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Los jubilados se sienten invisibles ante un ajuste que se ensaña con ellos
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Los jubilados se sienten invisibles ante un ajuste que se ensaña con ellos

Para este Gobierno los jubilados son invisibles. No lo digo yo. Lo sienten muchos de ellos que lo expresan aquí a diario.

Los que reciben jubilaciones medias directamente ven cómo se licuan sus haberes. Y los que reciben la mínima, parchada con bonos no remunerativos que además no alcanzan a todos los beneficiarios del sistema, sólo este año vieron cómo la inflación general acumula un 83%, mientras ellos sólo recibieron un ajuste del 49%, según el Defensor de la Tercera Edad, que encima advierte que con esto deben llegar a diciembre, cuando el índice superará el 100%.

Para el ex ministro de Economía Alfonso Prat Gay, en el ajuste del Gobierno, “el único componente del gasto que bajó son las jubilaciones”

¿Se acuerdan cuando el actual presidente prometía que iba a aumentar el 20% las jubilaciones con lo que se pagaba en interesas de las Lelic? Fue la versión de la heladera llena para los jubilados. No cumplió con ni con las jubilaciones ni con la heladera y las Lelic, “bien, gracias”.

El presidente hablaba de inmoralidad y también les prometía a los jubilados mejorar sus ingresos con el Fondo de Garantía Solidaria.

En el presupuesto 2023, el gasto público se reducirá un 1% del PIB, y la mitad de ese recorte se explica por virtuales recortes en jubilaciones, asignaciones familiares y planes, cuyas subas serán menores a la inflación. El resto del ajuste corresponde a aumento de tarifas.

En los últimos 5 años, los haberes jubilatorios perdieron 70% del poder adquisitivo, según denuncia la Defensoría de la Tercera Edad, y los ingresos para los abuelos se convirtieron en apenas un subsidio porque no alcanzan ni por asomo a cubrir sus necesidades básicas.

La mínima de $43.353, ni con el bono de $7.000 alcanza a la mitad siquiera de la canasta básica que llega a casi $120.000 para no ser pobre. Y esto sin tener en cuenta que el costo de vida de los abuelos es mucho más alto, especialmente por los costos de los remedios.

Muchos de los jubilados que alguna vez ayudaron a su familia ahora tienen que pedirles ayuda. Y hay casos extremos como los de Walmiran y Stella Maris, los jubilados que nos visitaron en nuestro estudio y que salen a cartonear porque no les alcanza para vivir, luego de haber trabajado toda una vida. Ellos, que con total dignidad prefieren esforzarse cada día antes que recibir un plan, se preocupan encima por los jubilados que vengan que a este paso estarán en una situación aún peor. ¿Qué nos pidieron cuando se fueron? No bajar los brazos.

Y fue un jubilado de 71 años que además es periodista en Mendoza, quien sintió que debía ponerle el cuerpo al reclamo de los que se sienten invisibles. Destacado en su labor de 18 años tras el micrófono de Radio Nihuil, don Carlos Córdoba se lanzó a la ruta para caminar hasta el Congreso Nacional desde su provincia, para llegar al kilómetro cero él mismo, y dejar su petición por mejores condiciones y aumento para los jubilados. Ayer lo logró. Hoy nos visitó en el estudio. Y una vez más, como nos pidieron Stella Maris y Wilmaran, tenemos el deber de ser su voz.

Son invisibles e indigentes, como muchos abuelos a quienes lo que cobran directamente no les alcanza para comer y se ven empujados a situaciones límite en una de las más crueles injusticias de la Argentina de hoy.

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