revela un hondo escepticismo con respecto a la organización de los tres poderes fundamentales de la república«.

POPULISMO VS REPUBLICANISMO

«Yo tengo la impresión que ante todo el populismo ha demostrado una profunda ineficacia para fortalecerse en el poder debido precisamente a las crisis económicas que lo afectan y las beligerancias internas del propio cuerpo populista le quitan credibilidad social», manifestó y agregó que «entonces, no podemos hablar tanto de la fortaleza republicana hoy para enfrentar al populismo sino del hartazgo que el populismo ha generado en una sociedad y en sectores empobrecidos que son tan numerosos que se han visto decepcionados por la falta de idoneidad para gestionar sus necesidades«.

En consecuencia, recalcó que «a la relativa fragilidad del republicanismo actual hay que sumarle a favor de ese republicanismo la inoperancia del populismo» por lo que advirtió que «yo creo que el riesgo que la Argentina enfrenta permanentemente es el de ver que la desesperación y la decepción orientan el voto en una dirección contraria a la fuerza dominante u oficial del momento» y añadió que «además, creo que es evidente que los sectores mayoritarios de nuestra sociedad aspiran a correr el riesgo de un cambio que fortalezca a la República», ya que, «efectivamente ese republicanismo no goza de una esplendida salud, es más bien la expresión de una necesidad muy honda en sectores que han comprendido cuáles han sido en estos 40 años (de democracia) las fragilidades con que los gobiernos democráticos han contribuido a debilitar la democracia».

«EN LAS PRÓXIMAS ELECCIONES VA A GANAR EL OFICIALISMO»

Ante ese escenario, sostuvo que «lo que yo advierto es que el apoyo que recibió el presidente (Mauricio) Macri, después de haber perdido las elecciones y que transparentó la existencia de un muy importante núcleo de personas que conforman una minoría relativa pero de gran envergadura cuantitativa, evidencia que hay ideales de vida democrática que no han sido vulnerados de manera definitiva por los fracasos que se vivieron en la Argentina en relación a lo que es el afianzamiento de la democracia republicana».

«Ese ideal está vivo como necesidad», enfatizó y sumó que «se ha acrecentado por distintos motivos». En ese punto, sentenció: «No tengo la menor duda de que las elecciones venideras va a ganar el oficialismo actual» y compartió que «mis dudas profundas giran en torno a la índole de la radicalidad con que el gobernante que hoy provenga de la oposición sepa llevar a cabo las transformaciones indispensables para que todas las corporaciones que debilitan la vigencia del sistema democrático republicano puedan ser contenidas en su afán de monopolizar el poder».

«Y al mismo tiempo, el Estado argentino aprenda a tener el tamaño de las necesidades de la gente y no el tamaño de las conveniencias del poder», remarcó.

¿CÓMO DEBERÍA SER UN LÍDER DE ESTE TIEMPO?

«En el orden de las aspiraciones democráticas republicanas tiene que ser una persona cuya fortaleza ética sea innegociable en términos de corrupción«, aseguró y subrayó: «Una persona que esté dispuesta a poner su vida en juego para que la ley impere sobre el poder y lo administre«. «Una persona que tenga la convicción de que la convivencia se asienta en el valor sagrado de la Constitución», agregó y marcó: «Que no viene a redimirnos del mal sino a proponernos trabajar juntos a partir de una conciencia ética muy honda de lo que el sufrimiento ha hecho de la Argentina».

Por lo tanto, sostuvo que «necesitamos dirigentes que no vengan a prometer redenciones sino trabajo y esfuerzo asentados en el propio ejemplo de la dignidad moral con que conciben el ejercicio del poder» y enfatizó: «¿Es esto posible? Es imprescindible».

Para finalizar, aseguró que «claro que tengo esperanzas» porque «nadie que pueda amar un concepto del valor de la política asentado en la convivencia y el respeto por el prójimo puede no tener esperanzas» y explicó que «la esperanza no es el optimismo, el optimismo es una claudicación moral» porque «consiste en creer que las cosas van a andar bien. En cambio, la esperanza nace del reconocimiento de matices profundamente valiosos en el orden cívico que permiten entender que el destino de una nación no es un certificado de defunción ni de redención sino una invitación al esfuerzo«.

¿QUÉ DIFERENCIAS HAY ENTRE LA SOCIEDAD QUE VOTÓ EN EL 2015 Y LA QUE LO HARÁ EN EL 2023?

«En el 2015 quienes apoyaron la presidencia de Macri, se orientaron a una esperanza necesaria para ese sector mayoritario, pero no suficientemente consolidada en términos de exigencia hacia nuestros dirigentes», precisó e indicó que «hoy en día, quienes votan a la oposición no necesariamente van a votar una figura sino que van a votar fundamentalmente un repertorio de criterios y medidas que permitan subsanar las insuficiencias de aquella gestión que del 2015 al 2019 gobernó la Argentina y consolidar sus logros«. Por lo tanto, remarcó que «hay más exigencia en el electorado de hoy que en el del 2015».

CRISTINA KIRCHNER

Por último, Kovadloff se refirió a la vicepresidenta y consideró que «Cristina Kirchner, sin dejar de representar una figura atendible desde el punto de vista de su capacidad operativa en el orden político, es una figura que está muy bien retratada por la ineptitud que tiene para aumentar su caudal de electorado«. «Tiene fuerza, tiene representación, pero es evidente que no ha logrado persuadir sino a quienes incondicionalmente la siguen«, aseveró.

Para concluir, sentenció que «el país para poder constituirse en nación y dejar de ser un conglomerado dependiente del prevendarismo, necesita fundamentalmente líderes que sean capaces de ceder de la palabra a quienes han sufrido, padecido mediante propuestas de gestión concretas en el orden económico, cultural, social y sanitario». «Hay que decir ‘yo’ y no ‘nosotros‘», finalizó.

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