Argentina tiene una gran particularidad: cada tanto aparece alguna mejora en algún indicador y entonces los políticos creen que ya lograron el éxito.
El Gobierno de Javier Milei paró la inflación y consiguió que no haya déficit fiscal. Esas dos cosas son importantes, pero no alcanzan. Argentina sigue siendo un desastre en casi todo.
Dos ejemplos para explicar lo que digo. En Argentina se corta el gas y muere gente en las rutas por su mal estado. Ningún país puede festejar nada cuando pasa eso. A mí me parece increíble que esos temas no estén en debate.
Cuando pensamos que el Congreso debería tomar parte en esos temas, nos damos cuenta de que la Cámara de Diputados es, especialmente en los bloques de La Libertad Avanza y del kircherismo, una especie de teatro de revista donde unas señoras gritan y se pelean sin que podamos enterarnos el motivo.
Menos diputadas impresentables y más explicaciones sobre el desastre que dejó el kirchnerismo
La Cámara de Diputados da vergüenza ajena. Ni qué decir de la izquierda. Esta semana juró un diputado llamado Juan Carlos Giordano que juró «por los 30.000 desaparecidos, por la patria socialista y en apoyo al heroico pueblo palestino contra el sionista Estado de Israel». Ese diputado es idiota y antisemita, pero la Cámara debería tener normas y sancionar al legislador que haga eso.
Mientras, el presidente sigue insultando y demandando a periodistas por motivos que solo él sabe.
Argentina es un gran circo político, y ese circo no incluye a los ciudadanos que viven en un país carísimo en el que la plata no alcanza y el consumo no repunta. Además, no llegan inversiones porque los inversores buscan seguridad económica pero, sobre todo, seguridad jurídica y política.
Se vienen elecciones de medio término y es imprescindible que los partidos la corten con poner gente sin ninguna calidad intelectual. Solo con poner gente normal alcanzaría.
Y el Gobierno debería hablar de los temas que importan. La herencia que recibió fue tétrica, pero ya ha pasado un tiempo de administración, y empieza a ser momento de explicar los temas que de verdad preocupan y hacen daño a gran parte de la población.
(Columna emitida originalmente en el programa «Cristina sin vueltas», conducido por Cristina Pérez en Radio Rivadavia)