Por Darío Lopérfido
El grupo Hamás cuenta con excelentes voceros en Occidente, especialmente personajes del espectáculo y políticos que difunden la agenda impulsada por los terroristas islámicos en contra del pueblo judío.
Hoy, 7 de octubre de 2025, es el segundo aniversario del atentado terrorista de Hamás, en el que mató, violó y secuestró a civiles israelíes. Y me parece que es un buen momento para reflexionar frente a tanta mentira histórica.
La política internacional se mueve por modas. La moda actual es hablar de Palestina y reconocer el Estado Palestino. No me refiero a los actores millonarios que quieren estar a la moda revolucionaria siempre, como Javier Bardem, que asiste a una entrega de premios disfrazado de palestino. Me refiero a países como Francia, Reino Unido y España, que han reconocido a dicho estado. Es pura demagogia destinada a captar ciertos votos y cambiar el eje de la discusión en sus escenarios políticos internos.
La guerra, las fotos armadas de Hamás y un creciente antisemitismo en Occidente
Hay que recordar la historia. En 1993 se firmaron los Acuerdos de Oslo, que fueron el germen de “los dos estados”. Israel se retiró de la zona y dejó todo bajo el control palestino. El mundo estaba conforme y muchos países volcaron enormes sumas de dinero para la consolidación de la paz y de una -pensaban- moderna democracia palestina. Se equivocaron mucho, ya que una gran parte de esos fondos fueron a los bolsillos y a la política de miembros de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). Yasir Arafat, líder de esa organización, había pasado gran parte de su vida luchando contra la existencia de Israel y era millonario gracias a todo el dinero que volcaban desde Occidente.
La OLP tiene un partido político llamado Fatah. Los líderes palestinos no quieren un estado. Esta situación de refugiados les permite obtener mucho más dinero en subsidios y privilegios, y hasta tener una agencia exclusiva de la ONU llamada UNRWA, que es completamente funcional a las organizaciones terroristas.
Esa democracia palestina, que en Occidente creían que podía ser fuente de progreso como en Israel, nunca llegó y, en cambio, en 2006 ganó las elecciones Hamás, que nunca abandonó el poder en Gaza.
Toda la intención de paz y de coexistencia de los “dos estados” se derrumbó cuando las elecciones fueron ganadas por una organización terrorista. Fue el fracaso de los Acuerdos de Oslo. Fue la consolidación de una organización terrorista que tiene como objetivo la destrucción del Estado de Israel. A partir de ahí, todo el dinero que llegaba pasó a enriquecer a los líderes de Hamás y a la construcción de túneles y de infraestructuras militares mezcladas con la población civil. Porque Hamás usa a los civiles como escudo humano, y por eso tiene túneles debajo de hospitales o de escuelas.
Se murió la idea de “los dos estados” y se consolidó la de un estado queriendo eliminar a otro. La mejor prueba es que los países árabes, que conocen mucho mejor que nadie el espíritu guerrero y la enorme corrupción de los líderes palestinos, no los apoyan. Hamás sabe que tiene, además, voceros en todo el mundo. En eso también gastan el dinero y son muy buenos comunicando. Ellos cuentan con que en Occidente mucha gente frívola los ayudará: gente del espectáculo y políticos que necesitan crear una agenda mediática para tapar temas internos.
Por último, en Gaza no hay un genocidio. Hay una guerra en la cual Israel debe combatir en un lugar donde los objetivos militares están desplegados en medio de lugares habitados por civiles. Genocidio es, según la ONU, los actos “con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como tal”. La intención de Israel es destruir a Hamás. Lo dicen todos los días. La intención de Hamás es terminar con los judíos. Ellos sí harían un genocidio, si pudieran.