De manera contundente, la sociedad argentina decidió darle a Javier Milei una última oportunidad para que sus políticas le mejoren la calidad de vida. Si no lo consigue, el presidente podría seguir el mismo camino que Mauricio Macri.
Por Gustavo Sylvestre
La sociedad argentina decidió renovar su voto de confianza en Javier Milei, que ahora se siente fortalecido interna y externamente tras la elección del domingo pasado, a pesar de que se impuso con una cantidad de votos menor a la de 2023. Rodeado de fuertes escándalos de corrupción y con una política económica que no llega a la mayoría de los argentinos, el Gobierno celebra una clara victoria y se toma un respiro hasta 2027. Pero ese será otro cantar.
El Gobierno ganó tiempo y fortalece una línea política interna, apoyándose en el tándem Karina Milei-Martín Menem, a quienes el presidente mando a sacar pecho frente a los medios mucho antes de que se conocieran los resultados, indicando que La Libertad Avanza se había consolidado en los 24 distritos y transformado en una fuerza nacional.
Está visto que al Gobierno poco le importan los escándalos que lo han rodeado en los últimos meses. Y a la sociedad pareciera que tampoco.
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Los gobernadores, que venían acompañando al Gobierno y que hasta último momento intentaron -más producto de un laboratorio de algún consultor que a la realidad- jugar de opositores, tuvieron una pésima performance electoral. “Provincias Hundidas” tuvo una elección catastrófica. Incluso en sus propios distritos algunos gobernadores salieron terceros. Y en la Provincia de Buenos Aires perdieron representatividad y ni siquiera lograron llevar a Florencio Randazzo a renovar su banca en Diputados.
Vale resaltarlo, ha sido también un triunfo del Gobierno de Donald Trump, que apoyó de manera contundente a la administración Milei. Habrá que analizar cuánto pesó para la sociedad argentina tener cierta tranquilidad en el respaldo para garantizar que el dólar no se dispare y que haya una tregua económica en los próximos meses. Sin lugar a dudas, la fuerte jugada del Gobierno de los EEUU va a ser tomada como una alianza importante, y habrá que ver cómo evoluciona políticamente de cara a 2027.
Esta semana llegó a la Argentina el embajador estadounidense, Peter Lamelas, quien dijo frente al Congreso de su país que él venía para ordenar la política interna y a los gobernadores. Pero, tras este triunfo de Milei y la derrota de los gobernadores, se supone que el oficialismo va a alcanzar la mayoría que necesita en Diputados y en el Senado.
La elección del 26 de octubre de 2025 deja a una sociedad dividida entre mileísmo y antimileísmo. La gran discusión de las próximas semanas será determinar “quién representa al antimielísmo” y si, de cara a 2027, se logra encontrar una figura fuerte que conduzca el espacio y se pueda postular para las presidenciales de ese año.
El gobernador bonaerense, Axel Kicillof, que pretendía liderar ese espacio, ha quedado herido políticamente, pero aún puede recuperar su caudal político. Todo dependerá de la interna del Partido Justicialista.
El peronismo entra así en un proceso de debate interno muy fuerte. Sin lugar a dudas, no ha logrado transmitir a la sociedad un mensaje que refleje lo que la sociedad siente: que el dinero no le alcanza, que no puede llegar a fin de mes. Tal vez se quedaron en la enumeración. Tal vez no presentaron alternativas. O tal vez la sociedad no quiso arriesgar y cambiar de caballo en medio del río, y sí darle a Milei una última oportunidad de que le mejore las condiciones de vida.
A Kicillof le cuestionaban el desdoblamiento y le decían que iba a resultar como un efecto ballotage (ganás la primera ronda, pero avispás a los demás y promovés que se una toda la oposición en contra del peronismo). Porque es evidente que volvió un sentimiento antiperonista fuerte. Ahora el peronismo deberá analizar de qué manera y con qué actores se preparará para 2027, con caras nuevas y un discurso renovado, más anclado en los problemas de la sociedad y no tanto en las internas.
El Gobierno ha obtenido un triunfo importante. Pero recordemos que en 2017 Macri había conseguido en las legislativas una victoria con el 42% de los votos. Y dos años después perdió la elección presidencial. Si Milei toma esto como un cheque en blanco, se puede equivocar. Este es el momento de dar respuestas a las necesidades urgentes que una sociedad le está reclamando. Por ahora, la gente le ha renovado la confianza.