Argentina tiene muchas anomalías políticas. Una es que hay elecciones a cada rato y cada elección tiene un tinte dramático, lo cual influye en la gestión económica del Gobierno.
Por ejemplo, ahora el Gobierno está ocupado en que no suba el dólar antes de las elecciones. Eso implica que se carguen de tensión todas las variables aunque el resultado de los comicios no vaya a variar demasiado la situación en el Congreso. Toda la tensión está puesta en el anuncio del ganador, pero el lunes nada cambiará porque son elecciones legislativas no ejecutivas.
Otra anomalía son las alianzas antes de que se elijan diputados y senadores. El lugar de las alianzas es el Congreso.
El pánico a perder lleva a los partidos a hacer alianzas para la elección aunque de eso modo dejen a muchos votantes sin representación. La alianza de La Libertad Avanza y el PRO va junta en diez provincias, mientras que en la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires es donde más se ve lo mal diseñado que está el acuerdo. Es tan grave el problema, que Mauricio Macri no participa de la campaña y ni siquiera se saca fotos con la gente del oficialismo. Y casi nadie del PRO quiere que le saquen fotos con Karina Milei, que es la deficiente armadora política que puso como coordinadora de la campaña a la kirchnerista Pilar Ramírez.
Lo lógico hubiese sido que fueran separados y que luego esos diputados y senadores hicieran alianzas para votar leyes o para desarmar maniobras del kirchnerismo.
Ahora muchos votantes del PRO están enojados y no quieren votar esa alianza cuando además hay otras fuerzas que representan mejor a ese votante. Y los del oficialismo tienen que votar al partido al que, hasta hace poco, identificaban con el poco elegante mote de «viejos meados».
Yo no veo que los votantes históricos del PRO estén felices de votar al problemón que representa Espert, que encabeza la lista en Provincia y está acusado de recibir favores de un narco.
La política en Argentina se tiene que calmar y tratar de hacer las cosas lo más normales posible, y recordar que tienen que representar a gente. Esa es su misión, aunque a veces pensemos que solo los guía la lucha por los cargos.
La ambición política es legítima si va a acompañada de la necesidad de representación de los ciudadanos; si no, es pelea por los cargos, que los lleva a desatinos como los actuales.
(Columna emitida originalmente en el programa «Cristina sin vueltas», conducido por Cristina Pérez en Radio Rivadavia).