La Confederación General del Trabajo (CGT) se prepara para renovar su conducción este miércoles en un congreso que, lejos de marcar una transición generacional, confirmará la continuidad de las viejas estructuras sindicales en un momento decisivo.
La nueva cúpula, que estará compuesta por un triunvirato, asumirá con un objetivo central: encarar la disputa con el Gobierno por la reforma laboral en un escenario en el que el oficialismo llegó con más fuerza legislativa tras su reciente victoria electoral.
El proceso de recambio se definió en las últimas horas en la UOCRA, donde se terminó de pulir la lista que votarán los 2.186 delegados de 210 sindicatos. El esquema acordado incluye a Octavio Argüello (Camioneros), Jorge Sola (Seguros) y Cristian Jerónimo (Vidrio) al frente de la conducción. A pesar de semanas de tensiones internas, líderes históricos como Héctor Daer, Armando Cavalieri y Gerardo Martínez lograron imponer un equilibrio que preserva su poder y contuvo la presión de sectores que buscaban bloquear la elección, entre ellos Luis Barrionuevo y Omar Maturano.
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El armado dejó heridas abiertas. El metalúrgico Abel Furlán, aliado del kirchnerismo, quedó en suspenso tras negarse en principio a dejar la Secretaría del Interior y recibir la oferta de la estratégica Secretaría Gremial. En paralelo, otros dirigentes mueven fichas: Cavalieri encabezará Relaciones Institucionales; Daer, alineado ahora al interior federal de la CGT, recorrerá el país; y las áreas clave quedarán bajo figuras experimentadas como Andrés Rodríguez, Martínez, Lingeri y Sergio Romero. La posibilidad de sumar una mujer al triunvirato, impulsada en algún momento por el nombre de Maia Volcovinsky, quedó archivada.
Detrás de los nombres se asoma un protagonista histórico: Hugo Moyano, quien emergió otra vez como garante de la unidad y como figura de peso para sostener el rol de Camioneros en la cúpula. Su capacidad para mediar entre “moderados” y duros evitó una fractura mayor y aseguró que la CGT llegue a la nueva etapa con un dirigente del transporte entre las principales posiciones, clave en cualquier pulseada salarial o movilización.
La agenda que espera a la flamante conducción no admite tregua. Con el Gobierno decidido a avanzar en su programa de reformas y con Federico Sturzenegger marcando el tono desde el Ministerio de Desregulación, la central obrera enfrentará un paquete laboral que apunta a reconfigurar las negociaciones colectivas y fomentar convenios por empresa, una movida que —según los gremios— pone en riesgo la arquitectura sindical. “No queremos ir al conflicto, pero si se nos cierran todas las puertas… vamos a utilizar todas las herramientas que tengamos”, advirtió Martínez, uno de los referentes del ala dialoguista.
Este escenario marca el pulso de lo que vendrá. Sin grandes cambios en los nombres, pero con desafíos inéditos, la CGT que asume hoy quedará atrapada entre la presión interna por mostrar firmeza y la estrategia política de negociar mejoras sin perder poder. La discusión por la reforma laboral será su primera gran prueba y el parámetro para medir si la histórica central sindical se reinventa o queda una vez más aferrada a su pasado.
Información de Noticias Argentinas
