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La inseguridad no respeta fronteras: la urgencia de una coordinación real entre gobiernos
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La inseguridad no respeta fronteras: la urgencia de una coordinación real entre gobiernos

Por Miguel Saredi (*)

En la lucha contra la inseguridad, uno de los mayores obstáculos que enfrentamos no es únicamente el accionar del delito; también lo es la descoordinación entre las diferentes jurisdicciones. La delincuencia, como ya sabemos, no respeta fronteras administrativas. Mientras los municipios, la Provincia y la Ciudad de Buenos Aires operan con esfuerzos aislados, los delincuentes aprovechan las grietas de este sistema fragmentado para moverse con total impunidad.

La falta de una estrategia conjunta entre la Ciudad y la Provincia no solo complica el trabajo de las fuerzas de seguridad, sino que pone en riesgo la vida y el bienestar de millones de vecinos. Zonas como La Matanza, que comparten límites con la Ciudad, son un claro ejemplo de cómo la inseguridad se intensifica en los bordes de las jurisdicciones, donde muchas veces no está claro quién tiene la responsabilidad de actuar y los gobiernos locales cuentan con herramientas mínimas.

La coordinación efectiva entre la Ciudad, la Provincia y los gobiernos locales permitiría optimizar recursos humanos, tecnológicos y logísticos. Esto no solo reduciría los costos, sino que también garantizaría una respuesta más rápida y eficiente. Un patrullaje coordinado, un sistema integrado de cámaras de seguridad y el intercambio de información en tiempo real son herramientas esenciales que aún no están siendo aprovechadas al máximo.

Además, necesitamos desarrollar políticas públicas integrales que no solo persigan a los delincuentes, sino que también aborden las causas estructurales de la inseguridad, como la exclusión social y la falta de oportunidades. La pobreza no es excusa para el delito, pero sí es una condición que debemos atender si queremos prevenirlo de manera efectiva. Como digo siempre, hay que ser duros con el delito y con sus causas.

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Es crucial también garantizar que la ciudadanía perciba un compromiso político sólido. La falta de unidad entre los distintos niveles de gobierno no solo debilita las estrategias de seguridad, sino que erosiona la confianza de los vecinos en las instituciones. Un mensaje claro de trabajo conjunto entre Ciudad, Provincia y Municipios no solo tiene un impacto operativo, sino también simbólico: demuestra que la política está al servicio de la gente y no al revés.

Operativos complejos como el desmantelamiento de redes de narcotráfico o la lucha contra las bandas organizadas requieren un nivel de coordinación que lamentablemente hoy no existe. Estas operaciones deben contar con la participación de fuerzas de seguridad municipales, provinciales y de la Ciudad, utilizando los mejores recursos disponibles, desde helicópteros hasta fuerzas de elite. Y sin ninguna duda requiere el apoyo de las fuerzas federales.

No podemos seguir permitiendo que las fronteras políticas (y algunas mezquindades personales) se conviertan en barreras para la seguridad de los vecinos. La inseguridad es el principal reclamo de la ciudadanía; hace décadas ocupa los primeros lugares entre las demandas sociales y es nuestra responsabilidad actuar con seriedad, decisión y altura política.

Por ello, celebro el acercamiento (lamentablemente fallido) entre los ministros de seguridad de la Provincia y la Ciudad, pero sin dejar de aclarar dos cosas. Primero, tengamos muy presente que no alcanza con una foto y que lo peor que podemos hacer es convertir el combate contra el delito en una estrategia de marketing publicitario. Segundo, en la reunión estuvieron ausentes los distintos secretarios municipales del área de seguridad. Confiamos en que serán convocados en la próxima.

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Por otro lado, voy a dejar planteado un tema para una columna posterior, que también debemos discutir con honestidad y franqueza: la posibilidad de traspasar las fuerzas de seguridad a los municipios, lo cual sería un gran avance en el abordaje de una problemática tan dura.

El primer paso para buscar una solución realista está al alcance de nuestras manos: un frente común que priorice a los vecinos por encima de cualquier diferencia partidaria. Porque, como he dicho muchas veces, la inseguridad no distingue entre Ciudad y Provincia, y los ciudadanos no deberían pagar el precio de nuestra descoordinación.

(*) Abogado, especialista en seguridad.

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