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Tres diagnósticos desde España y un duro tratamiento
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Tres diagnósticos desde España y un duro tratamiento

Cuando una persona tiene una enfermedad grave lo mejor que puede pasarle es tener un diagnóstico rápido y preciso. Debe saber la verdad para encarar su cura. Luego de eso, vendrá un tratamiento que puede ser cruento y doloroso. Puede ser desagradable de transitar, pero, en muchas ocasiones, es la diferencia entre la vida y la muerte. Si una dolencia grave se trata con aspirinas o con algún globulito proveniente de una pseudociencia, el paciente morirá. Con los países pasa lo mismo. El diagnóstico, la verdad y el correspondiente tratamiento son los que salvan a los países de la decadencia.

Argentina está enferma y decadente. Curiosamente, esta semana surgieron diagnósticos precisos sobre este momento histórico del país y todos se generaron en Madrid.

La presidenta de la Comunidad de Madrid se llama Isabel Díaz Ayuso. Es joven, le va muy bien y gana las elecciones por demolición. Enfrenta sin ningún complejo al populismo de izquierda (Podemos, amigos y aliados de los K) y los humilla electoralmente. Esta semana en la Legislatura se refirió al Gobierno de España y dijo: “Es el Gobierno que primero crea la pobreza para crear dependencia del Estado. Es populismo fiscal: le quitan el dinero a la gente para luego, como hacen los peronistas, repartirlos en pagas, ayudas, subsidios. Me niego a que el peronismo arruine el motor de España”. Una explicación en pocas palabras que explica el fracaso argentino y la consolidación del país feudal peronista. Los peronistas hace muchos años que a lo único que se dedican es a crear pobres para tener esclavos políticos. Gabriela Cerruti intentó contestarle a Ayuso hablando de Macri y demostró, una vez más, su estado de indigencia intelectual. Ayuso gobierna con muchísimo éxito y Cerruti integra un gobierno decadente.

Cayetana Álvarez de Toledo es historiadora, periodista y diputada española. Consultada sobre esas declaraciones de Ayuso y la respuesta del Gobierno argentino expresó: “Isabel Díaz Ayuso dijo una obviedad, que el peronismo es decadencia. El peronismo ha metido a la Argentina en el bucle de la decadencia, la ha convertido en una anomalía que no es irremediable. Se puede salir; es cuestión de cambiar la política».

Buen aporte de dirigentes españolas que deberían servir de inspiración a sectores de la oposición argentina que, algunas veces, pareciera más interesada en cuestiones internas que en los temas acuciantes. Hay que hablar de la decadencia y de las medidas duras que deberán tomarse para salir de este marasmo.

La debacle argentina es un tema internacional. Noticias como la de la votación cómplice con Venezuela, cuando la votación se trataba sobre continuar las investigaciones sobre las violaciones a los derechos humanos en ese país, coloca a la Argentina del lado de la barbarie y muestra al kirchnerismo en su plenitud: una fuerza que desprecia los derechos humanos y que ampara a los criminales cuando son amigos.

Por esos días Mauricio Macri, desde Madrid, dijo que “la sociedad argentina es la más fracasada de los últimos 70 años”. También dijo: “Tal vez Argentina, que fue el país que inventó el populismo con Evita y Perón, sea el primer país en sacárselo de encima y lo exporte al mundo».

Madrid fue en estos días la usina de diagnósticos correctos. No sólo es importante decir las cosas. Es muy importante decirlas frontalmente. Argentina es un país enfermo y la única salvación posible es el diagnóstico certero para un tratamiento adecuado. Ese tratamiento debe ser duro porque si no, no hay cura posible.

Para explicar una parte de la decadencia hay que contar lo que pasa en el Estado argentino. Hay una cantidad extraordinaria de empresas públicas que son cajas políticas. Algunas eran privadas y se estatizaron. La condición de “cajas políticas” está dada por el hecho que son deficitarias y que durante el gobierno actual aumentaron considerablemente la cantidad de personal. Desde Aerolíneas Argentinas hasta Télam hay de todo. Cuevas de militantes K, en muchos casos, y financiamiento de la política. El año pasado el Estado les transfirió a ese grupo de empresas US$ 7.500 millones por el déficit que tienen. Un país con una pobreza del 40% financia empresas que financian a la política. Ciudadanos que son esquilmados a impuestos les pagan la buena vida a los que están en empresas deficitarias.

Reitero, a un buen diagnóstico le debe seguir un buen tratamiento. Una de las cosas que debería explicar la oposición es cuantas de estas empresas serán privatizadas y cuántas cerradas.

El sufrimiento debe servir para algo. Hoy en día, los ciudadanos argentinos sufren para pagar la fiesta de los que se apropiaron del Estado. No hay camino intermedio. El tratamiento debe ser durísimo. Es la única chance para que el paciente se salve de los parásitos que lo asolan.

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