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Los argentinos somos víctimas, no estafadores
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Los argentinos somos víctimas, no estafadores

El lanzamiento de la campaña presidencial de Horacio Rodríguez Larreta se centró en el tema de la grieta: “Los únicos que se benefician son los que la abrieron­, los que la usen son unos estafadores”. Por muchos motivos, me parece complicado que se quiera instalar ese concepto. El principal es que, con intención de manipular o debido a limitaciones intelectuales de ese grupo político, están instalando una perversidad política.

En primer lugar, hay una frase que expresa Larreta y que es cierta: “Los únicos que se benefician son los que la abrieron”. Correcto. La grieta la abrieron los kirchneristas (siguiendo un manual de procedimientos del populismo) y se beneficiaron ampliamente al discriminar a toda persona que no perteneciera a su secta. Antes del kirchnerismo, se discutía acerca de política, pero no se odiaba al que pensaba distinto. La lógica teórica de fuerzas como el kirchnerismo es la de agredir al que piensa distinto. Esa es su esencia.

Los que no somos kirchneristas, fuimos agredidos por los K y empezamos a enojarnos con esa situación. La grieta no es un problema de dos partes. La inventaron los k y el resto cayó víctima de ese ardid, defendiéndose de las discriminaciones y de los actos autoritarios como se podía.

Ahora, analizaré la parte de la atrocidad conceptual del discurso de campaña: “Los que usen la grieta son unos estafadores”. Lo que está diciendo es que, los que fuimos víctimas del autoritarismo de los K, no podemos defendernos ni hablar de eso porque, en su lógica demencial, seríamos estafadores. Nunca se vio que se insulte a las víctimas. Es como decirles a los ucranianos víctimas de los rusos que son unos estafadores porque están enojados con los que los asesinan y destrozan su país. En la Argentina hay postulados políticos que son un delirio.

La grieta existe porque unos inmorales políticos la crearon a costa de la gente que quería y quiere vivir en paz. Los ciudadanos no kirchneristas se defendieron con la grieta y mostraron su grandeza moral al oponerse a los sátrapas. Un candidato de la oposición no debería insultarnos a los que venimos hace años luchando contra los que se robaron el país, destrozaron la esperanza, y provocaron que miles de familias estén separadas.

A los corruptos y autoritarios se los derrota con la fuerza de los votos, la fuerza de la ley y siendo mejores. La grieta es un hecho (que nosotros no creamos) y, ahora, algunos pretenden que tiremos juntos para el mismo lado que aquellos que hundieron el país. De más está decir que eso es de naturaleza imposible, porque los que defienden la república no van para el mismo lado que los autoritarios. Van en direcciones diametralmente opuestas. Fernando Iglesias escribió hace unos días una frase que lo resume: “Cerrar la grieta mientras del otro lado se encuentra un ejército equipado con las peores armas totalitarias, no es apostar por la concordia, sino rendirse a los enemigos de la República”.

En su mensaje, Larreta también dijo que había que “terminar con el odio”. El odio es una cuestión personal, no política. En un articulo publicado en la revista Seúl, Gustavo Noriega decía, con muy buen criterio, que “cuando el discurso político apela a nociones como ‘amor’ y ‘odio’, emociones individuales sobre las cuales la política no tiene nada que decir, se confunde peligrosamente lo público con lo privado”.

En lo personal, yo odio a gente, a políticos, y a hechos históricos y estoy muy orgulloso de eso. No creo que esté mal odiar a los nazis por lo que le hicieron a los judíos. Odio a Putin por asesinar ucranianos y destrozar la vida en paz de tanta gente. Odio al dictador Daniel Ortega por someter, encarcelar y enviar al exilio a miles de nicaragüenses. Odio a los regímenes cubano y venezolano, que torturan y matan a quienes se oponen a sus horribles designios. También odio a los que matan fiscales que investigan al poder y a los que robaron vacunas y hacían fiestas en Olivos mientras morían argentinos.

Podría hacer una lista enorme explicando mis odios. No odio a nada por su procedencia, raza o religión. Odio a los canallas. Es un asunto personal y no necesitamos que los políticos hablen de eso. Que expliquen sus ideas para salir de la catástrofe argentina y que dejen que la gente odie o ame a quien quiera. No son pastores ni curas, son políticos.

Arrancó la campaña y el disparate argentino nos lleva a intentar comprender por qué políticos de la oposición insultan a sus votantes. Sería deseable que expliquen sus ideas y no instalen paradigmas que solamente benefician a los K.

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