Luego de la confirmación de la condena a Cristina Kirchner, empezó la catarata de imbecilidades a la que nos tienen acostumbrados los kirchneristas. A mí siempre me asombró la cantidad de indigentes intelectuales que estuvieron en el Gobierno durante tantos años. Los kirchneristas fueron corruptos hasta la médula, pero sobre todo fueron una banda de forajidos con un nivel intelectual bajísimo.
Ahora, repiten todo el tiempo la palabra proscripción, como si lo trascedente fuera que la señora no puede presentarse como diputada provincial por este fallo.
Lo que se probó es un entramado de corrupción que empezó con una denuncia de Javier Iguacel y pasó por muchos jueces y fiscales. A nadie le importa su candidatura para buscar fueros. El tema es la estructura delictiva que el kirchnerismo armó desde que existe.
En el entusiasmo post fallo sobresalió ese monumento a la idiotez llamado Axel Kicillof, quien dijo que la Cámara de Comercio de Estados Unidos fue la que pidió ese fallo. Es increíble que alguien pueda decir semejante estupidez, pero Axel nunca defrauda.
A mí me causan mucha risa las manifestaciones de la gente del espectáculo. Alguna vez se enojaron conmigo porque yo les recomendé que hablaran de lo suyo porque en política son una nulidad absoluta. De todas las idioteces, elijo la de Juan Minujin, que dijo que tres jueces que nadie votó proscriben a una candidata. El bueno de Juan, en su inconmensurable idiotez, desconoce que a los jueces de la Corte los votan los senadores y que no existen jueces por voto popular.
Gente que lo único que ha hecho en su vida es aprenderse la letra y luego repetirla, se empeñan en quedar en ridículo por un fanatismo pavote. Hay cientos de manifestaciones de este tipo que muestran que el kirchnerismo fue una organización delictiva ejecutada y alentada por gente de un nivel intelectual bajísimo.
Por supuesto, hubo también algún acto de violencia que es la otra marca identitaria kirchnerista: el ataque a TN organizado por La Cámpora en el que participó un tal José Lepere, que fue secretario de Interior en el nefasto Gobierno de Alberto Fernández, una mano derecha de Wado De Pedro.
Cristina disfruta ahora de esta centralidad idiota, pero yo tengo una buena noticia. En unos días esta efervescencia bajará y Cristina quedará sola rodeada únicamente por lúmpenes y sin ninguna relevancia política. En la política, la gente es descartable y Cristina lo probará. Nadie importante pedirá por ella. Nadie importante se junta con el apestado.
(Columna emitida originalmente en el programa «Cristina sin vueltas», conducido por Cristina Pérez en Radio Rivadavia).