El Gobierno de Javier Milei puso fin a otro capítulo sensible en la disputa geopolítica global: decidió frenar el proyecto para instalar un nuevo radar espacial chino en territorio argentino. El plan, que contemplaba levantar una gigantesca antena en El Leoncito (San Juan), formaba parte de la expansión tecnológica del Partido Comunista Chino en la región y había sido habilitado durante administraciones kirchneristas.
Con esta decisión, la Casa Rosada desactiva lo que iba a ser la segunda estación espacial de Beijing en el país, luego de la ya cuestionada base operativa situada en Neuquén.
El denominado Radiotelescopio Argentino-Chino (CART) estaba pensado como un observatorio científico, aunque, tal como sostienen analistas internacionales y autoridades estadounidenses, este tipo de infraestructura puede tener doble uso: civil y militar. El radar sanjuanino iba a contar con un alcance superior al del complejo neuquino, lo que había encendido alarmas en Washington, que desde hace años monitorea la presencia tecnológica china en Sudamérica por su potencial impacto estratégico.
La administración libertaria revisó el convenio desde su llegada a la Casa Rosada y estableció un giro respecto a esa política. Tras inspecciones realizadas en la estación patagónica y evaluaciones sobre el proyecto en San Juan, el Gobierno resolvió impedir el avance de las obras y bloquear el ingreso al país de equipamiento enviado desde China. Fuentes oficiales señalaron que esos envíos presentaban “irregularidades” y que ninguna autoridad china asumió formalmente su responsabilidad por los materiales remitidos.
En paralelo, el Ejecutivo decidió dejar caer el acuerdo entre el CONICET y la Universidad Nacional de San Juan (UNSJ), marco institucional que posibilitaba la inversión china en el observatorio. El convenio venció en junio y, tras meses de análisis, Buenos Aires optó por no renovarlo.
La decisión se alinea con el realineamiento diplomático y militar del Gobierno con Estados Unidos, bajo el argumento de proteger la seguridad nacional y evitar injerencias extranjeras en infraestructuras estratégicas.
La resolución no fue recibida en silencio. El Consejo Superior de la UNSJ expresó su disconformidad y defendió el proyecto como una iniciativa puramente científica, fruto de más de tres décadas de cooperación con la Academia de Ciencias de China. Desde la universidad remarcaron que la antena iba a potenciar el desarrollo astronómico local. Sin embargo, la decisión oficial dejó en claro que, en la política exterior libertaria, los intereses estratégicos y las alianzas globales pesan más que la continuidad de acuerdos científicos con Beijing.