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Jorge, que es Macri
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Jorge, que es Macri

Hay infortunios que se les pueden achacar a los dioses, pero hay cosas que caen todas juntas a cuenta de quien las provoca.

Si se podía evitar, no es accidente: y todas las abolladuras que se comió el PRO en la chapa del auto amarillo de la Ciudad de Buenos Aires por una interna desgastante fue la mayor impericia del jefe de Gobierno porteño desde que corre con precisión de relojero hacia su sueño presidencial.

Larreta confirmó a Jorge Macri como candidato único del PRO en la Ciudad

Era obvio que el candidato más fuerte era Jorge Macri. Pero Horacio mezcló calenturas varias en una coctelera inútil para llegar al mismo resultado. En vez de un giro de 180 grados, hizo un giro de 360 grados. Es decir, giró en redondo para terminar eligiendo al candidato al que se resistió.

La historia da vueltas curiosas. No hace mucho, el primo, Jorge, se jactaba de ser más Jorge que Macri.

Pero la historia terminó en que es más Macri que Jorge. Es paradójico porque quien trajo a la ciudad al intendente con licencia de Vicente López fue Rodríguez Larreta, para allanarle el camino a Diego Santilli en la provincia, acuerdo con María Eugenia Vidal mediante. Pero su calentura por la foto con Patricia Bullrich pudo más.

El jefe de Gobierno reclama exclusividades que luego no está dispuesto a otorgar. Y la movida para favorecer a Martín Lousteau lo probó; pero además fue la gota que colmó el vaso de su partido, donde la decisión por las elecciones concurrentes sin aviso ni consulta hizo volar todo por el aire. El costo que tuvo en votos y en imagen para Juntos por el Cambio todo este affaire fue lo que envalentonó a Cristina Kirchner para polarizar con Javier Milei en su jueguito de los tres tercios.

Cristina Kirchner: “Es una elección de tercios y lo importante es entrar al balotaje”

Era más claro que el agua que los candidatos porteños que aparecían como enanitos de jardín para molestar al primo Jorge, estaban digitados por el jefe de Gobierno. Soledad Acuña, Emmanuel Ferrario, y Fernán Quirós. Larreta no dudó en sacrificar a este último, probablemente la persona con más prestigio de su gobierno, para meter presión a fin de obtener el apoyo de Mauricio Macri a su candidatura presidencial o de máxima sacar de juego a Patricia. Pero nada de esto ocurrió.

El ministro de Salud, que cosechó empatía en la pandemia con gestos de sensatez y ejemplaridad, nunca quiso ser candidato. Debió jurar en las notas que no iba a bajarse, pero se bajó. Salió a pasear con Lilita Carrió por todos los barrios y se comió todo el desgaste de la interna, para finalmente, capitular a pedido del jefe, que ahora afirma que cree en Jorge Macri.

Si en la movida para favorecer a Lousteau el jefe de gobierno intentó transmitir que él no era un títere de Macri -pero al mismo tiempo no se animó a echar al primo-, qué puede decir ahora.

En esta city comedy no hay culpables o inocentes. Hay consecuencias. El ex presidente le reclama a Horacio Rodríguez Larreta no haber formado a un delfín para sucederlo, como él mismo hizo con su entonces jefe de Gabinete. Pero en el fondo también busca mantener su línea de influencia en la casa matriz del partido que fundó. No es que esté mal o bien. Es poder, puro poder.

Las repercusiones tras el anuncio de Jorge Macri como único candidato del PRO en la Ciudad

Horacio en tanto, buscó refugiarse en el radicalismo citadino porque allí encuentra un colchón de votos que le permite pelearles a los duros de su espacio que no se identifican con él. Y además era su forma de evitar que Martín Lousteau fuera candidato presidencial de la UCR, lo que lo habría complicado su alianza con el sector más progresista de ese partido y le habría sumado una competencia que pesca en el mismo estanque de votantes. Si se busca en el archivo se encontrará los amagues del esposo de Carla Petersen con ser candidato nacional y coinciden con sus tira y afloja con Horacio.

Pero si las cosas llegaron a este punto de hervor, de alguna manera todos fallaron. Y la comparsa no terminó. Aún falta saber si la impugnación contra la candidatura de Jorge Macri prosperará. Y cómo explicarán que en la Ciudad haya un candidato único del PRO y en la Provincia no.

En cuanto a la impugnación, los senderos se bifurcan.

Jorge Macri. Foto NA

Los requisitos para ser candidato a jefe de Gobierno porteño, según el artículo 97 de la Constitución de la Ciudad, reclaman poseer “una residencia habitual y permanente no inferior a los cinco años anteriores a la fecha de la elección”. Si bien no especifica que deben ser “inmediatamente anteriores” como en el caso de los legisladores porteños, ya hay un antecedente de rechazo por esta cuestión en el caso de Adrián Pérez, de la Coalición Cívica, que en 2010 buscaba que se le validara la alternancia entre su residencia en Azul y en CABA.

En el caso de Jorge Macri, el ministro de Gobierno podría comprobar cinco años continuos de residencia en otro período, no inmediato, y esto le permitiría estar a derecho. Pero algunos aún dicen que a fin de cuentas la cuestión quedará sujeta a la subjetiva interpretación judicial. Ahí las malas lenguas se preguntan sobre el lobby variopinto de nombres pesados como el de Daniel Angelici, más cercano a Lousteau, y otros dejan un signo de interrogantes en el caso de que el litigio pudiera llegar a la Corte, que está hiperactiva con la cuestión del espíritu de la carta magna en las candidaturas.

Como es un capítulo abierto, todo puede terminar bien o mucho peor. Si la novela se complicara en la Justicia, nadie del PRO saldría indemne. Porque eso sí los dejaría al borde de la elección sin un candidato fuerte en su principal distrito. Y si el beneficiado es Lousteau, Buenos Aires será Troya.

Todo indica que tendrán que sentarse a dialogar con pasión, algo de lo que tanto se habla para afuera y que tanto estaría faltando por dentro. Los hermanos sean unidos, dice la ley primera, porque, si no, te devoran los de afuera.

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